martes, 19 de abril de 2016

FELICIDAD




FELICIDAD.

Frangipani Flowers.jpgEs una hermosa palabra¸ sin dudas. Pero, sin que tampoco se pueda dudar, gran parte de la humanidad no logra ser feliz. He escrito sobre la felicidad con gran fe, con mucha confianza, y ahora no voy a decir otra cosa, sino esa fundamental, nacemos para ser felices.
Pero, tampoco usted lo dude, no es fácil ser feliz en un mundo en que cinco habitantes poseen la riqueza producida por noventaicinco, que se quedan sin nada. ¿Se puede ser feliz en medio de la indiferencia social? 
Quizás, el sentimiento de justicia sea un componente esencial de la felicidad, y nos impide ser felices si juntamente no somos justos. Si permanecemos indiferentes a la injusticia que reina en la humanidad, no podemos ser felices. Es cierto que no podremos remediarla, pero sí podemos entender las causas del mal y cuáles serían sus remedios.
¿Por qué cinco se hacen millonarios con el trabajo de noventaicinco que siguen pobres? ¿Podría decir “ni sé, ni me interesa” y se feliz? Yo creo que no, no puedo a la vez ser feliz e indiferente. Amar la justicia, desearla y, en la medida de lo posible, practicarla, es parte constitutiva de la felicidad

sábado, 9 de abril de 2016

LA CAUSA DEL MAL IV


LA CAUSA DEL MAL IV.

  

10. Los pobres de la tierra.


Los países pobres también se organizan, pero frente a los países ricos y poderosos pueden muy poco, si es que pueden algo. Su peor situación es que no saben qué hacer. Necesitamos echar una mirada a lo que los países pobres están haciendo. Se pueden enumerar los siguientes hechos: La Organización de los países no alineados, la Organización internacional del trabajo, los sindicatos, los movimientos hacia el socialismo, numerosas organizaciones no gubernamentales y la emigración desde los países pobres hacia los ricos, y finalmente, la acción de las iglesias.

Los no alineados

La  Organización de países no Alineados surge en la Conferencia de Bandung (1955), que sancionó el derecho a la lucha de los países del Tercer Mundo para lograr su independencia frente a cualquier poder colonial o hegemónico. EN 1961 tuvo lugar la Conferencia de Belgrado, la primera reunión de los Países No-Alineados, celebrada para definir sus objetivos esenciales.
       La variedad de gobiernos, que iban desde posturas izquierdistas hasta ultraderechistas, y su debilidad económica frenó cualquier intención de constituir una fuerza militar. Se sintieron obligados a depender de la ayuda de las grandes potencias. La desintegración de la URSS en 1991 exigió de la Organización de Países No-Alineados una nueva definición de su papel en un mundo en el que ya no existía la rivalidad ideológica y militar entre dos bloques. Su eficacia para ayudarse a sí mismos ha sido muy poca.

La OIT.

La Organización internacional de trabajadores (OIT),  está integrada por 170 países miembros y se diferencia de otras instituciones de la ONU porque en sus actividades y decisiones toman parte tanto funcionarios gubernamentales como representantes de los empresarios y de los trabajadores. Cada país miembro envía cuatro delegados, dos funcionarios del gobierno, un representante de los empresarios y uno de los trabajadores. Su efectividad para lograr los fines propuestos lamentablemente ha sido casi nula.

Los sindicatos.

El movimiento obrero organizado se inició en Gran Bretaña y Francia durante el siglo XVIII y principios del XIX, se extendió con gran rapidez por todo el mundo. En España y Latinoamérica aparecen las primeras organizaciones de trabajadores a mediados del siglo XIX, adquiriendo pronto una destacada importancia. La pobreza, el bajo nivel de vida, y la explotación capitalista de los trabajadores del continente sudamericano hicieron que surgiesen multitud de organizaciones de trabajadores. Han hecho algo, casi todo lo poco que se ha hecho.

Socialismo.

A finales del siglo XIX, el marxismo se había convertido en la ideología de casi todos los partidos que defendían la emancipación de la clase trabajadora. El movimiento laborista de los países anglosajones nunca adoptó esta línea política, ni tampoco las diversas organizaciones anarquistas que arraigaron en España e Italia, Los pocos o muchos logros de la clase obrera se deben a la acción de estos partidos socialistas.
     El movimiento marxista leninista ha creído que bastaba trasladar la propiedad privada de los bienes de producción al Estado para que todos los problemas sociales quedaran solucionados. La historia ha demostrado que no ha sido así. Un análisis racional de la situación revela que la solución es que los trabajadores participen en las ganancias producidas por ellos, sin importar quién sea el dueño del capital. Bien puede ser privado, o estatal. El problema no es el dueño, es la exclusión del trabajador de la participación en la ganancia producida por su trabajo.

Las ONG.

En los últimos tiempos se han desarrollado muchas organizaciones no gubernamentales con fines muy humanos y realistas. Enumero solo una para ilustrar el hecho: La organización no gubernamental de “Médicos sin Fronteras”. Estas excelentes Organizaciones no tienen poder para cambiar el mundo, solo para llevar algún auxilio a los más necesitados. Tampoco tienen una idea clara de lo que hay que hacer.

La migración.

Lo más llamativo hoy en el panorama mundial es la emigración desde los países pobres hacia los países desarrollados.  Primero, agentes empresariales de los países ricos invitaron a muchas personas a ir a trabajar a sus países con contratos legales o sin nada legal. Después, los ya empleados comenzaron a traer parte de sus familiares y amigos; comienza así a crecer la corriente migratoria hasta que se desborda. Entonces viene la represión.



Conclusión.


Todos estos padrinos de los pobres han resultado incapaces para ayudarlos de un modo eficaz. ¿Cómo es el mundo de los pobres en el plano internacional? Es un mundo muy débil, sin fuerzas para luchar contra la red de los poderes actuales basados en el capital. Y, lo peor, sin una idea clara de lo que debe hacerse.
    ¿Cómo es el mundo en que vivimos? Es un mundo dominado por la injusticia de excluir a los trabajadores de la participación en las ganancias producidas por ellos.
     El sistema capitalista, tal como existe, no deja camino para llevar riqueza a los pobres, la gran mayoría de la humanidad. Este sistema, o dicho con mayor precisión, su exclusión de los trabajadores, es la causa de todos los males de la humanidad.  Así es este mundo, pero hoy muchos creen que otro mundo puede ser mejor para todos.
    Simplemente, se reparte entre los productores por igual la riqueza producida. Entre el capital y el trabajador hay igualdad. Se hace justicia, se elimina el último refugio de la esclavitud.

¿Se puede ser feliz en este mundo injusto que condena las mayorías a la pobreza y la miseria? Si alguien logra escapar mentalmente de su violencia y tener la idea de otro mundo justo posible, podrá ciertamente traer paz y amor a su corazón.



viernes, 8 de abril de 2016

LA CAUSA DEL MAL IV.



LA CAUSADEL MAL IV.


