La felicidad es gratis. Al contrario,
la infelicidad es sumamente costosa. Lo triste del caso es que la inmensa
mayoría de la humanidad vive pagando un alto precio por su infelicidad.
Como este tema es demasiado
delicado, es preciso aclarar algunos conceptos. Existe una gama grande de dolores
físicos, no hablamos aquí de ellos, como existe un gran número de enfermedades,
tampoco hablamos aquí de ellas. Aquí hablamos solamente de la infelicidad psíquica,
del sufrimiento en cuanto tal, como fenómeno psíquico.
Esta infelicidad psíquica nace de
lo que se piensa, se quiere y se siente.
Muchas personas se aferran a
ideas, pensamientos, que solo producen sufrimiento. Ejemplo: una niña de once
años expone así su problema: “Yo sufro mucho porque mis amiguitas me dicen
cosas que a mí no me gustan, y, naturalmente, yo no me puedo quedar como si
nada”. La idea es que hay que sufrir si
alguien nos dice algo que no nos gusta. Absolutamente falso, no hay que sufrir
por lo que otro diga. Así se lo expresé.
El rostro de la niña, muy
expresivo por cierto, manifestó una serie de reacciones: alivio, qué bueno:
duda, entonces no se siente; de resignación, veré qué puedo hacer. Una persona
adulta muy probablemente se condene a sufrir durante toda su vida, pero no
cambiará de idea.
Las culturas han establecido las
formas de reacción ante la acción de los otros y de nosotros mismos. Muchas de
ellas son dolorosas, veamos así las cosas. Frente a cierta acciones debes
reaccionar con cólera, rabia o ira; frente a otras menos graves, quizás baste
expresar disgusto, enfado, malhumor, tristeza; frente a otras, más pequeñas se
cumple con un poco de malestar. Y todo esto “naturalmente”.
Pregunta a la novia: ¿promete que
no se molestará por nada que haga o diga su futuro esposo?
Pregunta al novio: ¿Promete que no
se molestará por nada que diga o haga su futura esposa?
Prometer sería relativamente
fácil, cumplir, para la inmensa mayoría, no es posible. Así millones de parejas
que se aman, llevadas de ese falso principio de que hay que molestarse por lo
que el otro diga o haga, se hunden en el dolor, en la tristeza de ver morir su
amor que era tan bello.
¡Y lo fácil que es decidir no
sufrir por lo que otros digan o hagan!.
Es completamente gratis. Por su
infelicidad tiene que pagar altísimos precios, por su felicidad solamente usar
su inteligencia correctamente, cosa que también es muy feliz.