Cumplir setenta y ocho años
Cuando era joven soñaba con llegar al siglo 21, simplemente
al año dos mil. Tenía una preocupación muy extraña, quería saber qué clase de anciano
iba yo a ser, ya que los modelos que tenía presente no eran de mi gusto. Tenía
un abuelo santo, con una especial claridad para percibir lo malo y quejarse de
todo. Mi padre no fue una persona feliz, apacible, debió sufrir demasiado en
sus primeros años. Mi madre era dulce y tierna; tuve con ella una excelente
relación, nos queríamos mucho, pero lloraba muchas veces, sufría. Yo no quería
ser un viejo así, llorón y amargado.
Cuando me hice
religioso Carmelita Descalzo, observaba a los ancianos, buscando a quien imitar.
Conocí religiosos ancianos muy simpáticos, como si la ancianidad no les pesara.
Después, a lo largo de aquellos años de madurez, me encontré con excelentes sacerdotes
que, ya muy ancianos, conservaban su prestancia y su saber con muchísima
elegancia. Fue en el obispado de Matanzas, en una reunión exclusiva para sacerdotes,
donde encontré un sacerdote, pasado ya de los ochenta años, que poseía una actitud
frente a los asuntos importantes de la vida totalmente joven, abierta, y él, en
particular, me parecía haber escapado del tiempo y vivir en el horizonte
luminoso de la verdad eterna.
Lo escogí como mi
modelo de anciano. Supongo que entre el modelo y yo existe gran distancia. No
obstante, me recuerdo a mi mismo el hecho elemental de que yo nací el 26 de
octubre de 1934, pero estoy viviendo ahora, en el 2012, setentaiocho años
después. Sería torpe que esos años transcurridos no me hubiesen servido para
vivir hoy, con los pensamientos de hoy, con la gente de hoy. Me han guiado dos
luces, que la verdad nos hace libres, que la verdad es el otro y sólo amándolo se
alcanza la libertad.
Hoy la alegría de conocer
y amar llena mi vida de juventud, de felicidad.
También se puede ser feliz al final de la vida terrena. Somos
amor y el amor es eterno. Cerca ya de la eternidad, el gozo de la vida futura
se desborda hacia este hoy terreno y lo llena de paz, alegría y amor.
3 comentarios:
Cuando sea grande quiero ser como usted!!!! Jejeje
Yo quiero siempre vivir en la paz, alegría, en el amor que Dios y usted me han enseñado. Soy privilegiada, dichosa de tenerlo como amigo y guía espiritual y de la vida.
Lo amo con todo el amor que Dios me ha dotado! Alegría y júbilo existen en mi ser por poder compartir con usted este día conmemorando 78 años de vida en el Amor de Dios!
Dios le siga bendiciendo hasta la eternidad!!
Feliz cumpleaños.
Zaidy
Hola D Marciano..que gusto leerle...y asi de simple y facil dicho...somos Amor y el Amor es eterno....la Verdad es el Otro....todas estas frases me van calando dentro de poco a poco...y sabe? la Libertad se van haciendo dentro de mi..como tal me llena de Gozo y Alegria de la Buena!!! Dios lo Bendiga
Don Marciano, qué alegría conocerle y poder felicitarle por ese 78 cumpleaños, sobre todo porque es la edad de mi marido y muy próxima a la mía, naci el 27 de noviembre de 1936.
Me gusta mucho su planteamiento de la ancianidad. La mente no envejece, cuando Dios está en ella, lo malo es que no coincide con la imagen que se refleja en el espejo, pero Dios suple ...
Voy a frecuentar su blog que me gusta mucho y he conocido por el de Gosspi. Lo enlazo en el mío.
Un saludo y felicidades
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