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10. Los pobres de la tierra.




















































































Los países pobres también se organizan, pero frente a los países ricos y poderosos pueden muy poco, si es que pueden algo. Su peor situación es que no saben qué hacer. Necesitamos echar una mirada a lo que los países pobres están haciendo. Se pueden enumerar los siguientes hechos: La Organización de los países no alineados, la Organización internacional del trabajo, los sindicatos, los movimientos hacia el socialismo, numerosas organizaciones no gubernamentales y la emigración desde los países pobres hacia los ricos, y finalmente, la acción de las iglesias.



Los no alineados

La  Organización de países no Alineados surge en la Conferencia de Bandung (1955), que sancionó el derecho a la lucha de los países del Tercer Mundo para lograr su independencia frente a cualquier poder colonial o hegemónico. EN 1961 tuvo lugar la Conferencia de Belgrado, la primera reunión de los Países No-Alineados, celebrada para definir sus objetivos esenciales.
       La variedad de gobiernos, que iban desde posturas izquierdistas hasta ultraderechistas, y su debilidad económica frenó cualquier intención de constituir una fuerza militar. Se sintieron obligados a depender de la ayuda de las grandes potencias. La desintegración de la URSS en 1991 exigió de la Organización de Países No-Alineados una nueva definición de su papel en un mundo en el que ya no existía la rivalidad ideológica y militar entre dos bloques. Su eficacia para ayudarse a sí mismos ha sido muy poca.

La OIT.

La Organización internacional de trabajadores (OIT),  está integrada por 170 países miembros y se diferencia de otras instituciones de la ONU porque en sus actividades y decisiones toman parte tanto funcionarios gubernamentales como representantes de los empresarios y de los trabajadores. Cada país miembro envía cuatro delegados, dos funcionarios del gobierno, un representante de los empresarios y uno de los trabajadores. Su efectividad para lograr los fines propuestos lamentablemente ha sido casi nula.

Los sindicatos.

El movimiento obrero organizado se inició en Gran Bretaña y Francia durante el siglo XVIII y principios del XIX, se extendió con gran rapidez por todo el mundo. En España y Latinoamérica aparecen las primeras organizaciones de trabajadores a mediados del siglo XIX, adquiriendo pronto una destacada importancia. La pobreza, el bajo nivel de vida, y la explotación capitalista de los trabajadores del continente sudamericano hicieron que surgiesen multitud de organizaciones de trabajadores. Han hecho algo, casi todo lo poco que se ha hecho.

Socialismo.

A finales del siglo XIX, el marxismo se había convertido en la ideología de casi todos los partidos que defendían la emancipación de la clase trabajadora. El movimiento laborista de los países anglosajones nunca adoptó esta línea política, ni tampoco las diversas organizaciones anarquistas que arraigaron en España e Italia, Los pocos o muchos logros de la clase obrera se deben a la acción de estos partidos socialistas.
     El movimiento marxista leninista ha creído que bastaba trasladar la propiedad privada de los bienes de producción al Estado para que todos los problemas sociales quedaran solucionados. La historia ha demostrado que no ha sido así. Un análisis racional de la situación revela que la solución es que los trabajadores participen en las ganancias producidas por ellos, sin importar quién sea el dueño del capital. Bien puede ser privado, o estatal. El problema no es el dueño, es la exclusión del trabajador de la participación en la ganancia producida por su trabajo.




Las ONG.

En los últimos tiempos se han desarrollado muchas organizaciones no gubernamentales con fines muy humanos y realistas. Enumero solo una para ilustrar el hecho: La organización no gubernamental de “Médicos sin Fronteras”. Estas excelentes Organizaciones no tienen poder para cambiar el mundo, solo para llevar algún auxilio a los más necesitados. Tampoco tienen una idea clara de lo que hay que hacer.

La migración.

Lo más llamativo hoy en el panorama mundial es la emigración desde los países pobres hacia los países desarrollados.  Primero, agentes empresariales de los países ricos invitaron a muchas personas a ir a trabajar a sus países con contratos legales o sin nada legal. Después, los ya empleados comenzaron a traer parte de sus familiares y amigos; comienza así a crecer la corriente migratoria hasta que se desborda. Entonces viene la represión.



Conclusión.


Todos estos padrinos de los pobres han resultado incapaces para ayudarlos de un modo eficaz. ¿Cómo es el mundo de los pobres en el plano internacional? Es un mundo muy débil, sin fuerzas para luchar contra la red de los poderes actuales basados en el capital. Y, lo peor, sin una idea clara de lo que debe hacerse.
    ¿Cómo es el mundo en que vivimos? Es un mundo dominado por la injusticia de excluir a los trabajadores de la participación en las ganancias producidas por ellos.
     El sistema capitalista, tal como existe, no deja camino para llevar riqueza a los pobres, la gran mayoría de la humanidad. Este sistema, o dicho con mayor precisión, su exclusión de los trabajadores, es la causa de todos los males de la humanidad.  Así es este mundo, pero hoy muchos creen que otro mundo puede ser mejor para todos.
    Simplemente, se reparte entre los productores por igual la riqueza producida. Entre el capital y el trabajador hay igualdad. Se hace justicia, se elimina el último refugio de la esclavitud.

¿Se puede ser feliz en este mundo injusto que condena las mayorías a la pobreza y la miseria? Si alguien logra escapar mentalmente de su violencia y tener la idea de otro mundo justo posible, podrá ciertamente traer paz y amor a su corazón.


miércoles, 6 de abril de 2016

LA CAUSA DEL MAL. III.



HACER JUSTICIA


S6300015.JPGEs fácil entender que se trata de hacer justicia al trabajador sin dañar al empresario. Se trata de una exigencia de la justicia. Es justo que sea así. ¿Cómo puede ser tal medida beneficiosa para el empresario?
     El efecto inmediato es que los trabajadores aumentan sus ingresos, lo que les permite un consumo mayor, lo que origina una demanda mayor en el mercado, lo que estimula el crecimiento de la producción que, finalmente, resulta beneficiosa para dueños y trabajadores. Nadie pierde, todos ganan.
    La cuestión más dificultosa es determinar en qué medida los empleados participarían de la ganancia. Obviamente esa participación tiene que ser significativa. Se podría crear un lema: economía de participación significativa. Que signifique aumento de la prosperidad del trabajador sin perjuicio de la empresa.
    Ya se han dado diversos nombres para designar una economía más equitativa, como economía comunitaria. Quizá no sea el nombre lo que importe, sino expresar con toda claridad y fuerza que la ganancia deberá ser compartida por empresarios y trabajadores de un modo equitativo
     Un ejemplo, tal empresa tiene de ganancias 200 millones, ¿Sería mucho que compartiera con sus empleados 50 millones, un cuarto? Es absolutamente claro que si un cuarto de la producción de la humanidad se repartiera entre todos los trabajadores en un cuarto de la misma, la pobreza comenzaría a desaparecer de la tierra.
    Pero los dueños han dejado de apropiarse de un cuarto de sus ganancias, No, de ninguna manera. Todavía se han quedado con otra parte de las ganancias que pertenece al trabajador. Lo justo sería mitad y mitad, sin discutir mucho.

La empresa del futuro.

