miércoles, 18 de diciembre de 2013

LA VERDAD





La verdad no solo nos hace libres, sino también felices. Cierto, existe el ámbito pequeño de la verdad, el de las pequeñas cosas que tratamos cada día, cuya importancia es ciertamente relativa. Es verdad que hoy es 18 de diciembre de 2013, pero mañana, yo es verdad tal cosa. Necesitamos las pequeñas verdades para la diaria, forman parte  de la cotidianidad.
Pero existen verdades grandes, tan grandes que ellas determinan lo que somos o dejamos de ser. Un es el siguiente enunciado: “solo somos felices cuando obramos bien”. Esto suena con cierta lógica en el oído de cualquiera, pero no es evidente por sí mismo. La experiencia lo podría mostrar. Obrar bien es el más noble sentimiento del ser humano. Por eso es uno de los más interiores.
En general, la humanidad ha buscado las grandes verdades y ha hecho las grandes preguntas: ¿De Dónde vengo, a donde voy, qué debo hacer? El cristiano responde: vengo de Dios por medio de un proceso creador que lleva ya trece mil setecientos millones de años. Y voy al encuentro de mi Creador, a vivir en su gloria eternamente. Lo que tengo que hacer es el bien. Quien crea esto con toda la fuerza de su mente será una persona absolutamente feliz
Este es el mensaje esencial de todas las religiones. Pero ocurrieron múltiples interpretaciones de estos términos. Lo primero fue que el hombre no obró bien y se apartó de Dios. Lo segundo fue que Dios puso condiciones al hombre para llegar a él en la otra vida. Y la historia es que muy pocos miembros de la humanidad las cumplen. Los otros muchos son apartados de Dios eternamente sujetos a sufrimientos indecibles.
Ya en esta, posición al creyente sólo le queda vivir en una angustiante zozobra. Un dramatismo imponente penetra en la vida y de pronto todo se hace insoportable, todo: Dios, el bien, la religión, el prójimo y la única salvación que queda es la indiferencia.
Un espantoso ruido ha entrado en el sistema. Alguna funesta mentira ha entrado en el sistema de las verdades esenciales. Algo no esencial, falso, se ha introducido en el conjunto de las verdades liberadoras. Está en las interpretaciones. Los hombres que vivieron hace miles de siglos pensaron que Dios se comporta a imagen de los hombres mismos.
San Agustín escribió así: “Dios, que te creo sin ti, no te salvará sin ti”. Muy mal negocio ese. Si la creación fue gratuita, la salvación, por razones superiores, debe ser también gratuita. Dios nos crea, gracias, y Dios nos salva, más gracias todavía.
Ahora recobramos nuestra dignidad, ahora la verdad absoluta nos hace libres y felices.

Porque es así y no de otra manera, FELIZ NAVIDAD

miércoles, 4 de diciembre de 2013

FELIZ NAVIDAD



FELICITACIÓN DE NAVIDAD

“Gloria a Dios en el cielo
Y en la tierra paz a los hombres
Nacidos de su amor”.


Es Navidad, celebramos el nacimiento hace 2013 años del maestro de la paz. El vino desde la presencia del Padre para anunciar la paz, la paz de Dios, la que el mundo no puede dar. Es la paz de nuestra verdad fundamental: hemos nacido hijos amados del Padre para heredar su reino, la vida eterna. Estamos en esta tierra camino del cielo, de la paz eterna, de la alegría sin fin, del amor incomparable. Por lo tanto, feliz Navidad
      Es verdad que estamos de camino, es verdad que el camino puede ser a veces incómodo, Pero, si miramos adónde vamos, comprenderemos con gran alivio que podemos hacerlo cantando y bailando, sin necesidad alguna de llorar, pues que vamos a la vida sin ocaso.
     Obviamente, si usted está leyendo este mensaje es que ha nacido en esta tierra donde todavía vive. El nació para explicarnos que no hay nada que temer, que el Padre se ha complacido en darnos participación en su reino de luz eterna. Entonces es usted alguien indeciblemente dichoso: pudo no nacer, pero nació, y ahora, ya nacido, solo tiene por delante la vida feliz en la eternidad de Dios que le ama como a hijo suyo. Entonces, feliz Navidad
    Si usted lee esto, pero no es cristiano, ni siquiera creyente, no se preocupe. El Hijo Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, y en esos días nos dejó aclarado que él no vino a condenar al mundo, sino a salvarlo. Soy ahora feliz al pensar que usted y yo tendremos una eternidad para celebrarlo. Esto es Navidad. Quizá sea verdad que el modo de celebrar la Navidad no suscite grandes ideas, pero el que Hijo de Dios se haya hecho hombre tiene una enorme significación para la humanidad.  Por y eso, y por mucho más, feliz Navidad.
    Lo primero es que el Hijo de Dios se hizo hombre para que todos los hombres se hicieran hijos de Dios. El proyecto divino, tal como se describe principalmente en las cartas de san Pablo, se puede exponer así: Dios creó el universo para que existiera el hombre, y creó al hombre para que existiera Cristo y a Cristo para Dios, el cual lleva al cielo en su naturaleza humana a todos los humanos. Este proyecto divino es la voluntad de Dios de hacer partícipes de su gloria a los seres humanos, junto a los ángeles. El pecado no interviene en este proyecto de ninguna forma. La encarnación del Hijo Dios hubiese ocurrido lo mismo con pecado que sin pecado. Por eso digo, Feliz Navidad
   La creación del hombre es acto de gracia que se continúa  con la Encarnación. Pero la condición humana ha sido siempre clara para Dios. El pecado de los hombres no ha tomado a Dios nunca por sorpresa. Desde siempre ha contado con él y ha desarrollado su plan de salvación para la humanidad con absoluta independencia del comportamiento humano. Todo lo ha hecho por pura gracia, todo lo ha hecho desde su amor y por su amor. Esto es lo que celebramos en estos días.
                                                      AsÍ, pues, FELIZ NAVIDAD


lunes, 18 de noviembre de 2013

Estar bien.


Durante el pasado mes de octubre no he estado bien de salud debido a una gastrtitis de origen medicamentosa muy severa, pero si estuve feliz, junto a mi familia, en mi país, en mi ciudad, en la casa de todos.
Cuando cumplí 79 años y comencé la andadura de los ochenta, me pregunté qué había hecho con mi vida, qué había hecho con todos esos años. Si es que me entiendo bien y no me engaño, y si me engaño es igual, creo que han servido para ser feliz. Quiero agradecer a mis maestros sus enseñanzas. San Juan de la Cruz, Dicho de amor y luz 57, “No es voluntad de Dios que el alma sufra, si sufre es por su imperfección”.  No hay obligación, pues, de sufrir, ni tampoco de ser imperfecto, al contrario, la obligación es buscar la perfección, finalmente el no sufrir.
Santa Teresa de Jesús en aquel muy conocido poema: Nada te turbe, nada te espante, me ha enseñado permanecer en paz. Podemos y debemos permanecer tranquilos ante cualquier acontecimiento, sea cual sea. No perder la paz interior por nada es la regla. La razón la da ella misma, porque todo se pasa. No hay que angustiarse por lo que hoy es y mañana ya no es. En este presente orden todo se pasa, para bien de todos. Esto me ha llevado a relativizar las cosas, este mundo tiene poco de verdad, de real, todo se pasa. Pero existe también lo que no pasa, Dios no se muda.
Es muy interesante. He llegado a esta edad pensando que no estamos en el mundo para sufrir, ni para caer en ansiedad alguna, sino para gozar de paz permanente rebosando felicidad. Y de pronto se termina el año de la fe. Me he sentido coherente, yo creo en Dios, supremo Bien, eterno Amor. Este eterno amor, supremo bien, padre creador, solo pudo crearnos para que fuéramos felices.

