miércoles, 9 de marzo de 2011

CUARESMA



Se dice que la cuaresma es un tiempo de conversión y debe serlo. ¿En qué quiere usted convertirse? Obviamente, en una persona feliz. Como hemos dicho aquí repetidamente, la felicidad está constituida por la experiencia sostenida de paz, alegría y amor. Esta es la voluntad de Dios y no puede ser de otra manera. Nosotros creemos en un solo Dios Padre todopoderoso creador. La perfección infinita de su ser es desbordamiento eterno de amor y de esa corriente hemos nacido nosotros, no para sufrir, sino para ser felices. Aún en medio de las calamidades de este mundo imperfecto, podernos y debemos ser felices con lo que ahora tengamos.
Quizá sea este un buen tiempo para examinar nuestras creencias fundamentales. ¿Cree usted que puede ser feliz con lo que ahora tiene, incluso si es cáncer? Quizá esté usted a miles de kilómetros de creer tal cosa. Pues este es un tiempo bueno para echar a andar en esa dirección. ¿Cree usted que su felicidad es algo absolutamente incondicionado? Posiblemente usted crea que su felicidad está condicionada por muchas circunstancias, que de no darse, usted solo puede ser infeliz. Yo lo llamo a la conversión: conviértase en una persona que cree que su felicidad es un absoluto incondicionado.
La felicidad es la manera de ser absolutamente usted mismo, no se enajene de sí, no se aleje del ser que es, vaya a su encuentro, en lo más interior de sí mismo se encontrará con la luz infinitamente feliz de su espíritu inmortal. El cuerpo es motivo de muchas satisfacciones, cierto, pero la felicidad es propiedad de su espíritu inmutable. Todavía no hemos resucitado, claro está, mas también ahora podemos acceder a esa interioridad nuestra esencialmente feliz.
Lo normal es vivir vueltos hacia afuera, ajenos de los tesoros que llevamos con nosotros, y así llenamos nuestra mente de sombras, demasiado lejos de nuestra luz para verla, andamos entristecidos por todas estas cosas que se han de acabar para siempre. Este es un tiempo de conversión. Yo le invito a que se convierta, a que se vuelva un creyente en sí mismo, río de paz, fuente de alegría, creado para el gozo eterno de Dios que ya lleva en sí. Este es un tiempo bueno para convertirse en una persona feliz.