Se dice que eso no puede ser, porque, cuando se necesite hacer una nueva inversión, los dueños van a carecer de esos recursos. Vamos a mirar con claridad este asunto: si hay que hacer una inversión, también los empleados participan en ella y se convierten en accionistas.
    Dicen los defensores de la economía de explotación: los dueños nunca estarían de acuerdo, porque son egoístas. Respuesta convincente: también los empleados son egoístas y no se conformarán con menos.
El dialogo gira a la extrema derecha: - Pero ellos tienen el poder y el saber y las armas. - Cierto. En este mundo vivimos, un mundo dominado por el poder, el saber y las armas en manos de muy pocos.   
   Cuando la inmensa mayoría de la humanidad tenga esto claro: que está sometida al hambre, a la enfermedad, a la mala vida, etc. por un pequeño grupo de egoístas que tiene el poder, el saber y las armas, la reacción se producirá sin que nadie pueda evitarlo.
    Cuando la humanidad tenga esto claro, ese pequeño grupo comprenderá que ese tiempo se acabó. Sin violencia de ninguna clase, espero yo, se irán dando pasos hacia el nuevo mundo de la participación equitativa. Pero, no está tan lejos, ya existen empresas que comienzan a dirigirse en esa dirección, quizás tímidamente, pero se mueven en la dirección correcta. Y no les va mal, hay que reconocerlo.
    La comunidad laboral no la hace el gobierno, la hacen dueños y trabajadores para beneficio de ambos. La industria, la empresa, es la casa del dueño y de todos aquellos que la hacen funcionar. Se convierte en una gran familia, en la que todos prosperan juntos.  Obviamente, para que tales cosas ocurran debe darse un conjunto de condiciones que lo hagan no solo posible, sino también necesario. La primera condición es la conciencia universal de que así el mundo estará mucho mejor.
   ¿Cuál será el papel de la política en el camino hacia esta nueva economía de participación?

8. La acción política

Dado el hecho de que los políticos son quienes hacen la política, ésta será lo que ellos quieran que sea. Si los dejamos, como decía el periodista Xavier Caño Tamayo. Existen dos grandes campos políticos, cada vez más interdependientes, el nacional y el internacional, Existen dos mundos: el de los ricos, nacional e internacional, y el de los pobres, nacional e internacional. Las relaciones entre ambos mundos (ricos-pobres) son sumamente compleja.
   Vamos a reflexionar sobre el mundo nacional. En todas las naciones existen élites, que poseen el poder económico y político, y mayorías carentes de poder. En el llamado mundo occidental, en gran parte de él, los regímenes políticos se basan en una llamada democracia, caracterizada por la diversidad de partidos políticos, cuyos representantes se postulan para desempeñar los cargos públicos y ser elegidos por los ciudadanos con derecho a votar. Se da por hecho que los elegidos gobiernan en nombre del pueblo, para bien del pueblo. ¿Qué sucede en realidad? ¿Dónde están los políticos?  ¿A quiénes representan realmente? ¿A quiénes sirven de hecho?
    Debieran estar con el pueblo, interesados en su bienestar. Así debiera ser. En realidad, ellos están en casa de los ricos y representan sus intereses, como todo el mundo sabe. Pero la realidad política no se mantiene estática, se mueve constantemente. Cuando las mayorías tengan claro que el orden económico actual no es justo, no bastarán discursos floridos en tiempos de elecciones. Esta conciencia se volverá exigente y los políticos quedarán en una disyuntiva inevitable: Oír la voz del pueblo o ser excluidos por el pueblo mismo.

Nueva conciencia política.

Ellos, los políticos, comprenderán que una nueva conciencia exige de ellos una nueva actitud. Al presente ya existe un gran malestar. Concretamente en República Dominicana, en el último proceso electoral, se recogen señales muy fuertes de este descontento. En un editorial del Listín Diario del domingo 16 de mayo de 2010, se dice:  “El voto confiere a quien lo emite un poder decisivo, aparte de que es la única circunstancia en que los ciudadanos se igualan y tienen a la vez, la capacidad de reconstruir los órganos del Estado”.
   “La única circunstancia”. Demasiado poco para decir que el pueblo es quien gobierna, como exige la esencia misma de la democracia. Por su lado, la periodista María Isabel Soldevilla afirma taxativamente “Algunos lo harán (votar) desanimados porque el proyecto de una democracia inclusiva y participativa sigue pendiente”. (Con mis ojos, Listín Diario, 16 de mayo 2010). Y otros muchos, más desanimados aún, no votaron. ¿Qué significa todo esto? Pienso que son buena señales, positivas revelaciones. Una nueva conciencia está surgiendo, y reclama verdad y rechaza la palabra vana.
    Los políticos dependen fuertemente del pueblo. Cuando este pueblo tenga ideas claras de lo que debe hacerse, ellos se harán sensibles a sus postulados o el mismo pueblo los sacará del escenario político. El problema real es de base económica: todo cuanto se hace es para adquirir riquezas individuales. Y los políticos no pueden escapar a esta realidad y se ponen a su servicio.
    Llegará el día en que las grandes mayorías tengan claro cómo hacer nuevo y mucho mejor el mundo en que vivimos. El modo de hacerlo es simplemente compartir las ganancias de las empresas entre quienes las producen con su dinero o con su trabajo. Entonces los políticos deberán hacer suyo este programa si quieren contar con el apoyo de las mayorías y ser electos. Hasta ahora han bastado los cuentos y los sobornos. Pronto no bastarán.
    Vuelvo a repetir, hablo para quienes tienen sensibilidad para entender: la causa de todos los problemas sociales está en la acumulación de la riqueza producida por la humanidad en manos de un pequeño número de personas, mientras que la mayoría que la produce se queda pobre y desvalida.
    Decirle a esa mayoría pobre y explotada que vaya a votar por personas, que no harán nada para sacarlas de la explotación y miseria, porque eso es democracia, solamente podrá suscitar ira y violencia. Dentro de este vigente orden económico ningún político tiene nada que ofrecer, como no sea trabajar para cambiarlo. Sí, cambiarlo. En ese pequeño detalle de compartir las ganancias, para que la riqueza se distribuya más equitativamente, está el secreto de cambios grandes y beneficiosos para todos.

Los empresarios.

Una palabra para los empresarios. Según fuentes bien informadas, un grupo de empresas españolas no ha tenido pérdidas durante la crisis que embarga al país, no ha tenido que hacer ningún despido, al contrario, ha aumentado el empleo en cientos de trabajadores. ¿Cuáles son esas empresas? Las que han mantenido una relación óptima con sus empleados, los han promovido, los han capacitado, y han mostrado confianza en ellos. ¿Será pura coincidencia?
     Una palabra para los políticos. Es verdad que no tienen ninguna propuesta para presentar al pueblo. Pero la pueden tener. Una propuesta excelente, clara y precisa. “Vamos a establecer una ley según la cual toda empresa grande o mediana compartirá parte de sus ganancias con sus empleados”. La riqueza se extenderá y todos tendrán medios de vida dignos, Nadie necesitará desplegar conductas antisociales. Todos podrán ser hermanos, amigos, socios.
Posiblemente eso le parezca a muchos un sueño mesiánico y lo es. El profeta Isaías lo soñó así:

    “El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia, cual la alegría en la siega, como se regocijan repartiendo el botín”. (Isaías 9, 1-2)

Pero si caminamos en la dirección del Reino de Dios y buscamos el modo de que la riqueza producida llegue a todos, ya no habrá que hacer promesas, ya será la realidad. Ya ha venido el reino.

