A veces resulta difícil hablar, o escribir,
acerca de la felicidad. Creo que la felicidad es como una niña pequeña que hay
que resguardar del frío, del viento, de
la humedad; no exponerla a las
inclemencias del tiempo. En estos días he sentido una interior felicidad negada
a que escriba de ella, tan tierna, tan delicada, tan indecible, y he tenido
como escrúpulo de ponerla en letras y sea profanada.
Sentirse sano, sin enfermedades, claro que es
feliz. Conseguir aquello que se desea es satisfactorio, es feliz. Recibir
reconocimiento de las personas importantes es agradable, es feliz, y se puede
expresar con palabras. Pero existe un sentimiento interior de bienestar
espiritual que no desea ser expuesto, es absolutamente personal, íntimo. Sucede
cuando me encuentro conmigo en un nivel de profundidad en que una milagrosa luz
brilla tan mansa y amorosa que se hace inaccesible. Allí, en ese reino de paz
Después, como avergonzada emerge una imagen
inédita de mi mismo, ajena, extraña, nueva, pero la única auténtica que siempre
he sido. En esa foto soy feliz, soy independiente, soy yo. Es una imagen que
nadie ha visto, ni yo antes. Ahora la veo por primera vez y me pregunto, ¿con
que este era yo? Una sorpresa muy grande para mí.
Es muy bueno, y muy necesario, hacer contacto alguna
vez en la vida con esa zona interior imperturbable en la que cada uno se reconoce
siendo él mismo un ser feliz. Es la experiencia inefable de ser felicidad, que
es mucho más que tener felicidad o que estar feliz. Tener y estar son cosas que
pueden pasar, pero ser no, no pasa, es para siempre. La certeza absoluta de ser
felicidad, en medio de este mundo cambiante y triste, es un acontecimiento
finísimo, intangible casi para quien lo vive. Es como haber estado con Dios.
1 comentario:
Querido Marciano, le comparto un texto que escribí hace un tiempo, donde creo expreso lo que presenta en esta entrada. Gracias por sus reflexiones...
AHORA
Callado por largo tiempo,
Ahora que el viento no está a mi favor,
Me nace de adentro
Un suave silencio con tonos de sol.
Ahora que solo y herido
No tengo camino ni tengo valor,
Empuja de adentro hacia fuera
Una primavera que invita al amor.
Ahora, me digo,
Cuando el enemigo se pone peor,
Yo siento que vuela el amor a mi vera
Y se vuelve canción.
Ahora que es siempre,
Ahora que es todo,
Que crece y que siente
En medio del lodo.
Ahora la vida será bendecida
Y la luz renacida
Tendrá otro color.
Ahora, y mañana,
Y cada semana, y en cada estación,
Habrá una certeza
Donde la pobreza se vuelva ocasión.
Ahora, tranquilo,
Aguardo en mi nido,
La nueva creación.
Ahora, me digo,
Cuando el enemigo se pone peor,
Yo siento que vuela el amor a mi vera
Y se vuelve canción.
21 de julio de 2012.
(Manuel Valls)
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