miércoles, 23 de abril de 2008

Amar es felicidad

Si la esencia de nuestro ser es amor, no es posible ser feliz de otra forma que siendo amor. El ser permanece más allá, más adentro, obrar está más afuera. Nuestro ser amor está en el fondo del inconsciente, nuestro obrar está en la zona exterior de la conciencia. Se puede obrar de manera que las acciones expresen siempre amor, en este caso se produce una armonía de nuestro obrar con nuestro ser, que es paz interior, alegría, amor, felicidad.
También se puede obrar en contradicción con nuestro ser y expresar maldad, no amor. En este caso, la ruptura de la acción con el ser crea una honda y extraña tristeza, la infelicidad.
La felicidad es una propiedad esencial de nuestro ser, pero, como el ser mismo, permanece inconsciente. Cuando la persona decide poner el amor como motivo de todas sus acciones, esa felicidad esencial se hace consciente en cada acción realizada con amor. Las acciones que expresan amor producen felicidad consciente, las que no lo hacen resultan frustrantes.
Quien desee vivir felizmente, lleno de gozo, de luz, tiene la necesidad absoluta de convertir el amor en su objetivo único, darle tanta importancia como a su existencia misma. Ciertamente esta decisión no será efectiva desde el principio, pero está en el comienzo del camino hacia la felicidad. Amar requiere mantener una actitud de bien querer, benevolencia, hacia la totalidad de los eventos que conforman la vida. Es claro que el amor a las personas ocupa una posición suprema, pero no es posible amar a las personas si no se ama la totalidad de los elementos que componen el mundo donde se vive.
Si alguien desea extremar las diversas situaciones posibles a los términos límites de la existencia humana, quizá no se sienta capaz de permanecer amoroso. Amar la enfermedad, la muerte, las catástrofes, los atropellos, ¿también entra en la cuenta del amor?
La respuesta es, sin dudas, positiva; sí, también esas situaciones entran en el campo del amor. Ahora debemos hacer una distinción necesaria entre amor y deseo. Nadie tiene que desear la enfermedad, pero si está enfermo el amor le ayudará mucho a enfrentar la situación. Nunca deja de ser verdad que nuestra esencia es el amor y debe ser realizado siempre. Mientras se tenga conciencia puede haber una posición de amor.
Los cristianos creemos que todo lo que nos sucede en la marcha de la existencia es un paso más hacia la eternidad, algo que nos está llevando a la felicidad de lo Absoluto, de Dios. Eso puede ser amado.
El amor es felicidad. Siempre somos amor, siempre somos felices.
Quien no es feliz habitualmente puede descubrir con sólo observar que vive sin amor, y así no se puede ser feliz con plenitud.
Amar es la plenitud de la felicidad.

domingo, 13 de abril de 2008

Somos lo que pensamos

El individuo recibe información de la sensibilidad, conocimientos, sentimientos e impulsos sensibles, que están causados por diversos objetos percibidos por los distintos sentidos. La información captada en este orden es cambiante, tanto como el mundo de los objetos lo es. En este nivel la persona no tiene ni puede tener estabilidad. En esta esfera de funcionamiento se producen experiencias agradables y desagradables siempre cambiantes, sin que pueda ser de otra forma.
El individuo recibe también información mediante la actividad de la mente superior, mediante la inteligencia, la voluntad y los sentimientos espirituales. En esta frecuencia superior se perciben las verdades eternas, los valores inmutables y se viven sentimientos estables. La verdad, la bondad y la belleza se encuentran eternamente unidas. Cuando el individuo recibe informaciones de esta naturaleza, encuentra una estabilidad que lo rescata del mundo de la sensibilidad, de la transitoriedad, y lo ancla en el mundo de lo inmutable.
Estas dos fuerzas, sensibilidad y racionalidad, se acercan y se separan constantemente. La armonía de ambas no es posible de modo permanente. Nadie tiene esa experiencia. Pero el individuo puede establecer un orden de prioridades. Ver cosas podridas desagrada a la sensibilidad, pero viendo papas podridas se descubrió la penicilina. La relación de lo sensible con lo racional está sujeta a la disposición del individuo.
Si el individuo entiende que lo racional implica valores eternos, inmutables, puede determinar dar absoluta prioridad a dichos valores. En este caso el mundo racional ha sido puesto por encima del mundo sensible, el mundo de lo mutable, de lo que no dura, de lo que no permanece.
El individuo puede vivir esta opción racional de dos formas muy diferentes. La primera, escogiendo contenidos racionales de muy bajo valor, y quedarse así pensando, queriendo y sintiendo cosas intrascendentes, opacas, frustrantes. La fuerza de estos contenidos racionales es muy poca, consistente en prejuicios, engaños, confusión. Su propiedad principal es la debilidad frente a la sensibilidad.
La segunda opción es la de escoger las grandes verdades universales, como la justicia, la paz, el amor, la solidaridad, la equidad, la comunión con todos y con todo. Estos contenidos eternos son muy fuertes y cuando se viven con intensidad, cuando el yo se fortalece con ellos, los cambios del mundo sensible no tienen la capacidad de afectarlo. El individuo permanece estable en sus vivencias racionales, lleno de la luz de las verdades inmutables, gozando el bien eterno, experimentando sentimientos espirituales de gran calidad.
Quien logre esta ascensión sobre lo sensible y alcance la contemplación del mundo de la verdad, el bien y la belleza eternos, experimentará una muy cómoda y confortante estabilidad emocional. Podrá experimentar así que la felicidad estable es posible, es real. Quien viva aferrado a la verdad, al bien, a la belleza, en aquella dimensión de eternidad que comportan, sólo puede sentirse feliz todo el tiempo.
Esta es nuestra meta como seres racionales, esta es nuestra forma natural de vivir. Por esta misma razón debe ser elegida y cultivada, porque sólo desde nuestra más honda libertad podemos realizarnos. Escapar del mundo mutable de la sensibilidad y alcanzar la libertad del espíritu, san Juan de la Cruz lo llamo “dichosa ventura”.
Y será muy dichoso quien tenga su mente llena de la bondad de Dios y de todas sus cosas, del deseo de ser uno con Dios y todas sus criaturas, de amarlo todo, de abrazarlo todo en su verdad y bondad. Cuando estas vivencias llenan el alma, una suave luz deriva hacia la sensibilidad y el mundo sensible se une al mundo espiritual en creciente armonía.
Pero si alguien cultiva rencores, emplea su energía en criticar y quejarse de todo lo imperfecto del mundo, tomando las sombras por la realidad, la tristeza, la amargura, la depresión, serán su salario. Ha equivocado el camino, no ha sabido pasar de lo aparente a lo real, de lo transitorio a lo eterno.
Eres lo que piensas, si elevas al cielo tus pensamientos, eres celestial, si los hundes en el tiempo que pasa, solo puedes sentir vacío y nada.
Esta es la gran dicha o la gran miseria del individuo, construir su felicidad perdurable o destruirla poniendo en su lugar el dolor y el vacío. Nos toca elegir.

