sábado, 3 de abril de 2010

Espero la resurrección


Espero la resurrección

En estos días pascuales los cristianos sentimos un especial gozo al recitar en el Credo sus dos últimas frases: Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Creer en la vida eterna, más allá de esta condición de debilidad, de dolor y angustia, se convierte en una alegría casi infinita por haber nacido en este mundo. Bendita sea la tierra, bendito sea el momento que un ser humano nace, no porque sea tan grandioso vivir bajo el sol; no por eso, sino porque ha nacido para vivir vida eterna en la gloria de Dios, para disfrutar vida inconmensurablemente feliz, vida que no se acaba, sin estrecheces, sin espacios constrictores, sin tiempos que te arrastran.
Quizá sea verdad que estas condiciones futuras que se esperan son poco experimentadas por la mayoría de los mortales hijos de Adán. Y sí es muy rica la experiencia de las dificultades de la presente existencia, amargada por miles de cosas, la mayoría carentes de valor.
¡Qué bueno es poder decir, “espero la vida del mundo futuro”!. ¡Qué maravilloso es decirle a los propios huesos que se ponen viejos, duelen, se quiebran, se mueren: huesos míos, nos volveremos a ver en la luz de la vida eterna, sin dolor, sin cansancio, sin pesadumbre alguna. Huesos luminosos, eternizados, levantados sobre toda condición de mortalidad. Sean dichosos huesos míos, nacidos para resucitar, para la caminata eterna por la infinitud de la gloria.
Se habla del árbol de la vida, plantado en medio del paraíso, de la fuente de la eterna juventud. Gilgamés emprende un penoso viaje en busca de la vida perdurable, ansioso por alcanzar la eternidad, para terminar con la decepción de que los dioses no quieren que los hombres sean inmortales. No queda otra alternativa que resignarnos a morir.
¡Qué bueno es poder decir espero la vida del mundo futuro! ¡Qué nueva visión se abre ante nuestros ojos atónitos! Dios si quiere nuestra inmortalidad, él nos ha destinado a ella desde antes de la creación del mundo. ¡Qué respeto tan profundo sentimos por el otro, llamado por Dios a resucitar y a tener vida eterna!.

Esta débil persona, de salud realmente mala, de apariencia raquítica, envejecida, arrugada, tambaleante, un día, sin duda alguna, será revestida de inmortalidad y llena del poder del Eterno. Realmente sembramos en corrupción, pero a la hora de la cosecha vamos a ser revestidos de incorrupción.

A veces siento que estas dos frases, portadoras de nuestra esperanza cristiana, puestas al final del Credo, se quedan sin comentar, sin valorar. ¡Qué bueno fuera ser iniciado en los caminos místicos que nos llevan ya en esta tierra a gustar esa vida que esperamos! Quizá debamos oír otra vez la voz de san Juan de la Cruz:

¡Oh almas criadas para estas grandezas y para ellas llamadas!, ¿qué hacéis?, ¿en qué os entretenéis? Vuestras pretensiones son bajezas y vuestras posesiones miserias”. (Cant. B 39,7)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Padre Marciano, la esperanza de la resureccion,cuanta paciencia, si desespero por acabar con esta vida en la que solo aprendi a crear formas para sufrir,al leerle me parece escritos de un adolecente dichoso que aun no sabe de la vida,como curarse las heridas de la caida y continuar caminando, si ya no quiero seguir, como soltarlo todo no me dejan de haber sabido en lo que me metia no hubiera tenido hijos. Perdon no es de mis mejores dias.

Anónimo dijo...

Hola Padre Marciano, es para mí un placer poder comentar primeramente felicitanlole por tan importantes reflexiones.
Yo creo en que al final de esta vida todos tenemos la oportunidad de unir nuestro ser a esa grán fuente de poder creadora del universo al que muchos llamamos Dios y al cual estamos destinado, pero me pregunto nos uniremos a Dios sin más o tenemos que estar preparado de alguna forma especial antes de alcanzar esa gracia divina ( es la única duda que tengo) ¿y si no estamos preparado para esa unión que nos espera después de la muerte carnal?¿cual será el siguiente paso !a caso existe la reencarnación¡ y de esta manera se nos da una siguiente oportunidad hasta lograr nuestro destino de unión con Dios?.
Seria muy importante para mi ver que piensa usted sobre esto..Gracias...

Carmen dijo...

¡Hola Padre Marciano! Feliz Pascua de Resurrección. Espero la vida perdurable, la vida eterna. Caminamos una vida llena de dolor, de gozo, de sueños, de desencantos. Caídas y subidas.Pero esperamos en Dios y en la Virgen nuestra salud futura que será incorruptible. Esa es nuestra fe. Mientras esperamos soñamos; nuestras creaciones son flores de un día. Pero trabajamos con amor y con esperanza por lo que vendrá después, abrazos,

Carmen

Marciano dijo...

Recueerde que nos salvamos por nosotros, sino por la infimnita bondad de nuestro Dios, de nuestro Padre. Busque en el Evangelio de San Lucas la parábola del hijo pródigo.

Manuel dijo...

Querido Marciano: Seguimos tus reflexiones; recibe desde la Habana nuestro más cálido saludo pascual. NOs sumamos a la Acción de Gracias por tus 50 años de sacerdocio. Un abrazo: Manuel Valls