Sigue pasando, sigue yendo y
viniendo, el tiempo no para nunca, bendito sea el tiempo en que florecen las
flores, el tiempo en que maduran las frutas, el tiempo en el que crecemos.
Bendito sea el tiempo en que hacemos amigos, en que encontramos un amor,
bendito el tiempo en que somos felices.
¿De dónde viene el tiempo y a
dónde va? Viene de muy lejos, y va muy lejos, va fuera de sí, va a la eternidad
de donde vino. ¿Qué es el tempo? Es donde suceden todas las cosas, donde nacen
y mueren. Pero hay un tiempo muy especial, el tiempo del hombre.
En el ser humano el tiempo es
conciencia, pensamiento, emoción, acción, vida y muerte. Vivir para el ser
humano es tener conciencia de este ahora que percibe, que llena o vacía su
existencia, que lo eleva o lo humilla. El tiempo que le da la vida o se la
quita. El tiempo en que estudian los niños y viene alguien y los mata. El
tiempo en que alguien da la vida para que no los maten. El tiempo de las
mejores cosas y de las peores. Pero a pesar de todo el tiempo es salvación. En
el tiempo nacemos y en el tiempo morimos.
En el borde exterior del tiempo para el hombre
se abre otra dimensión, la vida eterna junto a Dios, donde el tiempo se
redime. El que mataba a los niños, la
que moría para que nos los mataran, salieron del tiempo en una extraña
circunstancia. Ahora en la eternidad, él y ella, añaden otra felicidad a la
gloria de ver a Dios considerando por qué ominosa manera llegaron juntos al
abrazo del amor infinito, al reino eterno de la paz y la gloria.
¡Oh tiempo, qué hondos misterios
encierras en tu misterioso acontecer! ¡Oh, eternidad infinita de amor, con
cuánta ternura recoges los ciegos golpes del tiempo y los conviertes
mágicamente en luz de eterna gloria!
Por lo tanto, sin duda alguna,
con absoluta certeza, bendito el tiempo, feliz el tiempo, glorioso el tiempo
que nos lleva a la vida, a la paz, al amor, a la luz, en la eternidad de Dios.
Por estas cosas y muchas más,
¡feliz año nuevo! El tiempo nos lleva en sus alas a la vida sin fin. Entonces,
¡feliz año nuevo!