Para el destino
de un ser humano no hay nada tan
definitivo que haber tenido una mamá buena. Para todo ser humano es verdad que
la experiencia del cariño materno, de su ternura, de aquella presencia tierna y
constante, es la fuerza generadora de un posterior equilibrio emocional, que
sin esa vivencia es imposible enraizar hondamente en la propia personalidad.
Por eso teníarazón Erich Fromm cuando decía que no hay dicha mayor que haber
tenido una madre buena
Cuando debo
acudir a mis más secretas reservas para enfrentar situaciones más dificultosas,
mi fuerza se apoya en el regazo de mi mamá. Allí reposan todas mis seguridades,
mis capacidades de retar el mundo entero. Sin ella no me imagino. Yo tuve la suerte de tener una mamá buena, cariñosa,
acogedora, y con ella mis tiernos años se hicieron fuertes.
Después, bastante
después, encuentro una muy especial relación entre madre y esposo, que puede
ser muy positiva o muy negativa. Primero diré algo sobre esa relación negativa,
como yo la he podido observar. En los primeros días del nacimiento sucede que
la madre está debilitada por el trabajo del parto, ella necesita ser atendida,
y el recién nacido, tan desvalido, reclama muchos cuidados. La atención de la
mamá se centra en su bebé, lo cual significa que se descentra de su esposo, y
éste comienza a sentirse incómodo, termina siendo víctima de sutiles celos de
su propio hijo y todo ello se convierte en frustración del padre, del esposo, y
se aleja. Después comenta que ella fue más madre que esposa.
Una relación
correcta entre padre, madre e hijo, se da en este orden: el esposo,
supuestamente el padre, renuncia a ser centro y se vuelve asistente de la
madre, la esposa, y, por medio de ella alcanza a su hijo recién nacido. Así los
tres comienzan a constituir una unidad vital en la que padre, madre, hijo, se
enlazan en un solo amor.
Yo no quiero
creerlo ni afirmarlo, debe ser falso, pero a mi me ha parecido descubrir en ciertos
padres claros signos de celos respecto de su propio hijo, Como si el bebé
hubiese venido a interponerse entre él su esposa. También algunas esposas
reconocen que fueron más madres que esposas.
He visto también
todo lo contrario, esposos que se vuelcan sobre la esposa- madre y se olvidan
de sí mismos. Es a través de la madre que el padre llega al hijo recién nacido
y así en ella se reconoce padre. La madre llevó a su hijo nueve mese en su
vientre y el padre la llevó a ella todo ese tiempo en su corazón. Cuando nace
el hijo de los dos están perfectamente unidos, los tres extrañamente unidos,
felizmente unidos. Es ya la familia. El amor logrado.
Cundo la familia
se realiza en esta dimensión se hace una fuente inagotable de felicidad. Pero muchas
veces no se da esta perfecta armonía, y los hijos van creciendo con un
sentimiento de orfandad, de sutil tristeza.
1 comentario:
Padre Marciano:
Hermoso y merecido reconocimiento a las Madres, sí, con mayúscula.
Gracias,
Ivelisse
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