lunes, 14 de julio de 2008

OBSTÁCULOS. CONTINUACIÓN

Los grandes maestros han creído que el ser humano puede alcanzar su felicidad completa, incluso de modo fácil. Ya que para lograrlo no se necesita tanto poner como quitar. Quizá sea interesante recordar algunos fragmentos de Buda y de san Juan de la Cruz. Así lo predicó Buda:

“He aquí, oh monjes, la verdad sagrada sobre la supresión del dolor: la extinción de esta sed por el aniquilamiento completo del deseo, desterrando el deseo, renunciando a él, liberándose de él, no dejándole en su sitio”.

¿Es que se puede vivir sin deseos? ¿Cómo podría ser una persona normal quien no tenga ningún deseo? Quienes han logrado una experiencia de paz interior más profunda, preguntarían lo contrario. ¿Es que se puede ser una persona normal estando sujeto a los deseos?
Un ejemplo podría dar a entender lo que se quiere decir. A las siete de la tarde estoy sentando en el malecón de la Habana de cara al sol cuando declina sobre el mar. Me entrego al presente absoluto de lo que tengo ante mí: El mar, rosa de atardecer, la brisa fresca en la piel, el rumor de olas mansas, un lento y tibio sabor marino, el muro gris. El sol, el horizonte, melancólico adiós al día. En la lejanía las nubes blandas, irisaciones mágicas, gloriosas, fantasmas encantados de fiesta. Crepúsculo, puro sosiego, el alma arrebatada de arreboles. El sol, el mar, la tarde, la vida.
Ningún deseo, sólo la serena contemplación del presente, el gozo inefable de un atardecer vivido aquí y ahora. Imaginemos otra situación, yo estoy en el mismo lugar con las mismas circunstancias, pero mi mente está siguiendo una cuestión que debo resolver más tarde, o mi recuerdo me está trayendo la desagradable experiencia de hoy por la mañana. Estoy dividido, presente y ausente, entre el sol que ven mis ojos y los deseos de que mañana se resuelva la situación. Los deseos me llevan lejos de mí, a los objetos deseados, o temidos, forma negativa del deseo.
Bien, se admite en este ejemplo: disfrute plenamente del ocaso, pero toda la vida no puede ser eso, hay que proponerse objetivos, cumplir tareas, discernir entre unas cosas y otras, lo que implica desear el bien, querer lo correcto, apartarse de lo malo, y todo ello exige estar llenos de deseos de justicia, de paz, de amor.
Es absolutamente cierto. Pero es cierto en aquellos momentos de la vida, cuando todavía no se ha hecho todo eso. Se dan cuatro posibilidades: se vive de espaldas a la verdad, se vive de frente a la verdad, se avanza en la posesión de la verdad, se llega a la plenitud de la verdad, a la iluminación. En el primer momento se vive con deseos inadecuados, en el segundo se cae en la cuenta de que es mejor buscar la verdad, se vive el deseo de la verdad; tercer momento, se alcanza cierto grado de verdad, se entra en un espacio de sabiduría; cuarto momento, se goza la verdad, todo ha sido alcanzado, ya no hay deseo. En el camino hacia la liberación, santidad, perfección, o como quiera que se le llame, se dan diversos grados de vivencia, que deben ser superados uno tras otro, hasta llegar a la posesión realizadora de la plenitud espiritual. En relación con el deseo, el proceso se puede describir así: desear salir de la vida frívola, seguir con el deseo de una vida seria, ya esto exige liberarse de los deseos frívolos y cultivar lo serios; en el camino hacia un sentido más responsable de la existencia, acontecen los descubrimientos diversos, unos más bajos, otros más elevados, esto implica otra vez eliminar los deseos más bajos y alimentar los más nobles; una vez en posesión de los más nobles deseos, se da necesariamente una experiencia de tranquilidad, unidad, paz, en que los deseos dejan ser deseos de realidades ausentes. Ahora ya todo es gozo de lo presente, no hay espacio para los deseos. Ahora se es feliz habitualmente, ahora la existencia, liberada de los deseos, entra en la luz de la felicidad.
San Juan de la Cruz escribió: “Para venir a poseerlo todo no quieras poseer algo en nada”. La felicidad plena vive en la posesión del todo, del mundo, de Dios, de la historia, no en detalle alguno. Seguiremos examinando este misterio que es la mística.

1 comentario:

Frank Vega dijo...

Gracias marciano por sus palabras. Este escrito posee mucha riqueza espiritual y en lo personal me sirve para encontrar el camino de la felicidad. Muchas veces intento buscar la verdad. Y la verdad que
encuentro es que nuestras vidas se han convertido en un circo. Un circo de deseos motivados por la vanidad o por las ansias de ser felices mediante la ganancia de cosas que estan fuera de nosotros. Me preguntaba si dandole algun motivo serio a mi vida este circo desapareceria. Entonces viene a mi mente la unica experiencia que considero realmente valiosa en nuestras vidas: las ansias y el deseo de amar y ser amado por Dios,
siguiendo la maxima de San Ignacio de alabar, servir y reverenciar a nuestro Señor.
Esta es la seriedad que necesitamos y la verdad que creo nos hara resucitar de la muerte hacia la vida incluso durante esta.
Gracias nuevamente por iluminarnos con su mensaje y disculpe por la extension de mis comentarios motivados por el deseo noble de desahogar en pocas palabras lo que quisiera algun dia entablar en una conversacion prolongada con usted.