El siglo XXI, siglo de acuario, fue vaticinado por los adeptos a las profecías como un siglo de crecimiento espiritual, de paz, de armonías nuevas, de dicha para la humanidad. Yo comencé el siglo con parecidos deseos, pero las señales que recibía apuntaban en otra dirección. Quizá lo más característico de la primera parte del siglo sea el doloroso descubrimiento de que casi nada está funcionando bien, que todo se deteriora, que las organizaciones mundiales en las que se había puesto tanta confianza no han servido prácticamente para nada, que la naturaleza se degrada, que cambios climáticos, impredecibles aún en sus consecuencias, amenazan nuestro futuro. Todo ello crea una incertidumbre global que llena de inquietud a las poblaciones que viven en la tierra, tan sufrida y agotada ya.
Se pueden imaginar tres escenarios en los que actúan los seres humanos actuales: el escenario de los ricos, estén donde estén; el escenario de las clases medias en cualquier parte, y el escenario de los pobres de todas partes. Se dan tres modos de conciencia, tres formas de experimentar la vida.
En el escenario de los ricos, las personas actúan como si su mundo estuviera amenazado de muerte. El invento de la cortina antimisiles puede ser un ejemplo. Las corrientes migratorias desde los otros escenarios les crean largas pesadillas. Cerrar fronteras, levantar muros, dictar leyes de represión de los inmigrantes, y otras muchas realidades, manifiestan la tragedia humana que se vive también allí, donde pareciera que todo debía ser feliz. Estos poderosos individuos, lanzados por oscuras fuerzas a defender a como dé lugar su universo privado, están muertos de miedo. No son felices.
En el escenario de las clases medias se producen sismos de grandes dimensiones, la tierra se hunde bajo sus pies. El bienestar logrado a fuerza de trabajo está amenazado constantemente. Se ha perdido la confianza. Lógicamente, muchas personas tienen poca conciencia de lo que viven, no observan su tablado, se hacen sordos a las voces de alerta. Pero tampoco son felices. La felicidad es un estado pleno de lucidez. Las personas ciegas ante la realidad, viven ignorantes y confusas, no felices.
En el escenario de los pobres, lugar del que ha sido supuestamente desterrada la felicidad, está creciendo una conciencia nueva: un mundo mejor es posible; emerge una esperanza, por más que densas tinieblas cubran aún gran parte de este escenario. Pero, sea que usted lo crea o no lo crea, en él viven algunas personas felices. El no tener lleva a veces a buscar el ser y cuando alguien descubre su ser, más allá del tener o no tener, comienza a ser feliz.
¿Puede suponerse que estas tres formas básicas de experiencia originen una conciencia universal que afecta a todos? Si así fuera, tendríamos el inconciente colectivo actual en continuidad perturbadora con el inconsciente ancestral. Es de conocimiento público que los psicofármacos son las drogas que hoy más consume la humanidad. Vivimos en un mundo desajustado, desequilibrado, amenazado, cansado, pretensioso, injusto, en el que los humanos luchan por sentirse bien, por ser personas realizadas, deseosas de todo lo bueno posible.
¿Cómo podrá ello ser posible? En el primer escenario se eligió como forma mágica: el tener más para consumir más; en el segundo escenario sus actores han decidido que la fórmula maravillosa es trasladarse al escenario de los ricos, luchar por se ricos. En el escenario de los pobres, como pobres al fin, deciden abandonar su situación para ir a vivir como servidores de los ricos con la secreta idea de llegar también ellos a ser ricos, o al menos escapar de su miseria.
El resultado final de esta lucha por una mejor vida es la frustración, la rabia y la tristeza, nacidas de la misma realidad de ir a buscar como sentido de la vida aquellas cosas que no pueden serlo. ¿Y puede usted decirnos cuál es el sentido verdadero de la vida?
La historia de las personas realizadas, felices, muestra que superaron todas las formas de división y separación, y se unieron al Todo Supremo. ¿En cuál de los escenarios está la posibilidad de vivir esa unión con el Todo? En ninguno, absolutamente; esos escenarios se construyen a partir del tener, y no es el tener la realidad que une al Todo, sino el ser. San Juan de la Cruz lo resumió así: “Porque para venir del todo al todo – has de negarte del todo en todo”.
Ya sé que a usted no le gusta la expresión “negarte”, pero “negarte” se refiere al tener, no al ser. Para ser plenamente tú mismo necesitas por ley de pura lógica no estar identificado con ninguna otra cosa que no seas tú mismo. Como tú ser es paz, alegría y amor, entonces todo tú estás unido al Todo que es infinitamente paz, alegría y amor, Dios y la creación.
