jueves, 9 de julio de 2009

ESTIMAR A LOS DEMÁS


Cada día, muchas veces, tratamos personas, nos relacionamos con personas. Tenemos amigos, compañeros de trabajo, de estudio, familiares. Ese necesario trato se puede convertir en momentos de felicidad o de dolor, disgusto, tristeza, de infelicidad, en resumen. Mucha gente, casi toda la gente, piensa que no depende de cada uno que una relación cualquiera sea feliz o infeliz. Para la gente, en general, depende de las circunstancias que rodean el encuentro el que sea feliz o todo lo contrario, pero no depende totalmente de uno mismo. Es obvio que el encuentro con un amigo agradable, será feliz, mientras que el encuentro con alguien descortés, desagradable, será negativo, doloroso en más o en menos, pero no podrá ser feliz.
Podemos analizar las escalas de valor que las personas ocupan en nuestra mente. No es igual una persona honorable que un vulgar ladrón, un estafador. No es igual encontrarse con una persona sobria que con un borracho. Así comprobamos que poseemos una gran cantidad de categorías para encasillar a las personas. Pero en general, existen dos grupos esencialmente diversos, el grupo de las personas buenas y el grupo de las personas malas. Así hemos definido que encontrarnos con personas buenas es normalmente feliz, como es infeliz encontrarnos con personas malas. Cuando estas personas incómodas viven con nosotros, son parte de nuestra familia, la convivencia se hace dolorosa. Es una pesada cruz.
Un día pregunté a una persona si prefería encontrarse con un ladrón o un policía y me respondió con esta pregunta: ¿cuál es la diferencia? Es otra manera de ver. Muy negativa, pero muy realista al menos en apariencia. Se puede decir con tanta razón que todas las personas son buenas como que son malas. Se puede sentir confianza hacia todos o desconfianza. Cierto número de personas desean ser objetivas y se esfuerzan por mantener las distinciones debidas entre bueno y malo. Y lógicamente consagran sus fuerzas a distinguir lo bueno de lo malo con la desagradable sorpresa de que lo bueno resultó malo y lo malo resultó bueno.
Fue malo que los hermanos de Josué trataran de matarlo, fue malo que lo vendieran a los ismaelitas, que lo acusaran infamemente, fue malo que lo encarcelaran. Pero fue bueno que el Faraón lo nombrara su Teniente general, lo cual no hubiese sucedido si no hubiese sido vendido y encarcelado. La vida de una persona, como la historia de la humanidad, no es una foto, sino una película con millones de fotos. Quien determine mirar una foto sola de su vida, sólo puede perder la perspectiva. La historia completa es una larga cadena en la cual los eslabones son muy diferentes, formados de bien y mal, pero la cadena del ser humano termina en la gloria de Dios, nuestro Padre, y eso basta para que todo mal sea camino para eterno e infinito bien.
Si aprendemos a pensar que todos los que entran y salen, o se quedan, en nuestra vida, forman parte de nuestro camino hacia Dios, nos será fácil comprender que todos son una bendición de Dios para nosotros, lo mismo ladrones que policías, borrachos que exquisitamente sobrios. Ese día podrás darle a cada uno, sin excepción algunas, el nombre de bendición de Dios,
Será muy feliz para ti hacerlo.

2 comentarios:

CECURA SANTO DOMINGO dijo...

Hola Padre Marciano!!!
En relación a Estimar a los demás, quisiera comentar como esto funciona en mi. >No es ningún secreto que toda persona atraviesa por momentos felices y otros no tan felices. He aprendido y sigo aprendiendo a cumplir la voluntad de Dios en toda mi vida. Es fácil decirlo, pero llegar a escribir estas palabras cuestan mucho. A veces pienso por qué tengo que atravesar el desierto y encontrarme con personas dañinas? Pero recupero la lucidez y me digo: Son personas que me ayudan a purificarme, como el oro. Personas que creen me hacen daño, pero no se dan cuenta que lo que hacen es hacerme más fuerte y segura de que Dios lo ve todo y que todo, por más negro que lo podamos ver, siempre obra para bien, Así que muchas gracias a las personas que en algun momento no fueron agradables conmigo o que intentaron hacerme daño, conciente o inconcientemente, porque al hacerlo, me han hecho ser mejor persona. Los estimo y deseo que Dios derrame muchas bendiciones sobre ellos.

Unknown dijo...

👍