viernes, 1 de febrero de 2008

FELICIDAD contra SUFRIMIENTO. II.

Muchas personas de formación religiosa popular creen que el sufrimiento es una necesidad, una consecuencia del pecado del ser humano. Es un castigo de Dios. Existen dos fuentes de esta manera de pensar: el pecado original, que arruinó nuestra integridad natural, y la necesaria participación en los sufrimientos de Cristo, para expiación del pecado.
Quizá sea oportuno acudir a los grandes maestros de la espiritualidad cristiana y pedirles información sobre el tema. Primero vamos a preguntar a san Juan de la Cruz, doctor de la Iglesia, su opinión sobre el tema. En sus escritos cortos, se encuentra el llamado Dichos de Luz y Amor. En el dicho 57, en otras ediciones es el 56, dice textualmente:

“No es de voluntad de Dios que el alma se turbe de nada ni que padezca trabajos; que, si los padece en los adversos casos del mundo, es por la flaqueza de su virtud, porque el alma del perfecto se goza en lo que se pena la imperfecta”.

Es innegable que muchas veces las personas se encuentran perturbadas y padeciendo en las dificultades que la vida les presenta. Es un hecho. Existen tales situaciones dolorosas. Pero no es voluntad de Dios que las personas se turben ni padezcan por ello. La causa de los sufrimientos no es la voluntad de Dios, sino la propia imperfección. No una imperfección natural, sino aprendida. La verdad es que las personas sufren sólo porque aprendieron a sufrir y así lo aceptaron.
Las personas perfectas no sufren, al contrario, se gozan con aquellas mismas situaciones en que sufren las personas que no son perfectas. ¿Qué es una persona perfecta? La que usa correctamente su inteligencia y su voluntad, de forma que controla sus reacciones de modo lúcido. Si ante una situación molesta se reacciona con rabia, se desencadena un torrente de mal humor, de ira y de disgusto, quien sale perdiendo es la persona misma, la situación no cambia por eso, quizá empeore. Lo inteligente es conservar la paz interior y eso es lo que se elige.
Una persona perfecta entiende que no debe hacer depender sus estados de ánimo de cualquier cosa exterior a sí misma. Pase lo que pase, si conserva su paz interior tendrá mayor lucidez para enfrentar la situación de que se trate. No existe nada, ni enfermedad, ni muerte, ni desgracia ninguna, que se remedie mediante el sufrimiento. Es, pues, absolutamente inútil.
Muchas personas imperfectas están convencidas de que si un familiar, o un amigo fallece, tienen que sufrir. Creen que es su obligación moral. Si se les explica que no tiene que ser así, reaccionan diciendo que hay que tener sentimientos humanos, que de lo contrario, serían personas sin sentimientos.
Las personas perfectas comprenden que esos sentimientos no ayudan a nadie, perjudican a las demás personas y a sí mismo; reconocen que existen otros sentimientos como la compasión, la paz, la esperanza de vida eterna, la solidaridad, la comprensión, que son buenos para quienes los viven y para los demás.
Las personas perfectas saben que el miedo, la rabia y la tristeza, son sentimientos primitivos que deben ser superados por la inteligencia y la voluntad, de tal forma que se pueda decir el poema de Santa Teresa sin reservas de ninguna clase.

Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda
La paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta.
Solo Dios basta.

Así llegó a vivir Santa Teresa, doctora de la Iglesia, sin que nada la turbara ni la espantara, al menos de modo constante. Suelen suceder cosas tan inesperadas que nos toman desprevenidos y nos turban, pero las personas perfectas se sobreponen pronto.
La mayor dificultad para que usted sea feliz es su convicción de que es imposible, y, además, de que no es algo correcto moralmente hablando. Usted tiene creídas dos cosas absolutamente falsas: la primera es que el sufrimiento es inevitable, la segunda es que existe la obligación de sufrir. Una señora me decía, toda convencida: “Padre, no lo crea, la felicidad es imposible, podrá haber un momento, pero no dura”. Cuando se piensa así, si la infelicidad no llega, se sale a buscarla.
Sea que lo crea o no, la persona que es infeliz lo es porque lo ha elegido así. No quiero decir con ello que lo haya hecho deliberadamente, lo ha aprendido, pero luego lo ha hecho suyo. No ignoro que existen millones de persona buscando la felicidad sin encontrarla, porque la buscan donde no está. Y ¿dónde está la felicidad? En ninguna parte. Usted es felicidad.

Continuara.

1 comentario:

mj dijo...

Hola Padre, he guardado sus entradas en un archivo para imprimirlas y después volver a leerlas con más detenimiento. Son interesantes y muy buenas estas reflexiones.
Un saludo desde España
Jose