Somos lo quwe

miércoles, 2 de abril de 2008

La felicidad como estado permanente

He recibido diversos comentarios a mis propuestas. Creo que existe como un convencimiento general de que se puede ser feliz, tener felicidad, en algunos momentos, pero no siempre. La finalidad de este BLOG es exactamente esa, establecer un diálogo sobre la felicidad. Mi afirmación es tajante: todos podemos ser felices durante todo el tiempo.
He recibido una amable carta de mi sobrina Zelfa, estudiante de licenciatura en enfermería, que quiero compartir con ustedes porque expresa bien una situación real, propia de quienquiera que acepte el reto y decida sentirse feliz durante todo el tiempo. Ella me escribió lo siguiente:

“Querido tío:

Hace días que no te escribo, pero en realidad estoy que no me da el tiempo para nada, espero estés muy bien, por aquí todos bien, gracias a Dios.
Leí tu meditación sobre la pascua y me encantó, lleva un mensaje muy liberador, que ojala estuviera al alcance de todos, orgullosa yo de poderlo tener.
Bueno, mi tío, de por acá poco de contar o lo que es peor, lo mismo de siempre, con buena salud todos que es lo importante, pero sin nada a señalar.
En cambio, yo te puedo decir que estoy muy bien y feliz, gracias a Dios ¿Sabes, ya me suena raro oír a las personas cuando dicen: estoy infeliz, me siento mal, estoy aburrida, ese tipo de cosas así; en realidad estoy muy bien, con bienestar que no me parece posible, un estado de calma que nada me perturba, es muy bueno estar así, claro mañana puede que me suma en la depresión más grande del mundo… pero eso no sucederá, porque estoy aprendiendo mucho acerca de cómo vivir en equilibrio.
A veces me sorprendo pensando que cómo es posible poder vivir así, sin nada alterándote, deprimiéndote; paso el día así, luego pienso, ¡mi madre!, no estaré yo drogada, o sea, no es euforia, ni siquiera una felicidad desbordarte, sencillamente un estado de tranquilidad constante, muy sabroso, por cierto, pienso mantenerlo; cuando llegue una prueba de fuego, ya veré qué pasa, mientras tanto, lo disfruto.
Bueno, cuéntame algo de ti.

Un beso grande de tu sobrina.

Zelfa”.


Ese estado de “tranquilidad constante” es posible para todo el mundo. Cierto, cuando se alcanza, uno se siente extraño viendo a la gente infeliz, quejosa, triste. No es necesario estar infeliz. Ella ha mencionado “vivir en equilibrio”, Se refiere a un libro de W. Dyer, en que el famoso escritor muestra cómo lograr vivir con ese equilibrio que nos mantiene sin alteraciones, sin depresiones. Si leen los temas primeros pueden encontrar cómo comenzar este camino de paz interior, de estabilidad emocional, de sosiego reparador.
Quiero agradecer a todos sus comentarios. Especialmente a mi sobrina Zelfa por su hermoso testimonio.

La felicidad como eastado permanente