lunes, 19 de marzo de 2012

LA CONDICIÓN ABSOLUTA

La experiencia más negativa que alguien puede tener, la más insidiosa y venenosa, es el rencor. Quien elige el rencor, haga lo que haga, solo puede sentirse infeliz. Como usted y yo estamos intentando ser personas que viven con felicidad, debemos prestar mucha atención para advertir la existencia de ese sentimiento, llamado rencor. El rencor es un enojo profundo y persistente; un resentimiento arraigado que desequilibra y enferma el cuerpo y la mente. En esas condiciones es imposible ser feliz. Existen experiencias de rencor plenamente conscientes, cultivarlas es como tomar un veneno que tarde o temprano nos mata. El rencor implica muchas posiciones psíquicas negativas. Como creer que alguien nos hizo daño en nuestra propia dignidad de persona, y continuar con ese sentimiento de humillación. En realidad, quizá sea verdad que alguien pudo hacer cosas muy atroces con nuestro cuerpo, pero nadie puede tocar nuestro yo real, es invulnerable. Otra posición falsa es creer que es correcto sentirse uno mal por lo que otros hicieron con nosotros, que eso nos obliga a sentirnos mal, no es verdad, no estamos obligados a sentirnos mal por lo que otros nos hayan hecho. El rencor es siempre un mal para quien lo guarda. Existe larvadamente otro rencor, escondido en los fondos del subconsciente y desde allí nos turba, nos enferma. La dificultad ahora es que no podemos actuar sobre él porque está fuera de la conciencia. Si alguien presta atención a su vida psíquica en algún momento puede sentirlo y abrir su conciencia dejando que se manifieste. ¿Qué se puede hacer cuando se descubre un rencor que ha permanecido inconsciente? En primer lugar, no culparse por haberlo tenido escondido. Ahora que saber que todo sentimiento negativo que no se aclara o no se habla, se vuelve contra nosotros mismos y nos afecta. Lo primero sea aclararlo lo más posible, verlo con toda claridad, cómo nace, de qué hechos, y no culparse por ello. ¿Cómo se logra eliminarlo? La palabra exacta sería, mediante el perdón. En el hecho rencoroso se implican personas y un acontecimiento. Para borrar el sentimiento de rencor es necesario ver las cosas de otra forma. El acontecimiento pudro ser tremendo, de efectos muy dolorosos. Hemos estado en esas situaciones, pero no estamos obligados a seguir sufriendo por ello. Decidimos no hacernos mal a nosotros mismo por eso. Después podemos comprender que aquel suceso fue una admirable oportunidad de crecimiento personal.Ahora lo contamos a los otros como una de las más interesantes cosas de la propia vida. Aquello que fue causa de mucho dolor, de mucha infelicidad, se vuelve ahora causa de satisfacción y alegría. Si alguien nos quiere, y sabe, nos pedirá que perdonemos. Entonces la luz de la poaz, del gozo y del amor, llenará nuestra existencia.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Su contribución

En este mundo, en esta hora, todos debemos hacer nuestra contribución a la humanidad y cooperar con el bien de todos. Ayudar en lo que los otros necesitan es nuestro deber. Nadie necesita su guerra, ni usted mismo, sería bueno que usted se ahorre su guerra. En cambio, le tierra está sedienta de paz, millones de personas necesitan paz, haga su contribución a la paz. Quizá usted piense con mucho realismo, por supuesto, que usted no puede hacer nada por la paz del mundo, que no está en su mano. No debe olvidar que esa contribución a la paz que usted debe es sólo su propia paz. Todos necesitamos su paz, no nos deje con el corazón vacío. Por favor, debe darnos su paz, la suya, la que usted vive. Tiene que vivirla usted para todos nosotros. Le quiero recordar que nos debe también su alegría. Mire cuanta gente triste hay en el mundo. Necesitamos su alegría, la suya, la misma que usted necesita para sí mismo. No, su tristeza no la necesita nadie. Por favor, deje la tristeza en la próxima esquina. Sobre la tierra hay una presión enorme de tristeza, no añada la suya. Pague su tributo de alegría a la humanidad. Pregunté ayer a una rosa marchita por qué estaba así y me respondió que estaba así, abrumada por la tristeza de quienes pasaron a su lado durante todo el día. Por todos nosotros tiene usted obligación de estar alegre. Compréndalo, necesitamos su alegría. Su tristeza, no, ¿para qué? Cuando pague su contribución de paz y alegría, comprenderá que le falta todavía pagar la deuda más cara y necesaria, la deuda de su amor. La tierra ya no aguanta más odio, la violencia se apodera de todos sus campos y de todas ciudades, imposible continuar así. Necesitamos amor, necesitamos el suyo; usted nos lo debe. Si no le merece amor ninguno a usted mismo, que prefiere odiarse, no lo haga, ámese mucho, no tanto por usted, sino por nosotros, por todos, por la humanidad. Su amor cuenta para todos, se lo exigimos. De guerras, odios y tristezas, la tierra se ha convertido en un valle de lágrimas donde vivimos gimiendo y llorando. Tanta gente infeliz, sin paz, si alegría, sin amor. Por eso todos estamos en deuda, por no pagar el tributo de nuestra paz, alegría y amor. ¿Será verdad que es tan trabajoso ser feliz? Yo necesito que usted lo sea.

jueves, 1 de marzo de 2012

PODEMOS

Marzo es el mes de de la primavera, de la poesía, de la vuelta de los colores vivos, de la alegría, del amor, quizás también de la vida feliz. Podemos estar en medio de la fiesta tan ausentes, tan lejos, que creamos que estamos en un cementerio olvidado. Podemos hacer de nuestra existencia una larga pesadumbre, un viaje a la nada. Podemos hacerlo todo al revés, llorar cuando se debía reír. Pero también podemos despertar y contemplar iluminados la belleza incontable de todo lo que nos rodea. Millones de estrellas brillan en el cielo y podemos gozar su luz leve, y podemos desafortunadamente no mirarlas nuca y solo ver tizones apagados. Podemos llenar nuestra boca de risas y cantares o de llantos y quejas.
En este día primero de marzo yo elijo ver nacer las flores en los campos, oír el trino de las aves, tocar la luz nueva de la mañana. Elijo, porque puedo hacerlo, llenar mi existencia de paz, de amor, de felicidad. Y elijo también, puedo hacerlo, pensar con amor en ti, que lees estas palabras. Quiero pedirte que me acompañes en este andar por la vida como seres salvados y bendecidos, viajeros de la luz, huéspedes del amor.