Nosotros hemos inventado que solamente se puede ser feliz en determinadas condiciones, no en todas. Nos hemos puesto esos límites. Creo firmemente que nuestra felicidad temporal, aquí en la tierra, es siempre posible, pero aquel que vive en eterna alegría, en llama infinita de amor, nos llevará a vivir con él para siempre. A todos, sin excepción alguna. La humanidad entera será reunida finalmente en su presencia gloriosa y glorificadora. Allí estaré yo sin duda alguna y tú también.

lunes, 14 de octubre de 2013

EL INGRATO



Existen dos actitudes ante la vida, la del buscador de faltas y la del buscador de amor. Quien busca faltas, obviamente las encuentra y las señala y las sufre y, además, se cree muy inteligente  por eso. Llega a la conclusión práctica de que en este mundo no hay nada bueno, se queja, se amarga, sin que encuentre cosa por cuya existencia estar agradecido. No conoce la gratitud, no experimenta felicidad. Los buscadores de faltas se convierten en dos tipos de personas, que son:  los amargados y los cínicos. El amargado se queja, el cínico se burla. Ninguno es feliz.
Quienes buscan amor en todo lo hallan en todo. La razón es que en todo hay amor. En algunas situaciones es manifiesto, en otras está escondido, pero el amor nunca falta. Si ya te estás preguntando qué es amor, palabra que se oye tanto, pero que muchas veces no se sabe si significa algo real, veamos la respuesta. Amor es existencia. La nada, lo no existente, no es, ni amor ni nada. Todo lo que existe es amor. Entre los existentes, algunos gozan de inteligencia y pueden percibir de modo reflexivo la existencia de algo. Entonces, como si el vacío de la nada fuera cubierto y lleno de algo, se experimenta alegría. Esa alegría es la forma primaria del amor consciente.
Cuando estamos conscientes de que no estamos solos en un vacío, sino acompañados por millones de seres existentes, iguales unos y diversos otros, experimentamos amor hacia la totalidad, y un hermoso sentimiento de gratitud ilumina nuestro interior. Ejemplo de ellos es el cántico a las criaturas de san Francisco. La gratitud es un componente esencial de la felicidad.
¿Qué sucede si buscamos los fallos de las cosas. Descubrimos que hasta el sol tiene manchas. Si estudiamos un poco más, veremos que no puede dejar de tenerlas. La rosa roja fulgurante en su esplendor, duró solo unas horas, luego quedaron solas las espinas. Y podemos hacer dos cosas, gozar aquel instante de fulgor, o lamentarnos de que ya no existe. Pero la rosa, por breve que sea su existencia, es un amor y está allí aquellas horas de guardia para acariciar tus ojos.
Podemos encontrar el amor que lleva cada cosa cosido a su ser y disfrutarlo. También podemos ver su fragilidad y lamentarnos o burlarnos.  La realidad es que no La realidad es que no podemos pedirles a las cosas que están ancladas en el tiempo y espacio que sean eternas. Si las miramos con amor, quizá ellas no hablen del que Eterno y podamos entonces llenar nuestra vida de gratitud, de felicidad.


miércoles, 2 de octubre de 2013

PODER ELEGIR





Algunas personas que han logrado con mucha disciplina mental gozar de una gran libertad interior, es decir, tener casi un poder mayor sobre sus reacciones emocionales, pueden elegir  lo que desean pensar y  sentir. Quienes no tienen este dominio viven sometidos al flujo y reflujo de sus emociones y dudan, con toda razón, que tal cosa se pueda lograr.
Pocas personas saben que su capacidad de dominio interior es realmente grande, porque ellas lo han logrado. Otras muchas, la inmensa mayoría, lo ignoran  porque lo que ellas han logrado es poco y piensan que así es el ser humano. Yo he trabajado ya durante muchos años en el tema de que puedo elegir ser feliz en toda circunstancia. Soy testigo de que no es fácil, pero sí, posible.
Podríamos aceptar que en la vida suceden solamente dos tipos de cosas, las agradables y las desagradables. Con las agradables no hay mayor problema. La dificultad es con las desagradables. Pueden llenar una escala casi infinita. Vamos a elegir una categoría, el sufrimiento, propio o ajeno. ¿Puedo elegir ser feliz ante un sufrimiento propio cuando es muy grande?  Frente al sufrimiento físico, dolor, o al moral, perturbación, ¿puedo elegir estar feliz?
Puedo elegir ahora, que no pasa nada, vivir sin temor alguno sobre ese posible futuro. Cuando llegue, si es que llega, veré a cómo tocamos. Cuando fui operado de apendicitis, ya algo avanzada la infección, con fiebre muy alta y dolores muy fuertes, mientras esperaba ser operado, elegí vivir el dolor con paz y fue maravilloso. En verdad, no importa cuál sea el dolor, lo que importa es el amor. Y siempre se puede elegir el amor, o lo que es lo mismo, la felicidad.         
Las situaciones excepcionales no marcan la cotidianidad de la vida, pero no cabe dudas de que estar bien entrenado ayuda mucho cuando se presentan. Existe un viejo precepto, “llorar con los que lloran”. ¿Qué hacemos ante la persona que sufre grandes quebrantos? Quien está educado correctamente despliega toda su compasión, reconoce que no se le puede ofrecer al que sufre nada mejor que la paz, el amor, y la presencia serena y amistosa.
Puedo elegir siempre ser creador, en toda circunstancia, propia o ajena, y sentir paz, alegría y amor. Por cierto, nadie necesita nuestra tristeza, ni nuestro dolor, ni nuestras lágrimas y lamentos. Pero todos necesitamos siempre paz, alegría y amor. También puedo, Dios no lo permita, elegir la guerra, la violencia, el odio. Y muchos lo hacen desafortunadamente. Lo que deseo afirmar es que podemos elegir.
Este poder tiene un límite, no podemos elegir de modo alguno lo que no es. Y, desde un punto de vista existencial, no podemos elegir tampoco lo que es malo. Yo elijo la paz que es buena para mí y para todos, yo elijo la alegría que es buena para mí y para todos, y yo elijo el amor que es bueno para mí y para todos. Yo elijo mi bien y el bien de todos. Yo puedo elegir.

