Andando estos días por la
Feria del Libro encontré un libro titulado La Felicidad. Una conquista
personal. Su autor es Pedro Romero. Lo
adquirí porque ese es mi tema preferido. Vendría bien para enriquecer mi Blog
Felicidad.
Pronto hallé su Declaración.
“Considero totalmente legítimo aspirar a la
felicidad en esta vida, siendo inteligentemente realistas, no torpemente
ilusos, uniendo el esfuerzo a una vida éticamente sana, no permitiendo que
nadie ni nada te quite la sonrisa y la paz, siendo solidarios con la felicidad
de los demás, tratando de ser libre, aspirando a la plenitud más alta de las
estrellas”.
Me sentí feliz de hallar
una persona que cree que es posible en esta vida conquistar la felicidad. Mis
congratulaciones. Obviamente esta felicidad está condicionada, solo dentro de
un cierto cuadro de comportamientos se logra.
Por mi parte deseo hacer
una observación especial. La felicidad no es algo que esté fuera de nosotros y
tengamos que conquistar. La felicidad es el modo natural de nuestro ser. La
situación es la siguiente: cuando estoy consciente del ser que soy, entonces
soy feliz, porque el ser que yo soy es felicidad.
Pero no siempre estoy
consciente del ser que soy, sino de los egos que me fabrico, sustitutos
ilegítimos de mi ser real. Las condiciones aludidas por Pedro Romero no se
refieren precisamente al constitutivo de la felicidad, sino a las condiciones
en que el propio ser se manifiesta.
Es bueno recordar que la
conciencia no recoge por sí misma los contenidos profundos del ser que somos.
Puede, no obstante, captar su presencia mediante las actividades que lo
expresan. Las señaladas por Pedro Romero son de las más importantes, aunque no
sea una cuenta exhaustiva.
La conclusión es esta: nuestro
ser es felicidad. Yo soy felicidad, tú eres felicidad, todos somos felicidad. Y
cuando no nos sentimos felices es que no estamos sintiéndonos a nosotros
mismos. Así, todo lo que necesitamos para ser felices lo tenemos de nuestra
piel hacia dentro.