9. La ONU.

La Organización de las Naciones Unidas es el mejor ejemplo para entender la relación internacional de los poderosos.  La ONU está constituida por la Asamblea General, 199 países. Dentro de ella el Consejo de Seguridad está constituido por 15 naciones; de ellas 9 son permanentes y 6 temporales.  Dentro del Consejo de Seguridad, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Rusia y China tienen derecho al veto. Cualquiera de ellos, uno solo de ellos, tiene poder para impedir que una cuestión sea tratada en dicho Consejo. Este es el derecho de veto.
   Así las cosas, la Organización de las Naciones Unidas es un sistema monárquico, uno solo decide qué es lo que no se va a tratar y así también lo que se va decidir. Como esto lo pueden hacer cinco naciones, cada una por separado, resulta que la ONU es una pentarquía, gobierno de cinco. Así que la máxima Organización de la humanidad hoy no es democrática, sino una oligárquica, el poder está en manos de unos pocos, los cinco más poderosos y ricos del mundo.
     El resto de las naciones son menores de edad, no tienen voz ni voto en el Consejo de Seguridad. En la Asamblea General cada uno puede decir lo que quiera a sabiendas de que no significará nada al final de cuentas. Ni sus acuerdos por inmensa mayoría tienen fuerza obligatoria.  Ello nos revela la situación del mundo en que vivimos; un mundo dominado por las cinco naciones más poderosas de la tierra. El resto de las naciones, ¿están unidas o más bien sometidas?
     Dentro de la misma ONU se han instituido diversos grupos, el más notable es el de los “Países no Alineados”, una gran mayoría. Sólo que a la hora de la verdad están muy bien alineados.
     La ONU cuenta con muchas comisiones para lograr sus fines, que son muy importantes: conservar la paz, evitar la guerra, promover el desarrollo de los pueblos, mediar en los litigios entre países, acudir en ayuda a las zonas de desastres, luchar contra el hambre y el analfabetismo, etc. De hecho, han seguido las guerras, se ha multiplicado el hambre, los bancos creados para el desarrollo se han convertido es instrumentos de explotación. En el orden internacional las naciones poderosas ejercen el mismo dominio que los individuos poderosos en las naciones particulares. 
Un resumen real podría ser el siguiente. La ONU no ha impedido las guerras, no ha promocionado con eficacia el desarrollo del mundo subdesarrollado, no ha superado la miseria.  Los organismos creados para ayudar a esas nobles tareas, los diversos Bancos, se han convertido en instrumentos de explotación.
   Todo esto no ha sido por falta de voluntad, ni por indiferencia, sino por la sencilla razón de la base económica excluyente con la que trabaja, que es incapaz de producir mejores resultados.

martes, 5 de abril de 2016

LA CAUSA DEL MAL.II


El CAMBIO


Ya sabemos el mal y su remedio. Inmediatamente surge la pregunta ¿quién va a cambiar eso?  ¿Quién va a cambiar esa situación injusta que empobrece a la humanidad? La conciencia universal, la humanidad misma cuando se desarrolle lo suficiente para percibir de modo global la situación tan injusta del presente modelo económico, tan igual al viejo modelo esclavista.
    Esto no lo vamos a cambiar ni usted ni yo. La humanidad lo cambiará a su tiempo. Algún día, los trabajadores y los empresarios comprenderán que es mucho mejor para todos crear una humanidad en que las riquezas producidas se distribuyan equitativamente entre todos los productores y no esta exclusión injusta y oprobiosa.
    Cuando esto suceda, el mundo podrá ser más fraterno, nadie tendrá razón para estar contra nadie, todos estarán a favor de todos. Todos vivirán bien. Nadie necesitará robarle nada a nadie. Es claramente perceptible que ser un empresario en un país rico es más ventajoso, más cómodo, más seguro, que serlo en un país pobre. Lo ve cualquiera.
   Recordemos ahora que las crisis económicas las producen los especuladores, que no son trabajadores ni empresarios. ¿Qué son entonces? Oportunistas que se aprovechan de la situación existente para obtener dinero sin trabajar productivamente. Esta especie no es necesaria ni útil a la humanidad, deberá extinguirse.

Importancia del trabajo.

Los trabajadores deberán adquirir la convicción de que se trata de su participación en los beneficios producidos por su trabajo, y no se trata de sueldos, ni de ciertas compensaciones, Se trata de que su aporte a la producción es más importante que cualquier otra cosa, incluso el dinero y la tecnología, porque sin ellos todo el montaje industrial sería improductivo. La robótica trata de construir máquinas que puedan sustituir al hombre en muchas actividades. Sin trabajo humano tampoco ellas funcionarían.
    En realidad, la función del obrero en la producción ha sido privada de su valor, ha sido despojada de sus legítimos derechos, tan salvajemente ahora como en el sistema esclavista total. Todavía hoy el empleado no es considerado un socio, no es considerado como una persona, sino como una mercancía por la que se paga, según la ley de la demanda y la oferta. Existen sueldos, muy pocos, que son exageradamente altos, pero no son la mayoría, no llegan ni al 1 % de los trabajadores.
    Debemos tener claro que persiste el mismo defecto en los modelos de economía existentes, capitalismo y socialismo. En el capitalismo, la ganancia y propiedad es de los dueños, individuos particulares. En el socialismo, la propiedad y la ganancia son del Estado. Estamos en el mismo lugar. No existe alternativa entre ellos, tienen el mismo fundamento básico. Por más que el socialismo tenga una posibilidad mayor de evolución. Esto está a su favor.

Solución humanista.

Se trata de ayudar a las personas a que entienda que participar de las ganancias es un derecho fundamental del trabajador. Esto significa que también él de alguna manera es dueño. Esto daría a la empresa un matiz de familia. Todos a favor de la prosperidad, del desarrollo, todos progresando, todos cooperando, y el mundo más justo, más participativo. Más fraterno, finalmente.
   En la vieja visión esclavista se supone que ese trabajo ha sido comprado como una materia prima igual que todas las demás cosas. La vieja visión esclavista era lógica, el esclavo no es una persona, es un animal de trabajo, sin derecho alguno, una simple mercancía. La visión vigente sigue considerando que el trabajo humano comprado es parte del mobiliario, y nada más. Ningún ser humano, consciente de su dignidad, puede aceptar esa valoración. Nadie consciente puede aceptar ser pieza de un engranaje. Entonces la única visión que dignifica al hombre que trabaja es considerarlo como un dueño y hacerlo partícipe de las ganancias producidas por él.

La significación del cambio.