 Y tú también.

jueves, 26 de septiembre de 2013

LO PRIMERO






Usted ha encontrado hoy este blog y ha sentido cierta curiosidad. Se promete, como si fuera tan fácil, ayudarse a  ser feliz. Usted me pregunta ¿qué es lo primero que debo hacer?  - Aceptar la “primera verdad sagrada”: las cosas son como son. En el mismo instante en que usted crea que las cosas pueden ser de otra manera distinta de cómo son y comienza a querer que sean como usted  quiere y no como son, su felicidad comienza a hundirse en un abismo muy profundo. Ejemplos: existe la salud y la enfermedad; la vida y la muerte; los acontecimientos agradables y los desagradables.
Si usted se empeña en que no sea así, en que sólo exista salud, y vida, y cosas agradables, en algún momento las encontrará y será feliz, pero después las perderá y con ellas su felicidad. ¿Quiere esto decir que se debe ser feliz en las buenas y en las malas? Exactamente. ¿Y cómo vamos a ser felices en las malas? Aceptando que forman parte de la realidad. Y ¿cree usted que se puede ser feliz con solo aceptar lo negativo de la vida?
Muchas personas, cuando les sucede algo malo, se preguntan ¿Por qué a mí? Y esa pregunta lleva a otra. Y ¿por qué no a usted? Porque no existe ninguna razón para que no le suceda a usted. Cualquier cosa mala le puede suceder a cualquiera. También a usted, lo mismo que a mí. Una tarde sufrí el esguince de un tobillo, a las cinco llegué a mi iglesia con el pie y la pierna enyesados, a las seis comencé la Santa Misa sentado en una silla de ruedas, incómodo y dolorido. La compasión de los fieles, su simpatía, fue algo tan fino y amable que todo el dolor quedó olvidado. Puedo decir con honestidad que aquellos dos meses, hasta la normalidad total, fueron muy felices. No por el esguince, está claro, sino por la ternura con que aquellos fieles, amigos míos, me arroparon.
Aprendí que no debía generalizar. Mi tobillo estaba mal, pero yo no, el resto de mi cuerpo estaba sano. Podía gozar la salud del resto de mi cuerpo. Mi mente estaba normal, mi corazón seguía latiendo, no había ninguna razón para llorar.  ¿No es verdad que hubiese sido mejor para todo el mundo que no se hubiese dado el hecho del esguince? No, de ninguna manera. Lo mejor fue el accidente. Fue la forma en que pude conocer mis potenciales y la solidaridad que existía a mi alrededor.
Si realmente desea iniciar un camino que le lleve a la vivencia de la felicidad, necesita aceptar de todo corazón la primera verdad sagrada, tan elemental, tan simple: las cosas son como son. Y tales como son, aunque ahora no lo entienda, son fuente de felicidad.





miércoles, 18 de septiembre de 2013

En un solo ser



Santa Teresa de Jesús dejó escrito en varios lugares de sus obras que es imposible permanecer en un solo ser, al menos en esta vida. No es posible estar siempre contento, ni triste, ni deprimido, sino que se dan necesariamente cambios de estados de ánimo. Efectivamente, todos somos testigos de esos cambios.
No obstante, ella reconoció que existía un fondo, allá muy adentro del alma, en el que habitaba una felicidad que nunca se alteraba por más que en la exterioridad hubiese grandes quebrantos. Estar triste y estar feliz fueron para ella experiencias simultáneas. Allí, en aquella dimensión del ser del alma en la que está Dios, nunca hay tristeza, ni sufrimiento, allí siempre hay felicidad, paz, alegría, amor, porque allí está Dios.
Sucede que ese lugar interior donde está Dios con su ser divino, eterna e infinita felicidad, no es consciente para nosotros de modo espontáneo. Habrá que cultivar mucho, mucho, la oración interior, el amor a Dios, para que esa dimensión de nuestro ser interior se nos revele y de alguna manera lleguen a nuestra conciencia destellos de su gloria.  En la muerte el alma se adentra en este ser suyo donde vive con Dios y se le revela aquella dimensión sagrada que nunca fue afectada por nada negativo, siempre fue un lugar de gracia, de luz, de amor, de gloria, porque siempre fue una morada de Dios.
Habrá que reconocer que este lenguaje no es habitual ni entre personas más piadosas, por el contrario se han instalado lenguajes infundados. Se supone que nosotros estamos aquí, en la tierra, y Dios está allá, en el cielo. Cuando alguien muere, su alma sale del cuerpo y comparece ante Dios, como ante un juez que la juzga. Así Dios no es una furente de felicidad, sino de miedo, así en lugar de buscarlo, simplemente le huyes.
El problema no es tanto que te apartas de Dios, sino de ti mismo. Lo más íntimo de ti no eres tú, es Dios. Lo más feliz de ti no eres tú, es Dios en ti. Ahí, donde tú y Dios están, hay solamente, sin contaminación de ninguna clase, paz, alegría, amor, felicidad perfecta. Pero en ese centro no estamos enteros, mucha parte de nosotros está fuera, incapaz de percibir ni gozar de esa presencia de gloria. Esta es nuestra condición actual, pero nada impide que comencemos a cavar un túnel que nos lleve al lugar sagrado en el que nosotros y Dios estamos juntos gozando su gloria..



sábado, 14 de septiembre de 2013

Los que tienen el don.



Los que tienen el don.

En la humanidad, en todas partes y en todos los tiempos, han existido personas que han elegido una forma de vida diferente de la que vive la mayoría. Me refiero a los monjes y a las monjas, o personas similares, que han existido en la humanidad, dentro de las más diversas culturas. Si todas las cosas que se han dicho de ellas fueran verdad, habría que tenerlas por extraños extraterrestres, pertenecientes a un mundo distinto del nuestro.
¿Puede ser feliz una persona que renuncia a su libertad personal, a la posesión de riquezas y al disfrute de su sexualidad? ¿Puede ser feliz una persona sometida a obediencia, pobreza y celibato? En algún momento los revolucionarios franceses creyeron que no era posible y comenzaron a matar curas y monjas en nombre de la razón. Pero todavía hoy existen franceses y francesas que eligen ser obedientes, pobres y célibes.
Dentro de la iglesia católica, desde muy pronto, se comenzó a practicar este estilo de vida, basado en la idea de consagrarse a Dios como al único amor. Pero se entiende que es una vocación muy singular, de puras minorías. Quien tiene ese don y vive para solo Dios y de solo Dios, puede alcanzar un estado de paz, armonía y amor, tal que se le convierte en una experiencia suprema de felicidad.
Quienes siguen un camino místico entran en una relación viva con Dios, sumo bien, que les llena de una indecible felicidad, primicia de la gloria celestial. Nada los turba, nada los espanta. Quienes se quedan lejos de ese mundo maravilloso, solos en la fe, liberan su corazón de todo afán terreno, gozan una muy fina libertad interior, una sosegada existencia generosa. Y son extrañamente felices.
La verdad es que la felicidad es una propiedad esencial de nuestro ser espiritual y cuando lo liberamos de todo lo que no es él, llega a la conciencia, sin bloqueos, la felicidad que somos. La posesión de las cosas no hace feliz. Cierto, somos seres necesitados, pero allí donde están nuestras necesidades, no está la sede de nuestra felicidad. La felicidad es la forma de ser de nuestro espíritu inmortal y quienes cultivan su espíritu comprueban que allí, donde está la felicidad, está Dios, infinita y eterna felicidad. Así, lo crea usted o no, consagrarse a Dios es consagrarse a la felicidad. Lo pueden hacer solo aquellos que tienen el don.

