La felicidad eres tú. No tienes que ir a buscarla a parte alguna. Tampoco es que esté en ti como el agua en un vaso. Lo real es que tú eres felicidad. Si no te experimentas así, siendo felicidad, es porque no te experimentas a ti tal como eres. ¿Puede haber algo más feliz que un naranjo en flor? Lo vivo es feliz, todo viviente es feliz, sólo porque tiene vida. La vida es feliz. Cierta vez estuve dentro de un bosque muy espeso, casi una selva, los arbustos, las enredaderas, los árboles, todos estaban llenos de vida, todo era feliz. Los cantos de los pájaros en lo alto de las ramas eran felices He visto en la pradera retozar a las potrancas, llenas de vida, felices. He visto al buey rumiar tranquilamente, con tanta paz que apenas se puede imaginar.
Tú eres un viviente, como un vegetal, como un animal, como un espíritu. Son tres niveles de felicidad. Muchas personas no disfrutan ninguna de las tres. Están llenas de miedo, de tristeza y de rabia. Pero no tiene que ser así. Cuando alguien se percibe a sí mismo, tal cual es, sin tensiones, sin miedos, sin rabia, sin tristezas, se siente absolutamente feliz, simplemente porque se siente a sí mismo.
Si estás leyendo estas líneas, detente un momento: ¿Cómo estás percibiendo las sensaciones fisiológicas que surgen de tu cuerpo? Puedes tener el hábito de ser consciente de esas sensaciones, peso, temperatura, contacto de tu ropa con tu piel, respiración; en este caso, entiendes fácilmente de qué te estoy hablando. Todas esas sensaciones son felices si las percibes como ellas son. Si no tienes ningún hábito de percibirlas, no sabrás de qué te hablo. No incorporas el primer nivel de facilidad, que consiste en sentir tu vida fisiológica más externa. Si estás tenso, sea por lo que sea, no percibes tus sensaciones como ellas son, sino tensas, y eso es muy desagradable. O peor aún, no las percibes en absoluto. Entonces estás perdido, no sabes quien eres. Ahora buscas consistencia imaginaria; no la encuentras, porque tu consistencia primera radica en la conciencia de tu cuerpo, no en productos imaginarios.
Así puedes comenzar a comprender que existe un nivel primario de felicidad, identificado en tu vida corporal. ¿Qué sucede si estoy enfermo? Todavía te quedan muchas sensaciones sanas, si estuvieras enfermo de todo tu cuerpo, no estarías vivo; pero, además, quedan los otros dos niveles, situados más allá del cuerpo. Quiero suponer que ahora hablo con personas aceptablemente sanas. La idea es que tu cuerpo vivo es feliz por sí mismo, sea que te hagas consciente de ese bienestar o que no lo registres en tu conciencia. La vida que hay en tu cuerpo es feliz. El primer paso para descubrir que tú eres felicidad es captar tu cuerpo vivo como es, sin tensiones, y es feliz. Si tu experiencia constante es de estar lleno de dolores, cuando no es un hueso es otro, o la cabeza, o el estómago, o los pies. Si esa es tu conciencia, debes hacer una cosa muy necesaria: reconciliarte con tu cuerpo. Si te haces consciente de tu cuerpo y lo cuidas y lo quieres, sentirás alivio. No se trata de cuidados estéticos, no se trata de belleza; se trata de que tu cuerpo, bello o feo, flaco o gordo, forma parte de tu persona, y constituye el primer nivel de tu felicidad. Pero si no lo haces consciente, lo aprecias y lo cuidas, se convertirá en fuente de dolor y sufrimiento. ¿Has agradecido alguna vez a tus pies por el hecho de que te han llevado a donde has ido? ¿Aprecias el trabajo de tus rodillas? Continuará
1 comentario:
Gracias Padre por estas palabras. Me haces reflexionar con ellas. Sigo imprimiendolas, para disfrutarlas mejor. La vida es feliz.
Un saludo
Jose
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