La solución en sí es simple, pero de altísimo significado: significa convertir en humana una situación hasta ahora deshumanizada, significa convertir un mundo hasta ahora empobrecido y humillado, en un mundo enriquecido y dignificado. Un mundo en que cada persona humana recupera finalmente su dignidad.
   ¿Y los que no pueden trabajar? La comunidad tendrá recursos para ir en su ayuda. Se crearán instituciones que atiendan estas situaciones de modo satisfactorio. Si la mitad del dinero que tienen hoy los empresarios se distribuyera entre los trabajadores de sus empresas, millones de familias estarían en una posición económica mucho mejor.
    Esta solución no es una amenaza para los empresarios, sino una garantía: nadie en la empresa es humillado ni explotado, todos son uno. Sin mengua alguna de sus riquezas, los empresarios del mundo estarían más seguros, más felices. No estarían en un mundo aparte, estarían en la compañía de la humanidad toda. Así la distribución de las riquezas ayudaría a todos a sentirse mejor, el mundo se haría realmente fraterno. Nadie está contra nadie. Todos a favor de todos.
    Actualmente esta visión de la realidad social está lejos de las mayorías, son muy pocos los que ahora piensan así. Lograr que esa mayoría reflexione y entienda, es trabajo de la inteligencia, de la buena voluntad, no de la violencia. Es un paso adelante de la conciencia humana. Nada será capaz de frenar la evolución de esa consciencia que honra la dignidad del hombre.

 5. Economía o política

¿Es ésta una cuestión económica o política? Las dos cosas. Pero, fundamentalmente es una cuestión económica, la base de cualquier otra dimensión social. La política tiene como finalidad esencial, como meta imprescindible, establecer el bien común, el bien para todos. Tradicionalmente se ha definido la política como la ciencia y el arte de gobernar. A lo largo de los siglos, han sido diversas las formulaciones de los objetivos de la política. ¿Qué debe hacer la política? Lograr el bien de todo el pueblo. El encausamiento de este proyecto destinado al bien común se recoge en leyes fundamentales, en Constituciones, y otros documentos complementarios.
   La actividad política se realiza dentro de un esquema económico con el cual se identifica, y desde el mismo hace sus proyectos. Si su fundamento económico es excluyente, su acción estará comprometida con la exclusión. Las políticas actuales vigentes están comprometidas con una fórmula excluyente y promueven y mantienen la exclusión.
    Claramente, las políticas actuales no están en función del bien de todos, del bien común a todos, sino del bien propio del capital. Pero, la política en sí está destinada a establecer el bien común, el bien de todos. Esta actividad es de suprema importancia para la vida de los seres humanos y por eso debe ser altamente valorada y cuidada. Es la causa de todo bien o de todo mal.

La práctica política.

Se llama Estado al conjunto de instituciones establecidas para estos altos fines. Y aquí ocurre la primera gran perversión del concepto y de la práctica de la política. La política se pone al servicio del Estado y no del pueblo. Pronto se le añade otra perversión tremenda: la política se pone al servicio de los poderosos y no de los ciudadanos.
     Los tiranos se encargaron de dar forma a su dominio implementando un Estado divinizado, por lo que este Estado se vuelve el dueño absoluto de todo. En tal Estado, la política tiene dos funciones: describir y crear normas para el funcionamiento del Estado. Lo mejor para el Estado es tener todos los poderes. Se había establecido la división de poderes, poder legislativo, hace las leyes, poder ejecutivo, las lleva a cabo; el poder judicial, que vigila para que todo se haga dentro de la ley.
     La política, tal como se desarrolla actualmente, tal como la ejercen los políticos, tiene dos objetivos especiales. Uno explícito y proclamado durante la campaña electoral, mostrar a los ciudadanos la especial capacidad del candidato para llevar la cosa pública de la mejor manera para el bien del pueblo. Objetivo ciertamente noble.
     El otro objetivo es implícito, silenciado, y ejercido ya en el poder, es valerse del mismo poder para el enriquecimiento personal. A la práctica de esa actividad, se llama corrupción. Quizá se pueda decir que los sistemas presidenciales son perfectos para la práctica de la corrupción. Para comprender el dinamismo político es muy interesante analizar su composición concreta

Plutocracia.

En los altos puestos están los que tienen amplios recursos económicos. Entonces la verdad es que la política está en manos de los ricos, muy interesados en no perder sus privilegios, sino más bien protegerlos y aumentarlos.
     Esto implica una dolorosa, pero necesaria reflexión. De hecho, sin discusión ninguna, evidente para quien quiera verlo, los que gobiernan son los ricos, los que se postulan para altos puestos son ricos, los que son elegidos son ricos, y la consecuencia es inevitable: estos sistemas de gobierno son “Plutocracia”. Ellos lo llaman democracia, gobierno del pueblo para el pueblo. Se basan aparentemente en que el pueblo los elige, La alta abstención de votar muestra que existe hoy mucha gente que no cree en eso. De hecho, el sistema está controlado por los intereses económicos.
    ¿Se puede llamar democracia el sistema en que distintas personas, pertenecientes a diversos partidos, se presenten como candidatos para ser elegidos? Si esto es democracia, entonces esta palabra significa muy poco, si es que llega a significar algo. El resultado final es que si fue elegido Pedro, queda atrapado en el sistema, igual que si fue elegido Manuel.

Los derechos.

El problema está en que ese ordenamiento legal, conforme al cual se hacen las cosas, da por legítimo y ampara con su poder el vigente sistema económico en el cual todos los derechos son de los empresarios, del capital, de los ricos, y, en cambio, los trabajadores se ven excluidos de participar en las ganancias, producidas con su propio trabajo.
    Ninguna política que acepte el hecho de que es correcto el sistema económico vigente, explotador y esclavista, podrá nunca ser válida. Porque mantiene como legítimo un sistema de explotación del trabajador que lleva forzosamente a dividir la humanidad en ricos cada vez más ricos, y pobres cada vez más pobre con toda la secuela de consecuencias catastróficas: hambre, muerte, violencia, crimen, guerras…
   Esta política no podrá hacer nada importante en beneficio del pueblo, sino de la clase rica y poderosa. No será jamás una democracia, sino una plutocracia. Dado el hecho de que los tres poderes están en manos de la clase rica, no hay nadie para hacer justicia al pobre.
    El día que la humanidad tenga claro esto, se producirán los cambios necesarios y desaparecerá para siempre la imagen del hombre esclavo, explotado por otro hombre. Llegará entonces un mundo en que todos de alguna manera son dueños y progresan juntos en cierta proporción justa.
     Estos serán hechos palpables. La suposición de que tiene que ser así, como es ahora, de que no existe otra alternativa, es muy tentadora para los que están arriba. Pero, hay que preguntar: ¿por qué tiene que ser así?  Existe una respuesta primitiva, irreflexiva, cínica, inaceptable: Porque el hombre es un ser egoísta y lo quiere todo para sí. Esta es la ley fundamental de la naturaleza de la economía, que unos tengan mucho y otros no.
     Esta respuesta implica una enorme contradicción: si el hombre, todo hombre, es egoísta, todos los hombres son egoístas, y lo querrán todo para ellos mismos. El resultado será la guerra de todos contra todos. Entonces, dentro de esa teoría monstruosa, se llega al pacto social: para poder sobrevivir, unos más egoístas tendrán más, y otros, menos egoístas, tendrán poco, o casi nada. Este es el mundo en que vivimos, estas son sus normas. Por extraño que parezca.