 

jueves, 5 de septiembre de 2013

FELICIDAD



He venido últimamente reflexionando sobre aspectos más íntimos de la felicidad. Hay que reconocer que objetivamente existen muchas formas de felicidad, aunque la esencia de la misma sea un fenómeno de la más honda intimidad. Quizá ello tenga que ver incluso con las diferencias temperamentales.
Muchas personas son felices en medio de la fiesta, con los cantos, música, bailes, y todo lo que se le puede agregar. Otras prefieren momentos tranquilos, de intimidad con otras pocas personas, o en la soledad. Existen quienes son felices en el desarrollo de actividades, ya sean culturales, ya sean laborales. Para algunas otras personas es muy feliz entregarse a la investigación científica.  Otros gozan una intensa felicidad en la vida de pareja, de familia, o en el ámbito de servicio social.
Existe, además, otra felicidad, maravillosa, muy realizadora, la felicidad religiosa. La religión abarca el pensamiento, el sentimiento y la acción del ser humano. Cuando contemplamos la creación, su grandeza, su belleza, como la de un cielo cuajado de estrellas, y pensamos que todo ello es obra amorosa del Ser Supremo, de Dios, sentimos una intensa felicidad, nacida de esta contemplación. Cuando pienso en el Dios que crea y que juntamente salva, un hondo sentimiento de paz y confianza llena tanto mi mente como mi corazón. No hay una felicidad mayor que la de sentir esclarecido el sentido de la vida cuando se vive la fe  religiosa.
A Dios se le llama Espíritu Consolador, porque viene a nuestra debilidad y nos acoge en su infinita fortaleza, nos consuela con su presencia viva, nos acaricia como una madre a su bebé. Cierto, esta imagen verdadera de Dios ha sido manipulada por quienes nos querían manipular y convertida en una sombra de miedo mortal, nos ocultó el rostro del Padre infinitamente tierno, origen de todo consuelo.

La felicidad nacida del poder llamar Padre al creador de este mundo en que vivimos es extrañamente feliz. Es sumamente consolador decir: Padre nuestro, que estas en el cielo…

lunes, 26 de agosto de 2013

FELICIDAD EN TIEMPOS MALOS





Para la inmensa mayoría de la humanidad la felicidad es escasa y se cosecha solo en tiempos buenos. Para muchas personas, los tiempos buenos son pocos y los malos muchos. Quizá usted conozca personas que pasan casi todo el día quejándose de todo. Parece incluso que encuentran cierto placer en ello.
A veces suceden cosas que hubiéramos preferido que no sucedieran y nos sentimos con una tendencia interior a sentirnos mal. Se insinúa un estado de depresión, como de una inevitable tristeza. ¿Qué hacer? Aprender a sentirse bien aún sintiéndose mal. Es inevitable que sucedan esas situaciones. Nos afectan porque vivíamos con la certeza de que no tendrían lugar cosas desagradables. Más temprano que tarde llegaron y nos sorprendieron.
Si hemos desarrollado la capacidad de analizar nuestros propios estados anímicos, ahora hay una buena oportunidad para entrar dentro de nuestro propio interior y ver allí los girones de tristeza de sutiles egos que nos habitan. Es muy bueno oír sus llantos y sonreírnos con ellos. No cometa el error de atacarlos, ellos son débiles, impotentes, mejor los consuela.  La posibilidad de vivir sin egos existe solamente después del purgatorio.
La experiencia de estas debilidades frente a lo adverso, más exactamente, ante lo indeseado, podría provocar nuestro buen humor y cambiar los llantos en risas. Es la felicidad en tiempos malos.

Sería una buena decisión aprovechar los tiempos buenos para ejercitarse en cultivar paz interior, ecuanimidad, serenidad. Con esa preparación, cuando arrecien los tiempos malos, se estará en posición de soportar la tormenta. Y casi milagrosamente, en medio de ella, una delicada alegría mansa, emerge del interior, como la estrella que, en la noche, se deja ver entre los rotos de  las nubes. Siempre es posible estar feliz.

lunes, 19 de agosto de 2013

FENOMENOLOGÍA DE LA FELICIDAD




A veces resulta difícil hablar, o escribir, acerca de la felicidad. Creo que la felicidad es como una niña pequeña que hay que resguardar  del frío, del viento, de la humedad;  no exponerla a las inclemencias del tiempo. En estos días he sentido una interior felicidad negada a que escriba de ella, tan tierna, tan delicada, tan indecible, y he tenido como escrúpulo de ponerla en letras y sea profanada.
Sentirse sano, sin enfermedades, claro que es feliz. Conseguir aquello que se desea es satisfactorio, es feliz. Recibir reconocimiento de las personas importantes es agradable, es feliz, y se puede expresar con palabras. Pero existe un sentimiento interior de bienestar espiritual que no desea ser expuesto, es absolutamente personal, íntimo. Sucede cuando me encuentro conmigo en un nivel de profundidad en que una milagrosa luz brilla tan mansa y amorosa que se hace inaccesible. Allí, en ese reino de paz
Después, como avergonzada emerge una imagen inédita de mi mismo, ajena, extraña, nueva, pero la única auténtica que siempre he sido. En esa foto soy feliz, soy independiente, soy yo. Es una imagen que nadie ha visto, ni yo antes. Ahora la veo por primera vez y me pregunto, ¿con que este era yo? Una sorpresa muy grande para mí.   

Es muy bueno, y muy necesario, hacer contacto alguna vez en la vida con esa zona interior imperturbable en la que cada uno se reconoce siendo él mismo un ser feliz. Es la experiencia inefable de ser felicidad, que es mucho más que tener felicidad o que estar feliz. Tener y estar son cosas que pueden pasar, pero ser no, no pasa, es para siempre. La certeza absoluta de ser felicidad, en medio de este mundo cambiante y triste, es un acontecimiento finísimo, intangible casi para quien lo vive. Es como haber estado con Dios.

miércoles, 31 de julio de 2013

LA CONCIENCUIA DE SÍ



Existe un refrán que pregunta: ¿A dónde va Vicente? Y Responde: donde va la gente. Quizás  yo esté en un error, pero creo que la humanidad es Vicente en una gran mayoría. Existen muchas personas que comen porque ven comer y beben porque ven beber, sin una posición asumida personalmente para definir lo que quieren ser, algo  con lo que se identifican y defina su modo de estar en el mundo. En realidad, existen solo dos posibilidades, estar formando parte de los problemas o estar formando parte de sus soluciones.

Millones de seres humanos no meditan, no reflexionan, sobre los problemas del mundo. Viven dentro de ellos sin captarlos, muchas veces aturdidos por esa masa inmensa de información que nos aplasta. No es fácil emerger de ella y establecer una posición racional, libre, constitutiva del propio estar en el mundo.
Una persona de espalda a la humanidad no puede ser feliz, por la razón elemental de que estar de espalda a la humanidad es estar de espalda a sí mismo. Y, si recuerdan, la felicidad es estar en presencia de sí mismo. Se puede admitir con facilidad que la necesidad fundamental de la humanidad es la paz. Cada uno necesita la suya propia y todos necesitan la paz de todos.

