lunes, 1 de abril de 2013

LA FELICIDAD ESCONDIDA





Existen muchas personas que sienten gran placer cuando comen, cuando beben y se sienten con buena salud. Otras personas aprecian más las relaciones sociales, los amigos, los eventos públicos. Otras personas se sienten mejor leyendo un libro interesante, visitando los museos, contando historias. Existen personas que sienten de una manera especial la religión, la espiritualidad.
Cada tipo de persona, conforme a sus preferencias y experiencias, busca su felicidad en los objetos más apreciados. Quienes desarrollan su gusto por la comida pueden acabar obesos, pero no felices, y los que apuestan por las bebidas alcohólicas probablemente terminen intoxicados, pero felices no. Se puede y se debe admitir que exista un cierto placer en comer y beber, pero no es la felicidad de los seres humanos. Lo vital se integra de alguna manera en lo humano y juega su papel.
Quienes sienten el placer de las relaciones humanas, la amistad, el compartir, suelen llevar una cuenta de ingresos y egresos, pronto descubren que han dado mucho y han recibido poco y se sienten frustrados. Enfrente están los solitarios, lo pasan tranquilos, pero no felices. Otro grupo lo conforman las personas religiosas, espirituales, con mucha probabilidad de hacerse puritanas, hipócrtitas, pero no felices.
¿Quiénes, pues, serán personas felices? No será feliz nunca quien busque su felicidad en algo que esté fuera de sí mismo. Nada, ni en la tierra ni en el cielo, nos puede dar felicidad. En cambio, nosotros podemos poner felicidad en todo lo que existe. El error está en pensarnos a nosotros mismos como seres necesitados de recibir felicidad de los diversos objetos existentes. La verdad es otra, somos nosotros quienes llevamos en nuestro ser la felicidad misma y podemos proyectarla en cada realidad que vamos encontrando.
Como un atardecer tropical no es bello ni feo, depende de quién lo observe, así tampoco en alegre ni triste, depende de quién lo mira. La felicidad está en nosotros esperando a que la vallamos regando por el mundo. El principio universal, el más universal de todos, es ese que se llama principio de realidad. Lo que es, es. Cuando aceptamos lo que es, eso que es, sea lo que sea, se vuelve un principio de felicidad, porque nuestra aceptación lo saca de la oscuridad y lo establece como luz. La negación de lo mejor lo convierte en peor, en oscuro, en feo.
No lo olvides, lo real, lo que es, tiene un gran potencial para dar felicidad. Puedes ser feliz con todo lo que es, si tú quieres.


1 comentario:

CECURA SANTO DOMINGO dijo...

Gracias Padre por sus sabias palabras. Cuando descubro que la felicidad está en mi es como si las puertas del cielo se abrieran en mi alma y el amor de Dios llenara todo mi ser.

Dios está en mi, yo en El. La felicidad es completa.

Zaidy.