Usted ha encontrado hoy este blog y ha sentido
cierta curiosidad. Se promete, como si fuera tan fácil, ayudarse a ser feliz. Usted me pregunta ¿qué es lo
primero que debo hacer? - Aceptar la
“primera verdad sagrada”: las cosas son como son. En el mismo instante en que
usted crea que las cosas pueden ser de otra manera distinta de cómo son y
comienza a querer que sean como usted quiere y no como son, su felicidad
comienza a hundirse en un abismo muy profundo. Ejemplos: existe la salud y la
enfermedad; la vida y la muerte; los acontecimientos agradables y los
desagradables.
Si usted se empeña en que no sea así, en que sólo
exista salud, y vida, y cosas agradables, en algún momento las encontrará y
será feliz, pero después las perderá y con ellas su felicidad. ¿Quiere esto
decir que se debe ser feliz en las buenas y en las malas? Exactamente. ¿Y cómo
vamos a ser felices en las malas? Aceptando que forman parte de la realidad. Y ¿cree usted que se puede ser feliz con solo aceptar lo negativo de la vida?
Muchas personas, cuando les sucede algo malo,
se preguntan ¿Por qué a mí? Y esa pregunta lleva a otra. Y ¿por qué no a usted?
Porque no existe ninguna razón para que no le suceda a usted. Cualquier cosa
mala le puede suceder a cualquiera. También a usted, lo mismo que a mí. Una
tarde sufrí el esguince de un tobillo, a las cinco llegué a mi iglesia con el
pie y la pierna enyesados, a las seis comencé la Santa Misa sentado en una silla de
ruedas, incómodo y dolorido. La compasión de los fieles, su simpatía, fue algo
tan fino y amable que todo el dolor quedó olvidado. Puedo decir con honestidad
que aquellos dos meses, hasta la normalidad total, fueron muy felices. No por
el esguince, está claro, sino por la ternura con que aquellos fieles, amigos
míos, me arroparon.
Aprendí que no debía generalizar. Mi tobillo
estaba mal, pero yo no, el resto de mi cuerpo estaba sano. Podía gozar la salud
del resto de mi cuerpo. Mi mente estaba normal, mi corazón seguía latiendo, no
había ninguna razón para llorar. ¿No es
verdad que hubiese sido mejor para todo el mundo que no se hubiese dado el
hecho del esguince? No, de ninguna manera. Lo mejor fue el accidente. Fue la
forma en que pude conocer mis potenciales y la solidaridad que existía a mi alrededor.
Si realmente desea iniciar un camino que le
lleve a la vivencia de la felicidad, necesita aceptar de todo corazón la
primera verdad sagrada, tan elemental, tan simple: las cosas son como son. Y
tales como son, aunque ahora no lo entienda, son fuente de felicidad.