Puesto de pie sobre la tierra, mirando al horizonte, usted pronuncia formalmente su decisión: yo estoy a favor de la paz, contra toda violencia. - Y, ¿me acuesto a dormir? - Claro, y con ese pensamiento se duerme, se  levanta, desayuna, almuerza y cena, y con ese pensamiento se vuelve a dormir. Con ese pensamiento respira, camina, trabaja, y vive hasta que se vaya de este mundo.

Cuando usted en su interioridad se sienta ser una muralla contra la violencia, un baluarte de la paz, se sentirá feliz, increíblemente feliz. Pero si decide seguir yendo, como Vicente, donde va la gente, estará de parte del problema y se le negará ser feliz.

                                        Felices, pues, los que trabajan por la paz



martes, 23 de julio de 2013

VOY A SER FELIZ




Cada ser humano, uno por uno, vive dentro de la totalidad de la humanidad y participa de sus condiciones generales. También yo y… también tú. No podemos respirar otro aire distinto del que rodea la tierra y ese está por desgracia muy contaminado. Tengo la osadía, o la desfachatez, de decir: no importa, yo voy a ser feliz. Pido que se me perdone. La cuestión es otra, la de si podré serlo en medio de este mundo triste, inconforme, lleno de quejas y protestas.
San Pablo nos dejó escrito que es bueno llorar con los que lloran y reír con los que ríen. No quiero ser causa de llanto para nadie y lo sería en el caso de que alguien me encontrara llorando. Pero si estoy riendo seré motivo para que el otro ría conmigo. Mi don a la humanidad, lo que yo quiero ser para los demás, es hacerme una invitación a reír, no a llorar.
De hecho me encuentro frecuentemente con gente que llora. ¿Qué podré yo decirle al que está afligido llorando? Le diré simplemente: no llores. No quiero que llores, no hay ningún motivo para llorar. No te lo digo por mí, es que no hay ninguna razón para llorar. Y cuando me diga, ¿acaso este aire tan contaminado que rodea la tierra no es un motivo suficiente para llorar? No, diré. Cuando tu lágrima se evapora solo queda sal y se aumenta la contaminación. Si amas al mundo, por favor, no sigas llorando.
Creo que esta humanidad está muy necesitada de felicidad, de risas y canciones. Por otro lado, está sobrada de llantos y lamentaciones. Yo elijo mi puesto, en esta humanidad yo decido estar de parte de la risa y no del llanto, de la alegría y no de la tristeza. Es mi decisión, voy a ser feliz.



lunes, 22 de julio de 2013

MARTA, MARTA




“Andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; solo una es necesaria” (Lc  10,41).  Entre los elementos que conforman esa única cosa necesaria está la paz. Sin paz sólo podemos estar inquietos y nerviosos. La paz es un integrante básico de la felicidad. Pero, es desolador mirar la realidad humana, antes y ahora, no hay paz, sino guerra o amenazas de guerras, grades o pequeñas. ¿Por qué es así, por qué los humanos han vivido y viven bajo la sombre ominosa de la guerra?
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En las Constituciones vigentes hoy por todo el mundo se le otorga a la persona gobernante declarar la guerra. Un solo hombre, una sola mujer, puede mandar a millones de hombre y mujeres a la guerra. Está legalizado, en la leyes de las naciones, hacer la guerra. Pensemos en la situación contraria, nadie, ningún organismo ni persona, puede hacer guerra.

¿Quién garantizará que todos lo cumplan? La conciencia de la humanidad misma. Pero, todavía hoy, la conciencia de la humanidad está a favor de la guerra. ¿Qué se puede esperar para los próximos siglos?
En la historia pasada, los pueblos vecinos se hacían la guerra unos a otros. En los tiempos actuales, los pueblos vecinos crean bloques y dentro de ellos se protegen, es un proceso en marcha.

 ¿Qué podemos avizorar sobre el comportamiento de estos bloques ya consolidados?  Pueden suceder dos cosas, que se enfrenten o que se unan y se forme un solo bloque que abarque a toda la humanidad. En este caso, sería posible realizar ese deseo que todos llevamos dentro, la paz global, la paz universal.

Ese día, la paz será el modo natural de estar en el mundo. Habrá desaparecido el miedo, y todos nos encontraremos felices en un mundo sin guerra. Esta es una cosa muy necesaria. Hoy decido convertirme en un buscador de paz y no de guerras. Pondré en mi corazón este fermente de felicidad

miércoles, 10 de julio de 2013

LLUVIA


yo he sido feliz leyendo un poema, a veces también escribiéndolo. La lluvia abundante y amable de estos días me ha despertado mi fibra lírica y he sido feliz escribiendo estos versos que comparto contigo.



Llueve.
En la ventana la voz de la lluvia.
Por la ronda del tiempo,
Desde muy lejos,
viene el recuerdo de aquella tarde
en que te hice, lluvia, una promesa, 
sin saber si la cumpliría.
Prometí hacerte un poema,
 blanca lluvia, amorosa lluvia,
lluvia fecunda.
Quería hacerte un verso de amor, amiga mía.

Hoy has vuelto a mi ventana
Con tu voz de cristal.
Es la hora de cumplirte mi promesa,
y decirte lo mucho que te quiero,
Lluvia hermana, amante mía,
                                          Por todas las cosas bellas que haces
Para mí cada hora de tu presencia.
En mi camino, pones flores 
Comida en la mesa,
Agua en mis ríos,
Risas en mis juegos contigo bajo el aguacero.
Cuando te ibas me dejabas los trinos alegres
de los pájaros felices.
Y el sol brillando más limpio.

Cuando tardabas en volver
¡qué triste la tierra muerta!
Sin ti no había vida,
Ni alegría en las mañanas.
Cuando tú no venías,
Te llamaba con amor y ansia:
Ven, lluvia, todo se ha muerto.
Ven, hermana lluvia, te necesito.
Mis ríos se secan,
Mis flores no vuelven a nacer,
Los pájaros no cantan.
Ven, hermana lluvia,
Riega mi tierra.
Aplaca la polvareda,
Al almendro de mi patio
Se le han caído sus hojas,
Yacen por el suelo sin vida.
Ven, lluvia fecunda,
Déjame oír otra vez tu canto de cristal.