El egoísmo como fundamento.

Se afirma que la economía está regida por sus propias leyes, que tienen como soporte el hecho del egoísmo humano. Esta argumentación es una ofensa a la inteligencia humana. El hombre por naturaleza es altruista. El egoísmo se aprende, se justifica desde el poder. Todo este cuento es una gran mentira. Niega el concepto de justicia y proclama la fuerza como fundamento de la conducta. Es puro fascismo. La economía como acción humana está sometida a la inteligencia y voluntad del hombre. No puede ser una imposición, sino una opción, un acto libre.
    Otros, más ingenuos, alegan que, si todos son dueños, nadie trabajará. Por el contrario, todos trabajarán precisamente por eso, porque son dueños, aunque lógicamente en diversos niveles. El más difícil de todos los roles, es el de dueño principal, el de presidente de la empresa, tiene las mayores responsabilidades. En las circunstancias que describo, todos gozan de respeto. La injusticia fundamental ha sido superada.

6.  Proceso de concienciación.

Entonces, ¿por dónde empezar? ¿Qué hacer? Lo primera cosa es tomar consciencia de la realidad. Y me permito citar al periodista Xavier Caño Tamayo, que en breves palabras resume la situación: “Pero el mundo es como es. Y ya hay quien se ocupa de que no cambie. Si les dejamos, claro”.
   Existen ya en el mundo muchas personas que han visto con claridad la cuestión y entienden que este mundo injusto, en el que los pobres pagan siempre los disparates que hacen los poderosos, hay que cambiarlo, porque no es razonable, no es tolerable. Los pueblos no han autorizado a nadie para que los exploten y mantengan en la miseria, mientras los ricos arman toda clase de castillos en el aire de sus ambiciones y falta de honestidad y de humanidad.  No hace falta decir que no todos personalmente, pero sí el sistema económico que todos practican.
    Una nueva conciencia comienza a despertar ahora más crítica en medio de esta crisis económica mundial que están pagando los pobres, aunque no fueron ellos quienes la causaron. Los que la produjeron están aumentando con ella sus muchos millones. Esta crisis deberá ser un punto de reflexión. Pero no basta una crítica negativa, hay que proponer una solución positiva y factible. Es necesario que no solo se vea el problema, sino también su solución.

Estrategias.

La estrategia deberá ser doble. Por un lado, el análisis del nefasto orden económico y político vigente, causa única y directa de la miseria de millones y millones de personas, de la delincuencia creciente en el mundo, de toda clase de corrupción, de los tráficos más repugnantes con los que algunos pocos se hacen millonarios mientras cometen espantosos crímenes contra la humanidad. Debe ser analizado este orden y denunciado. Que no quede duda alguna de su irracionalidad y de su perversidad intrínseca. Dejar en la miseria a 95 personas que produjeron la riqueza, para enriquecer solo a 5 individuos, dueños del capital, no podrá nunca ser justo.
     Pero esto no basta. Hay que establecer, por otro lado, los fundamentos de una solución viable y eficaz. Esta solución posible, factible, debe ser explicada de forma que se entienda que no se trata de cambiar un mundo malo por otro que no se sabe lo que será, que podría ser peor. No se trata de la destrucción del mundo económico actual, Se trata de una simple corrección de su sistema. La solución tiene que ser algo que toda persona pueda comprender como una norma justa y de fuerza constructiva de la sociedad. Vamos a necesitar una argumentación muy clara, muy convincente, en el campo teórico.
    Volvemos sobre afirmaciones ya desarrolladas en estas reflexiones. Sin duda alguna se comprueba que, en el actual orden económico, se acumula la riqueza producida en manos de los dueños de las diversas empresas. El resultado final es que una parte muy pequeña de la humanidad se enriquece, y la inmensa mayoría productora se queda pobre y cada vez, más pobre. Aquí está la causa de todos los males. Esto debe ser cambiado. ¿Cómo puede ser cambiado?
    Haciendo que los trabajadores participen de alguna manera justa en las ganancias de las expresas. Eso no se debe entender que es un regalo de nadie, es el legítimo derecho del trabajador que produce con su trabajo esa ganancia.
    Miles de años de práctica esclavista y explotadora hacen increíble esta solución. La separación entre capital y trabajo ha sido abismal: el empresario ha sido visto como una persona respetable, honorable, y el trabajador como un esclavo, un ser inferior, una mercancía. Esto debe ser superado ya. Se trata solo de hacer armoniosa la relación de ambos en la economía: si se comparte todos ganan y nadie pierde.

La ley fundamental que reconocemos es que los trabajadores tienen derecho a participar de una forma efectiva en las ganancias de las empresas en que trabajan.

     Tienen este derecho por la razón clara y manifiesta de que ellos las producen con su trabajo. Sin ese trabajo no existiría empresa alguna. El trabajador es parte de la empresa, la más importante, absolutamente necesaria. Por su condición de ser humano se exige que sea valorado como una persona que produce con sus esfuerzos ganancias, que debe compartir de alguna manera.

lunes, 4 de abril de 2016

La causa del mal I.


