sábado, 18 de mayo de 2013

MADRE - PADRE






Para el destino de un ser humano no hay  nada tan definitivo que haber tenido una mamá buena. Para todo ser humano es verdad que la experiencia del cariño materno, de su ternura, de aquella presencia tierna y constante, es la fuerza generadora de un posterior equilibrio emocional, que sin esa vivencia es imposible enraizar hondamente en la propia personalidad. Por eso teníarazón Erich Fromm cuando decía que no hay dicha mayor que haber tenido una madre buena
Cuando debo acudir a mis más secretas reservas para enfrentar situaciones más dificultosas, mi fuerza se apoya en el regazo de mi mamá. Allí reposan todas mis seguridades, mis capacidades de retar el mundo entero. Sin ella no me imagino.  Yo tuve la suerte de tener una mamá buena, cariñosa, acogedora, y con ella mis tiernos años se hicieron fuertes.
Después, bastante después, encuentro una muy especial relación entre madre y esposo, que puede ser muy positiva o muy negativa. Primero diré algo sobre esa relación negativa, como yo la he podido observar. En los primeros días del nacimiento sucede que la madre está debilitada por el trabajo del parto, ella necesita ser atendida, y el recién nacido, tan desvalido, reclama muchos cuidados. La atención de la mamá se centra en su bebé, lo cual significa que se descentra de su esposo, y éste comienza a sentirse incómodo, termina siendo víctima de sutiles celos de su propio hijo y todo ello se convierte en frustración del padre, del esposo, y se aleja. Después comenta que ella fue más madre que esposa.
Una relación correcta entre padre, madre e hijo, se da en este orden: el esposo, supuestamente el padre, renuncia a ser centro y se vuelve asistente de la madre, la esposa, y, por medio de ella alcanza a su hijo recién nacido. Así los tres comienzan a constituir una unidad vital en la que padre, madre, hijo, se enlazan en un solo amor.
Yo no quiero creerlo ni afirmarlo, debe ser falso, pero a mi me ha parecido descubrir en ciertos padres claros signos de celos respecto de su propio hijo, Como si el bebé hubiese venido a interponerse entre él su esposa. También algunas esposas reconocen que fueron más madres que esposas.
He visto también todo lo contrario, esposos que se vuelcan sobre la esposa- madre y se olvidan de sí mismos. Es a través de la madre que el padre llega al hijo recién nacido y así en ella se reconoce padre. La madre llevó a su hijo nueve mese en su vientre y el padre la llevó a ella todo ese tiempo en su corazón. Cuando nace el hijo de los dos están perfectamente unidos, los tres extrañamente unidos, felizmente unidos. Es ya la familia. El amor logrado.
Cundo la familia se realiza en esta dimensión se hace una  fuente inagotable de felicidad. Pero muchas veces no se da esta perfecta armonía, y los hijos van creciendo con un sentimiento de orfandad, de sutil tristeza.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Padre Marciano:
Hermoso y merecido reconocimiento a las Madres, sí, con mayúscula.
Gracias,
Ivelisse