Volvías, lluvia amada, deseada,
envuelta en nubes negras,
Retumbaban truenos enormes.
Hermosa era tu risa blanca,
Tu perfume de flores al nacer.
Volvía contigo la vida.
¡Oh lluvia, lluvia, lluvia!









lunes, 1 de julio de 2013

DEMOCRACIA



Había en un pueblo un hombre muy amigo de la democracia y lo nombraron alcalde. El primer día que se sentó ante su mesa de trabajo, abrió una gaveta y vio un pequeño objeto, lo tomó, lo miró y llamó a su secretario para preguntarle su opinión sobre el pequeño objeto. Muy respetuosamente devolvió la pregunta al alcalde, él no sabía. Consultó luego con su esposa, pero ella tampoco quiso expresar su opinión. Entonces tuvo una idea genial, convocar al pueblo a un plebiscito a fin de llegar a una idea exacta. Había una pregunta y dos respuestas posibles: sí, o no. Y un pequeño objeto montado sobre un espejo. El resultado fue, 80 % sí, 19 % de abstenciones y un no. Muy entusiasmado el alcalde dijo: ya sé que esto es un diamente, aunque el joyero haya dicho que no, que era un vidrio. Pero fue el único.
Muchas personas viven quejosas, malhumoradas, tristes, rabiosas, recelosas. Si tú les preguntas por qué viven así, ellas miran a su alrededor y ven que así es como vive la mayoría de las personas que conocen. Es la ley de la vida. Usan el argumento del alcalde, lo dice la mayoría. ¿Y si le preguntamos a un joyero?
Vamos a preguntar, no precisamente a un joyero, sino a una joyera, por cierto muy experta. ¿Tenemos que vivir turbados? No, dice ella, nada te turbe. ¿Y cómo así? Porque todo se pasa. Entonces, ¿la solución es vivir en el aire? Tampoco, responde ella, Dios no se muda.
Nos encontramos con lo que cambia y con lo eterno, lo que no se muda. Cuando alguien se muere, lo que se muere es el cuerpo, desde siempre mortal, pero no el alma, desde siempre inmortal, que ahora entra para siempre en la luz de Dios. Entonces, ¿voy a llorar por el cuerpo mortal que se muere y olvidar el alma inmortal que entra en la paz eterna? En este caso, el alma es el diamante, el cuerpo un vidrio llamado a romperse.
Y si esa alma está en pecado mortal y Dios la envía al infierno a sufrir eternamente, ¿cómo voy yo a estar feliz y no triste? El Dios que no se muda, eterno y sumo bien, eterno y sumo amor, y eterno y sumo perdón, no hace eso, a todos salva.
Quizá sería bueno examinar nuestras creencias religiosas para distinguir el vidrio del diamante. El Dios en que yo creo es un Dios que salva, no es vidrio, es diamante de infinita calidad.
Podemos vivir felices


jueves, 13 de junio de 2013

INTIMIDAD


La felicidad implica un alto contenido de intimidad. Es una exigencia del ser social del ente humano. Muchas personas experimentan graves dificultades cuando están en una relación cercana con otros individuos.  Existen sujetos que ponen un metro de distancia mínima respecto del otro, como si temieran ser invadidos. Por el contario, otros se sienten cómodos cuando la distancia tiende a 0. 
La intimidad no se mide por la distancia de los cuerpos, sino por la cercanía de las almas. Me contaba una persona que a ella le aterraba la soledad. Le expliqué que ese era un muy buen tiempo para la intimidad, para estar con ella misma. No lo puedo afirmar categóricamente, pero tengo la impresión de que el miedo a la soledad abunda más entre las mujeres, por bellas que sean.
Quien no siente el bienestar de estar asolas consigo mismo, carece de intimidad, vive necesariamente huyendo de su sombra. Así no se experimenta felicidad.  Quiero decir que la felicidad es una experiencia de la intimidad, como el olor del perfume de mi propia existencia.  Yo lo disfruto mucho a la vuelta de un mal estomacal. Sentirse sano es profundamente feliz. Amo a las personas vitales.
Yo me siento lo más importante y valioso que existe sobre la tierra. ¡Qué feliz es existir¡ Pero cuando te miro a ti siento que eres lo más importante y valioso que existe. Y siento una doble felicidad, la de ser yo y la de que tú seas tú. Esto sería de alguna manera la intimidad. Ahí estoy yo y estás tú y él, y la luz de las estrellas, los santos y los pecadores, y los ángeles. En esa soledad sonora de la intimidad descubro que yo soy un poco todo el universo, que existe una misteriosa presencia de cada cosa en mi luz propia interior,  Que yo soy uno con la totalidad, con el Todo. Pero cuando estoy fuera de mí, acompañado solo de sombras, es imposible que sienta felicidad.

Es en la intimidad de cada uno donde la felicidad ha puesto su trono

lunes, 27 de mayo de 2013

MADRE

Madre, aquella que nos engendró,
nos llevo en su vientre,
nos recostó sobre su corazón
y nos alimentó.
Desvelada, veló nuestros primeros sueños,
nos acarició con infinita  ternura,
nos abrigó con el calor de su cuerpo
largas horas jugó con nuestra peq
ueña humanidad,
nos enseñó las pineras palabras
y los primeros pasos que dimos.
Ella nos hizo senrir importantes,
la primera  persona que amanos fue ella.
En este día para ella toda la gratitud,
para ella que de viejos nos sigue llamando ""bebé".
Nunca crecismos lo suficiente
para que pudiera ella mirar a otro lado.
Sus ojos están siempre fijos en nosotros,
porque su amor es el mayor que existe.
Por ella hacemos hoy un alto en este viaje loco
y le decimos con un corazón de niño:
!Qué linda eres, mamá!

sábado, 18 de mayo de 2013

MADRE - PADRE






Para el destino de un ser humano no hay  nada tan definitivo que haber tenido una mamá buena. Para todo ser humano es verdad que la experiencia del cariño materno, de su ternura, de aquella presencia tierna y constante, es la fuerza generadora de un posterior equilibrio emocional, que sin esa vivencia es imposible enraizar hondamente en la propia personalidad. Por eso teníarazón Erich Fromm cuando decía que no hay dicha mayor que haber tenido una madre buena
Cuando debo acudir a mis más secretas reservas para enfrentar situaciones más dificultosas, mi fuerza se apoya en el regazo de mi mamá. Allí reposan todas mis seguridades, mis capacidades de retar el mundo entero. Sin ella no me imagino.  Yo tuve la suerte de tener una mamá buena, cariñosa, acogedora, y con ella mis tiernos años se hicieron fuertes.
Después, bastante después, encuentro una muy especial relación entre madre y esposo, que puede ser muy positiva o muy negativa. Primero diré algo sobre esa relación negativa, como yo la he podido observar. En los primeros días del nacimiento sucede que la madre está debilitada por el trabajo del parto, ella necesita ser atendida, y el recién nacido, tan desvalido, reclama muchos cuidados. La atención de la mamá se centra en su bebé, lo cual significa que se descentra de su esposo, y éste comienza a sentirse incómodo, termina siendo víctima de sutiles celos de su propio hijo y todo ello se convierte en frustración del padre, del esposo, y se aleja. Después comenta que ella fue más madre que esposa.
Una relación correcta entre padre, madre e hijo, se da en este orden: el esposo, supuestamente el padre, renuncia a ser centro y se vuelve asistente de la madre, la esposa, y, por medio de ella alcanza a su hijo recién nacido. Así los tres comienzan a constituir una unidad vital en la que padre, madre, hijo, se enlazan en un solo amor.
Yo no quiero creerlo ni afirmarlo, debe ser falso, pero a mi me ha parecido descubrir en ciertos padres claros signos de celos respecto de su propio hijo, Como si el bebé hubiese venido a interponerse entre él su esposa. También algunas esposas reconocen que fueron más madres que esposas.
He visto también todo lo contrario, esposos que se vuelcan sobre la esposa- madre y se olvidan de sí mismos. Es a través de la madre que el padre llega al hijo recién nacido y así en ella se reconoce padre. La madre llevó a su hijo nueve mese en su vientre y el padre la llevó a ella todo ese tiempo en su corazón. Cuando nace el hijo de los dos están perfectamente unidos, los tres extrañamente unidos, felizmente unidos. Es ya la familia. El amor logrado.
Cundo la familia se realiza en esta dimensión se hace una  fuente inagotable de felicidad. Pero muchas veces no se da esta perfecta armonía, y los hijos van creciendo con un sentimiento de orfandad, de sutil tristeza.