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P. Marciano García ocd
2016
La Habana
El ser humano está en la tierra de modo consciente e inteligente, pero está solo, abandonado a su riesgo. Tiene que preguntar y cuestionar el mundo en qué vive. Sin conocerlo no puede sobrevivir. De hecho, la tierra puede ser muy peligrosa. Para los seres humanos actuales la pregunta más necesaria es ¿Cómo es el mundo en que vivimos?
    Por la palabra mundo se entiende aquí en primer lugar la población humana, alrededor de 7,000 millones de personas, Esta población se haya asentada en diversos países; hasta el presente,193 forman parte de la Organización de las Naciones Unidas.
   En segundo lugar, mundo significa el modo en que se relaciona la comunidad humana; es decir, el orden nacional e internacional existente. Un hecho que sobresale por encima de cualquier otro es la desigualdad económica entre unos y otros. La humanidad se encuentra dividida entre ricos y pobres. Una parte de la humanidad se asienta en países ricos, más desarrollados y otra en países pobres, menos desarrollados. Pero en los países ricos hay pobres, a veces muy pobres, y en los países pobres, ricos, algunos muy ricos.
    La relación entre los ricos es dinámica y creadora, mientras que la relación entre los pobres es lejana e inoperante. De hecho, a lo largo de los siglos, la relación entre ricos y pobres ha sido de amo a esclavo, completamente injusta. El mundo pobre es explotado por el mundo rico para su propia conveniencia desde tiempos remotos. 
Así hoy se da el hecho de que el 95 % de la riqueza pertenece al 5% de la humanidad, mientras que el 95 % de esta humanidad debe conformarse con el sólo 5 % de la riqueza producida por ella misma. Es evidente que la distribución de la riqueza es abismalmente desigual. Cinco tienen casi todo y noventaicinco no tienen casi nada del total que han producido. A la pregunta de ¿cómo está organizado el mundo en que vivimos?, hay que responder que está muy mal organizado. Es un mundo injustamente desigual.
    La mayoría de la humanidad es pobre y dentro de esa mayoría de pobres, muchos millones viven y mueren en la absoluta miseria. El orden en que se relaciona la humanidad es, sin discusión posible, esencialmente perverso. ¿Cómo se relacionan los seres humanos entre sí? Terriblemente mal. Esa es la realidad que tenemos delante. ¿Qué ha sucedido para que la inmensa mayoría de la humanidad acepte trabajar para que un pequeño grupo se haga rico y poderoso sin medida con el producto de su trabajo? ¿Cómo ha llegado la humanidad a este extremo de increíble desigualdad? ¿Desde cuándo suceden estas cosas?
Quizá la historia nos ayude a encontrar el origen de este hecho ominoso. Es necesario, pues, hacer un recurso a la historia, será tan breve como pueda ser. Dice un historiador que no se sabe bien cómo ni cuándo comenzó la esclavitud, lo que es lamentable; pero eso realmente no es tan importante. Lo tremendo, lo horroroso, es que tampoco se sabe, ni bien ni mal, cuándo terminará.
   La esclavitud ha estado siempre vinculada a la producción, primero agrícola, después minera, más tarde marinera, finalmente todas juntas, sin excluir, claro está, la esclavitud doméstica. Durante miles de años, los esclavos fueron sometidos por la fuerza y estimulados por el estallido del látigo. A la medida que fue creciendo la libertad de unos pocos, fue creciendo el sometimiento de otros muchos. La esclavitud está esencialmente ligada al empleo de la fuerza. Y se da el hecho contradictorio de que el poder militar se basa en el concurso, como soldados, de pobres y esclavos en los ejércitos de antes y de ahora.
Algunos de estos esclavistas fueron también grandes pensadores y políticos. La condición de seres humanos de los esclavos llegó a borrarse en sus mentes. Desde remotos e ignorados tiempos, unos pocos humanos se han hecho ricos con el trabajo de otros muchos seres humanos esclavos, rebajados de la condición humana, miserablemente explotados. Esto se ha prolongado de una manera brutal durante más de diez mil años, hasta el día de hoy.
    Un cambio de las condiciones de producción en el siglo XIX llevó a los amos a una evaluación matemática evidente. Si se observa con detenimiento, se ve con toda claridad que lo gastado en el mantenimiento del esclavo, su alimentación, su salud, resulta de mayor cuantía que pagarle un sueldo y dejarlo a su suerte. Comenzó a existir otra forma de explotación, mucho más barata: pagar un sueldo y dejar al individuo encargado de obtener por sí mismo los medios de su subsistencia. Así se cambió el látigo por el sueldo. Pero la esclavitud siguió vigente, aunque disimulada. Entonces, ¿en qué mundo vivimos?
     En un mundo en que hombres y mujeres trabajan y producen riquezas para otros, no para ellos, a cambio de un sueldo de subsistencia. En realidad, vivimos en un mundo de esclavos. En este mundo vivimos, aunque la mayoría no tenga conciencia de ello, o lo que es peor, esté resignada. La humanidad no sabe en qué mundo vive. Creo justo y necesario que tengamos una conciencia clara de cómo es el mundo en qué vivimos. Quizás, otro mundo mejor sea posible.
La humanidad ha vivido momento de luz en que parecía que iba a amanecer un día nuevo para el hombre. Recordemos la declaración de los derechos del hombre durante la revolución francesa, y la declaración universal de los derechos humanos de la Organización de las Naciones Unidas, a mediados del siglo XX.
    Con grandes aclamaciones y manifestaciones del triunfo de la razón que reconoce en todos los hombres la misma naturaleza y dignidad, se proclamó el fin de la esclavitud humana. Todos los hombres nacen libres, son iguales por naturaleza y dignidad. ¡Grandioso, magnífico! ¡Viva el hombre! ¡Viva Dios Padre de los hombres! ¡Viva la libertad! Las palabras fueron muchas, mucho más que los hechos, que fueron muy pocos y desoladores.
Para tener clara la perspectiva recordemos los hechos. En la antigua Grecia quienes trabajaban eran los esclavos y lo hacían no para ellos, sino para los amos. En el victorioso y glorioso imperio romano, millones de hombres y mujeres esclavos trabajaban, no para ellos, sino para los amos. Cuantos más esclavos tenía alguien era tanto más rico y respetable.
     En la edad media, millones de siervos trabajaban no para ellos, sino para los señores. Los millones de negros traídos de África a América, ¿para quienes trabajaron? - Para los amos. Ahora preguntamos con honestidad: ¿Para quién trabaja hoy la clase media, tan sufrida? ¿Quiénes se enriquecen hoy con el trabajo de miles de millones de hombres y mujeres pobres?
      Trabajan para los amos de siempre, los señores, los ricos. ¿Ha sido superada la esclavitud o sigue ahí, ominosa y sangrienta? ¿Es esto lo que Dios quiere para sus hijos? ¿Este es el mundo fraterno, predicado por Jesús? No, absolutamente no.
      La humanidad, en su gran mayoría, sigue sometida a esclavitud, disimulada, disfrazada, maquillada, pero cruel y sanguinaria como siempre. Lo ve incluso quien no lo quiere mirar. No es una interpretación, no es una ideología, es un hecho monstruoso, agobiante. Mil millones de seres humanos, regados por todo el mundo, pasan hoy hambre y están muriendo por estas sinrazones.
   ¿Cómo es el mundo en que vivimos? Para un pequeño grupo, vivimos en el mejor de los mundos posibles. Para una gran mayoría de la humanidad, vivimos en plena esclavitud, a pesar de vivir en países democráticos que reconocen los derechos humanos. Vivimos en un mundo falso, mentiroso, cínico.
En el mundo de hoy existen dos mentiras tremendas, que ocultan crímenes de lesa humanidad, que gritan al cielo. La mentira de que en los estados democráticos actuales se respetan los derechos humanos, La mentira de que en esos estados democráticos se goza de entera libertad, para que cada ciudadano pueda alcanzar un satisfactorio estado de vida. Puras mentiras, No existen Estados en que los pueblos gobiernen para los pueblos. Existen Estados plutocráticos, donde los ricos gobiernan para ellos. Y en los que muchas personas alrededor de la tierra carecen de lo más elemental para la vida. Esta es la verdad. Llamar democracia a los sistemas en que los más ricos hacen pagar a los más pobres incluso sus errores económicos, es una negra ironía.
      Miles de sordinas aturden para que no se oigan los gritos funestos de millones de personas; miles de artilugios se despliegan para que no se vean los atropellos. Pero esas realidades están ahí, monstruosas,