Esta visión de la realidad humana está tan alejada de los escenarios donde vive la gente hoy que sólo por ventura, muy dichosa por cierto, puede hallarse. Vivimos en un mundo triste, oscuro, hostil, a pesar de todas las apariencias. ¿Cómo ser felices en tal mundo?
Se pueden imaginar tres escenarios en los que actúan los seres humanos actuales: el escenario de los ricos, estén donde estén; el escenario de las clases medias en cualquier parte, y el escenario de los pobres de todas partes. Se dan tres modos de conciencia, tres formas de experimentar la vida.
En el escenario de los ricos, las personas actúan como si su mundo estuviera amenazado de muerte. El invento de la cortina antimisiles puede ser un ejemplo. Las corrientes migratorias desde los otros escenarios les crean largas pesadillas. Cerrar fronteras, levantar muros, dictar leyes de represión de los inmigrantes, y otras muchas realidades, manifiestan la tragedia humana que se vive también allí, donde pareciera que todo debía ser feliz. Estos poderosos individuos, lanzados por oscuras fuerzas a defender a como dé lugar su universo privado, están muertos de miedo. No son felices.
En el escenario de las clases medias se producen sismos de grandes dimensiones, la tierra se hunde bajo sus pies. El bienestar logrado a fuerza de trabajo está amenazado constantemente. Se ha perdido la confianza. Lógicamente, muchas personas tienen poca conciencia de lo que viven, no observan su tablado, se hacen sordos a las voces de alerta. Pero tampoco son felices. La felicidad es un estado pleno de lucidez. Las personas ciegas ante la realidad, viven ignorantes y confusas, no felices.
En el escenario de los pobres, lugar del que ha sido supuestamente desterrada la felicidad, está creciendo una conciencia nueva: un mundo mejor es posible; emerge una esperanza, por más que densas tinieblas cubran aún gran parte de este escenario. Pero, sea que usted lo crea o no lo crea, en él viven algunas personas felices. El no tener lleva a veces a buscar el ser y cuando alguien descubre su ser, más allá del tener o no tener, comienza a ser feliz.
¿Puede suponerse que estas tres formas básicas de experiencia originen una conciencia universal que afecta a todos? Si así fuera, tendríamos el inconciente colectivo actual en continuidad perturbadora con el inconsciente ancestral. Es de conocimiento público que los psicofármacos son las drogas que hoy más consume la humanidad. Vivimos en un mundo desajustado, desequilibrado, amenazado, cansado, pretensioso, injusto, en el que los humanos luchan por sentirse bien, por ser personas realizadas, deseosas de todo lo bueno posible.
¿Cómo podrá ello ser posible? En el primer escenario se eligió como forma mágica: el tener más para consumir más; en el segundo escenario sus actores han decidido que la fórmula maravillosa es trasladarse al escenario de los ricos, luchar por se ricos. En el escenario de los pobres, como pobres al fin, deciden abandonar su situación para ir a vivir como servidores de los ricos con la secreta idea de llegar también ellos a ser ricos, o al menos escapar de su miseria.
El resultado final de esta lucha por una mejor vida es la frustración, la rabia y la tristeza, nacidas de la misma realidad de ir a buscar como sentido de la vida aquellas cosas que no pueden serlo. ¿Y puede usted decirnos cuál es el sentido verdadero de la vida?
La historia de las personas realizadas, felices, muestra que superaron todas las formas de división y separación, y se unieron al Todo Supremo. ¿En cuál de los escenarios está la posibilidad de vivir esa unión con el Todo? En ninguno, absolutamente; esos escenarios se construyen a partir del tener, y no es el tener la realidad que une al Todo, sino el ser. San Juan de la Cruz lo resumió así: “Porque para venir del todo al todo – has de negarte del todo en todo”.
Ya sé que a usted no le gusta la expresión “negarte”, pero “negarte” se refiere al tener, no al ser. Para ser plenamente tú mismo necesitas por ley de pura lógica no estar identificado con ninguna otra cosa que no seas tú mismo. Como tú ser es paz, alegría y amor, entonces todo tú estás unido al Todo que es infinitamente paz, alegría y amor, Dios y la creación.
Esta visión de la realidad humana está tan alejada de los escenarios donde vive la gente hoy que sólo por ventura, muy dichosa por cierto, puede hallarse. Vivimos en un mundo triste, oscuro, hostil, a pesar de todas las apariencias. ¿Cómo ser felices en tal mundo?