lunes, 13 de mayo de 2013

SÍ SE PUEDE





Hoy he recordado una acalorada conversación que tuve hace años en una Iglesia católica de la Habana. En mi exposición yo había insinuado tímidamente que se podría alcanzar un cierto grado de felicidad en la vida de modo estable. Al final una buena señora me enfrentó delante del grupo de personas que me rodeaba y en forma de absoluto convencimiento me dijo, de modo que todos lo oyeran, que yo estaba muy equivocado, que en esta vida cuando más se podían lograr algunos momentos fugaces de felicidad. Esa era la verdad y todo lo demás era falso.
Yo, que sí se puede, y ella, que no; finalmente todos que no y yo solo que sí se puede ser feliz. Sus argumentos eran sus experiencias, ella había intentado muchas veces ser feliz y cuando no era por una cosas era por otras, nunca lo había logrado.  Los demás estuvieron de acuerdo. Sin pudor ninguno me atacaron, me despedazaron. Yo no era más que un iluso. Ella exhortó a los presentes a no ser ilusos. No se puede ser feliz. Realmente estamos expulsados del paraíso.
Obviamente, quien crea que es absolutamente imposible ser feliz, no podrá serlo. Si por una de esas cosas de la vida, se siente feliz en un momento dado, tan pronto como se dé cuenta del hecho, la duda vendrá cargada de dolor y hará naufragar aquella nave tan débil. Y se convencerá una vez más de que la felicidad es imposible en esta vida. La trampa es perfecta. Cuando alguien cree que algo es imposible, ni aún, cuando lo vea delante de sus ojos lo creerá, porque es imposible. Una persona lógica, reflexiva, decide no querer ni buscar aquello que sea imposible por ser lo único razonable. Dado que la felicidad es imposible, no hay que buscarle, ni quererla, ni desearla, es algo imposible.
Razoné que si era posible un minuto, también podría serlo durante dos minutos, y así, minuto tras minuto, hasta una hora; y luego una hora tras otra hasta un día.  Debí hacer diversas investigaciones. Descubrí  que soy feliz cuando tengo lo que quiero. Entendí que no soy feliz por lo que tengo, sino porque quiero tenerlo. Un día llegó una prueba definitiva, lo que yo tenía era fiebre de 42 grados y un horrible dolor apendicular. ¿Podría ser feliz con aquello? Viví el más ambiguo momento de mi vida hasta hoy. Me acogí, me amé, esperé gozoso el momento de la operación y, ni aunque yo lo crea, fui feliz.
Y con este secreto de querer lo que tengo voy siendo feliz. Antes no pensaba que yo tuviera tantas cosas hermosas, grandiosas, como ahora tengo. La más preciosa de ellas es ese grupo de personas que han decidido ser felices.  Ya somos más de cuatro los que creemos que podemos ser felices y, ¿saben una cosa? Lo somos.
No lo dude, usted puede ser feliz. Vale la pena intentarlo.

martes, 7 de mayo de 2013

TRABAJAR




Trabajar es la fuente mayor de felicidad del hombre, imagen de Dios creador. No sé la razón, pero nadie quiso hacer un comentario, quizá por demasiado sabido. Pero tengo la impresión de que trabajar para muchas personas no es fuente ninguna de felicidad, sino de todo lo contrario. lo cual es un grave error Yo disfruto mucho mi trabajo, decir misa, confesar, atender personas, escribir, leer.
Hice recientemente un viaje a Bávaro por tramos de carreteras muy nuevas, muy cómodas, hechas, ¿quién lo diría?, con el trabajo del hombre. Vi nuevos y bellos edificios, hechos con el trabajo del hombre.
La tierra es bella, bellísima, es fruto del trabajo de Dios. Después nosotros, hijos amados de Dios, semejanza suya, hemos seguido llenando la tierra de cosas bellas, útiles, con nuestro trabajo embellecemos cada día la tierra, somos continuadores de la obra de la creación de Dios. Todos somos creadores, artistas, que durante siglos hemos acrecentado la belleza del mundo con nuestro trabajo.
Miguel Angel puede contemplar complacido la Piedad que acaba de tallar con su trabajo en el mármol escogido por él en la cantera. Antes, otros con su trabajo debieron cortar el mármol trasladarlo y ponerlo en la posición requerida. También ellos fueron artistas en su trabajo. Tienen todo el derecho del mundo para sentirse felices. Todo el que hace algo con sus manos, o su voz, o su mente, esta enriqueciendo el mundo, por pequeño que sea eso que produce.
Quien permanece cuadruplégico en una cama, con un mínimo de conciencia, de razón, articulando alguna palabra, está llenando un vacío con ese resto de trabajo que hace. A causa de él, la tierra es más hermosa. Desde lo más excelso a lo más mediocre discurre lo existente, y todo es bello, el brillo de las estrellas en la noche y la ignorada piedrecita al lado del camino que nadie ve. No importa lo que hagas, antes no estaba y ahora está, está ahí gracias a tu trabajo.
Si sucede que no tienes conciencia de ello y crees digo tonterías, pregunta a quien no tiene manos cuanto daría por tenerlas y poder tocar su cara, aunque solo fuera eso. Si no sabes valorar lo que haces, sea cual sea tu trabajo, pierdes las satisfacciones más hondas de la vida.

