miércoles, 21 de diciembre de 2011

GLORIA, GLORIA

¡Gloria, Gloria!

“Gloria a Dios en el cielo
Y en la tierra paz a los hombres
Nacidos de su amor.


Es Navidad, celebramos el nacimiento hace 2011 años del maestro de la paz. El vino desde la presencia del Padre para anunciar la paz, la paz de Dios, la que el mundo no puede dar. Es la paz de nuestra verdad fundamental: hemos nacido hijos amados del Padre para heredar su reino, la vida eterna. Estamos en esta tierra camino del cielo, de la paz eterna, de la alegría sin fin, del amor incomparable.
Es verdad que estamos de camino, es verdad que el camino puede ser a veces incómodo, Pero, si miramos adónde vamos, comprenderemos con gran alivio que podemos hacerlo cantando y bailando, sin necesidad alguna de llorar, pues que vamos a la vida sin ocaso.
Obviamente, si usted está leyendo estas líneas es que ha nacido en esta tierra donde todavía vive. El nació para explicarnos que no hay nada que temer, que el Padre se ha complacido en darnos participación en su reino de luz eterna. Entonces es usted alguien indeciblemente dichoso: pudo no nacer, pero nació, y ahora, ya nacido, solo tiene por delante la vida feliz en la eternidad de Dios que le ama como a hijo suyo.
Si usted lee esto, pero no es cristiano, ni siquiera creyente, no se preocupe. El Hijo Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, y en esos días nos dejó aclarado que él no vino a condenar al mundo, sino a salvarlo. Soy ahora feliz al pensar que usted y yo tendremos una eternidad para celebrarlo.

FELIZ NAVIDAD






martes, 6 de diciembre de 2011

SIEMPRE HAY ALIVIO




Muchas experiencias nos muestran a lo largo de la vida que siempre no es posible estar en un estado de paz y bienestar, de alegría y amor. Muchas veces experimentamos que diversos acontecimientos nos afectan sin que podamos evitar un sordo sufrimiento. Otras veces, sin causas aparentes, nos sentimos mal. Obviamente el ser humano es un organismo sumamente complejo, en el que las relaciones cuerpo- mente son extrañamente exquisitas. Así es que muchas personas se abandonan a la idea de que sentirse mal es natural, y lo hacen cotidiano; se dan muy poco tiempo para sentirse a gusto; escogen la queja como estilo de vida, se vuelven buscadores de cosas feas, y con increíble certeza las encuentran. Su mundo se torna oscuro y doloroso.
Sin embargo, siempre hay alivio, siempre es posible remontar esas situaciones interiores negativas y volver al bienestar interior, a la paz. Una vieja canción decía que quien no sabe de penas, no sebe de cosas buenas. Otros dijeron que detrás de la tormenta viene la calma. ¿Somos o no somos dueños de lo que sentimos? Podemos salir de la tormenta, eso es lo definitivo.
La sabiduría consiste en alcanzar esa meta tan alta de sentirnos espiritualmente bien, incluso cuando nos sentimos mal. Por eso es bueno vivir con la certeza de que siempre podremos encontrar un alivio, creer que cada problema objetivo, es un desafío para nuestra vida, pero no una derrota; razonar que los estados anímicos cambiantes muestran una zona de nuestro ser limitado, y aprovechar esas circunstancias para aprender más de nosotros, para lograr una mayor estabilidad. Muchos sabios han buscado la imperturbabilidad, pocos la han encontrado. Se sabe dónde está, pero nos cuesta llegar al lugar donde se esconde. Se llama desapego. Para estar feliz no necesito nada, ni estar bien ni estar mal. Me basta con estar ahí siendo. Dicho de otra manera, a lo clásico, no siendo, desapareciendo de ahí.