lunes, 29 de abril de 2013

EL TRABAJO





Tengo una amiga que me dice: "a mí debían cobrarme por trabajar en lugar de pagarme, porque me encanta mi trabajo". Ella es decoradora y realmente disfruta decorar. No todos tienen esa suerte. A mí me encanta lo que hago. Sí, claro, también escribir sobre felicidad. Tengo la ligera impresión de que pocas personas disfrutan su trabajo, incluso personas que trabajan en lo que quieren. Obviamente, las realidades pueden ser percibidas y valoradas de diversa manera. ¿Existirá una forma de ver el trabajo que nos haga felices?
Dado el hecho universal de la esclavitud, sistema en que los trabajadores esclavos vivían en pésimas condiciones y hacían los trabajos llamados serviles bajo sistemas inhumanos, el trabajo se asoció a la idea de máxima calamidad. Allí, en aquella circunstancias, el trabajo no podía devenir en fuente de felicidad, sino todo lo contrario. Era un signo de desgracia, de sufrimiento, de muerte. Primero fueron los recolectores y cazadores, luego los agricultores, después los pastores.
Ellos fueron poetas, cantaron los campos, los rebaños, vivían felices, entre aquellas bellezas bucólicas, llenos de melancolías y sueños. Un día llegó la guerra, los fabricantes de armas, las praderas de amapolas se cuajaron de  sangre, los valles de cementerios. Los hombres se quedaron tristes haciendo instrumentos para matar. Se perdió la poesía y nació aquella frase, resumen de todas las tristezas: “trabajar para el inglés”. ¿Para qué, pues, trabajar? Y así, la fuente más fecunda de felicidad se convirtió en llanto.
¿Existirá algún poder capaz de desencantar la historia y volverla otra vez el canto de unas manos que plantan rosas o envían un satélite al espacio?  Quizá pueda alguien comenzar un sortilegio para atraer la paz y llamar la libertad  y sea entonces feliz trabajar otra vez para llenar la tierra de amor. Sea la paz la obra de tus manos. Trabajar es la máxima felicidad del hombre. Imagen del Creador.

viernes, 19 de abril de 2013

UNA DECISIÓN




Dijimos al abrir este blog que la felicidad era fundamentalmente una decisión. Quienes hayan tenido la paciencia de leer lo publicado sobre el tema, podrán comentar que podría ser verdad, pero realmente es una decisión muy compleja, no tan fácil como podría parecer. La felicidad es una decisión. Claro, pero una decisión muy exigente.
Quien decide ser feliz, se compromete a realizar una investigación muy interesante, pero nada fácil. ¿Qué motiva la felicidad? Debe tener alguna condición, ¿cuál? Un individuo que sobrevive absolutamente solo, ¿puede sentirse feliz? No, sin compañía de alguien no se puede ser feliz. Si es así. La felicidad es una realidad condicionada. En este caso, no basta con una decisión solamente, se deben dar las condiciones requeridas.
La otra respuesta sería, sí, no se necesita de nadie más para ser feliz, basta uno mismo. La felicidad sería incondicionada, no depende de nada distinto de la persona misma. Todos sabemos que somos seres necesitados, débiles, y sin otras muchas cosas y personas no podemos vivir.
Somos compuestos de alma, espíritu, y cuerpo. Todas las necesidades están en el cuerpo, pero el espíritu no tiene ninguna necesidad corporal. Existe una sensación corporal general agradable, que se llama contento. Existe un estado psíquico de bienestar interior que se llama felicidad. Sus componentes son paz, alegría y amor. Cuando se juntan el contento y la felicidad se tiene una experiencia de plenitud.
Lograr la felicidad espiritual, independientemente de lo que suceda en el orden material, es la gran meta de la espiritualidad. Rico soy feliz, pobre soy feliz, saludable soy feliz, enfermo soy feliz, estimado soy feliz, odiado soy feliz, saciado soy feliz, hambriento soy feliz. Esta es la decisión. Completamente simple. Es posible solo en las más altas cumbres de la vida espiritual.

miércoles, 17 de abril de 2013

ABRIL






1960 – 2013
Son 53 años de sacerdote, de religioso carmelita, de cristiano. La Resonancia con espectroscopia, realizada recientemente (13-04-2013), muestra que mi cerebro se ha puesto viejo, tan viejo como yo. Los días que me queden con más o menos lucidez, quiero que estén llenos de paz, de alegría y de amor, que estén llenos de Dios. Para él he vivido estos 53 años, por él he sufrido… No, no, no es eso. Yo no he sufrido durante estos 53 años. Alguna vez, quizá, he usado mi inteligencia con mayor o menor acierto. Estos años los he vivido envuelto en la luz del Evangelio, camino de la verdad, camino del amor, acompañado por la paz y la alegría. De niño amé las cosas, adolescente, busqué su verdad, adulto ya comprendí que el amor es la única cosa que existe, que es real.
Durante algún tiempo pensé que las personas se hacían dignas de amor por su comportamiento, que merecían o no el afecto y el respeto con sus acciones. Jesús me enseñó que no era así, la oveja que el pastor cargó sobre sus hombros fue la perdida. El día más luminoso de mi vida, hasta donde yo puedo valorar hoy, fue aquel en que decidí amar también a los malos. Fue entonces que supe lo que significa realmente la compasión. Desde esa hora Dios comenzó a ser para mi  realmente Dios.
  Al conmemorar esto 53 años de mi sacerdocio quiero enviar un mensaje a todos los que vean esta entrada en FELICIDAD. Yo he sido feliz con muy pocas cosas, y cuando he tenido más, no por eso he tenido más felicidad. Si existiera algún secreto, ¿cuál sería ese secreto? Sencillamente, tú eres tu felicidad. Nadie te la puede dar ni quitar en este mundo. Yo he siendo feliz siendo el amor que soy. No hay ningún secreto, solo que aceptes ser el amor que eres.

martes, 9 de abril de 2013

HAZ LO TUYO




Este viejo precepto, con su tinte de individualismo, tiene el poder de centrar tus energías en la dirección de su máximo rendimiento. Introduces esta división: lo tuyo, lo ajeno y lo de Dios. Lo tuyo es lo que está en tu poder hacer, lo ajeno es lo que está en el poder de otros y lo de Dios es aquello que está fuera del poder del hombre. Siempre que quieras hacer lo ajeno, tendrás como resultado la frustración, la decepción, y no serás feliz. He conocido bondadosísimas abuelas tratando de guiar a sus nietos por el buen camino, pero con pésimos resultados. Lo que los nietos, los hijos mayores de edad, deban hacer es propio de ellos, no de sus abuelos ni de sus padres.
Una persona adulta debe asumir su responsabilidad y hacer lo que le corresponde, pero si ella no lo hace se queda sin hacer. Así de simple. Cuando no haces lo tuyo solo puedes esperar sufrimiento, cuando tratas de hacer lo ajeno, la frustración será la recompensa. Es cierto que eres un individuo, distinto de todos los demás, e igual a ti mismo.
También es cierto que estás en medio de los demás. Imagina una composición musical, realizada con cientos de notas armoniosamente ordenadas. Cuanto más cada nota se ella misma, tanto mejor se oirá la melodía. Así, cuanto mejor hagas tú lo tuyo, tu relación con los demás será más rica, más armoniosa.
Existen tres cosas realmente importantes, decisivas para ti. Tu paz, tu alegría y tu amor. Si las logras, tú estarás bien y los que se encuentren contigo se sentirán dichosos. Tú siempre tranquilo, tú siempre contento, tú siempre amoroso, muy bueno para ti. Y muy bueno para los demás que se encuentre contigo.
Pero tu paz, tu alegría y tu amor, es asunto tuyo y solo tuyo. Haz, pues, lo tuyo.  Serás feliz. Toda energía que gastes en hacer lo ajeno será perdida para ti y molesta para el otro. Haz lo tuyo y habrás cumplido con toda la humanidad. Lo tuyo es tu paz, tu alegría, tu amor. Hazlo y serás un ser feliz en medio de otros seres que también serán felices contigo.