espantosas, repugnantes. Esas mentiras se venden hoy como verdades grandiosas. ¿Cómo es el mundo en que vivimos?
     Es un mundo mentiroso y cínico. Los llamados Estados democráticos siguen siendo Estados esclavistas al servicio de élites, de minorías, como en Grecia, Roma, la Edad Media, la Colonia. Verdad es que ha habido grandes cambios: en Roma antigua los amos se ponían collares de cuero alrededor del cuello. Ahora se ponen corbatas de seda fina. ¡Grandes cambios!
     De lo que se trata es de enfrentar la realidad con el máximo posible de objetividad y ver con claridad el mundo en que se vive. Comprobar otra vez que este no es el mundo justo que Dios quiere. No se trata de condenar a nadie. Se trata de saber con exactitud cuál es la realidad oprobiosa en que vivimos hoy. Sin este conocimiento previo no podemos conocer ni las causas de los males que nos oprimen ni sus remedios. El hecho es la desigualdad económica entre unos, que son pocos, pero muy poderosos porque se apoderan de los beneficios
producidos por otros muchos, que son la inmensa mayoría, pero no son dueños del producto de su trabajo.
     La causa de la injusta desigualdad no es la naturaleza humana por sí misma, sería negar toda racionalidad. Si Dios quisiera que unos hombres fueran explotados por otros, no sería Padre de todos. Sería un monstruo. Este mundo no es así ni por voluntad divina ni por exigencia de la naturaleza del hombre. Es así por un conjunto de causas históricas, perfectamente identificables y superables.
    Vamos a examinar la cuestión más de cerca. Vamos a examinar qué es lo que hoy causa esa tan injusta desigualdad de bienes, esa situación en la que cinco tienen 95, y 95 solo tienen 5. Existe un maligno virus social, cuya naturaleza debemos descubrir para buscar el tratamiento apropiado. Lo invito, estimado lector, a sumarse a esta investigación. Tengo la convicción de que esos 5 y los otros 95 desean un mundo mejor.
Creo que podemos hacer un mundo mejor, en el que la pobreza y la miseria con todas sus secuelas sean borradas de la humanidad. Para ello necesitamos saber dos cosas; la primera es la causa que origina hoy esa pobreza y esa miseria tan grandes. Necesitamos saber cuál es la causa de que existan unos pocos que tienen mucho, mucho; y una mayoría que tiene tan poco que no tiene nada. En tiempos pas






ados era claro, la causa era la esclavitud, el sistema esclavista. Pero hoy, cuando supuestamente no existe esclavitud, ¿Cuál es la causa? La causa de esta situación de injusta diferencia entre muy pocos ricos y muchos pobres, es el sistema económico practicado que excluye la participación del trabajador en la ganancia producida.
Para esclarecer esta cuestión, debemos examinar algunas ideas básicas referentes a la economía. Los cinco siguientes principios iluminan la cuestión.

1. El ser humano es un ser necesitado. Los peces encuentran en los ríos y mares, en el agua, todo lo que necesitan para su vida, sin hacer nada más que buscarlo y tomarlo.
2. El ser humano necesita fabricar casi todos los objetos que necesita para vivir. En los árboles crecen frutas, pero no camisas, ni zapatos. Tiene que producirlos usando materiales adecuados.
3. Se llama capital el dinero que se emplea en producir y financiar
las industrias productoras de los objetos necesarios para satisfacer las necesidades humanas.
4 El trabajo humano es el que desarrolla en la industria la producción de objetos necesarios para satisfacer las necesidades del hombre.
5. En esta actividad se obtienen valores que representan un beneficio, una ganancia, que es el producto del capital y el trabajo humano.
En la producción de los objetos necesarios o útiles intervienen dos factores, la inversión de capital, de dinero, por un lado, y la inversión de trabajo humano por otro lado. A todo este montaje se llama economía. La economía es el sistema de producción de bienes destinados a satisfacer las necesidades humanas. En esta actividad productora, a base de dinero y trabajo, se obtiene, o se puede obtener, una ganancia.
Fueron los esclavistas quienes diseñaron la economía actualmente vigente y dijeron que corresponde al capital toda la ganancia y que así
tenía que ser por la propia naturaleza de las cosas. Esto es
absolutamente falso si se declara que todos los hombres son libres e iguales por su naturaleza. En el sistema de economía esclavista, no sólo se mantenía al esclavo en pobreza económica, sino en absoluto desprecio de su persona, de su dignidad humana, nunca reconocida.
    La economía es una actividad humana necesaria, pero su forma de realización depende totalmente de la inteligencia y la voluntad del hombre. No es una actividad de la naturaleza física, es una actividad del hombre inteligente y libre.  La economía, por lo tanto, es de la forma que los hombres quieran que sea. Por su propia naturaleza la economía no existe, es na
da. La acción económica puede desarrollarse de muy diversas maneras, las que los seres humanos quieran darle. En la consideración ética, como producto de la inteligencia y la voluntad honesta del hombre, la economía debe ser racional y no puede serlo si no es beneficiosa para todos.
    En principio, los hombres han entendido que debe ser una actividad dirigida a satisfacer básicamente las necesidades humanas. Es lo que tiene que hacer por necesidad de su propio ser: satisfacer necesidades humanas. Producir alimentos, viviendas, medicinas, carreteras, ect, ect.
    De hecho, ¿qué han querido los hombres que sea la economía? ¿Qué es lo que los hombres han hecho con la economía? Dos cosas han hecho los hombres con la economía. Primero, usar trabajo esclavo con el menor costo posible, para obtener las mayores ganancias posibles. Segundo, después de la esclavitud descarada, seguir acumulando las ganancias en manos de los dueños del dinero. Con esto el trabajador queda en situación de esclavo, él trabaja y otro se enriquece con el producto de su trabajo.
    De esta manera la humanidad ha quedado dividida en dos partes: la de los dueños, que acumulan las ganancias, y la de los trabajadores que las producen, pero se quedan sin participación en ellas, en pobreza y desamparo. Este comportamiento económico, así desarrollado, es una perversión del concepto de economía: satisfacer las necesidades humanas. Ahora lo que importa es obtener ganancias, para unos, dejando con muy poco a quienes las produjeron con su trabajo.
    Así se llega a la realidad presente en todo el mundo, ricos cada vez más ricos, pero menos en número; y pobres, cada vez más pobres y en mayor cantidad. Así es el mundo en que vivimos. Debemos ahondar en su estudio, para conocerlo mejor.
4. El remedio del mal
Vivimos en un mundo en que las ganancias se acumulan solamente del lado de los capitalistas. ¿Por qué es así? Por una larga historia de miles de años. Se ha aceptado que así debe ser, no a la luz de la razón, sino por la fuerza de los poderosos de siempre.  Este mal perdura hasta el día de hoy. No se trata de establecer ningún igualitarismo, sino de poner la atención en la enorme injusticia que se origina en las desigualdades imperantes y en el hecho de que ellas son la causa de los males que la humanidad padece. ¿Cuál sería el remedio de estos males?
    Que las ganancias se distribuyan equitativamente entre los dos factores que las producen, capital y trabajo, no se queden en un solo lado. Obviamente, el hecho de que los trabajadores no participen en las ganancias constituye un acto inmoral, un atropello, un robo. Pero durante miles de años se ha aceptado que está bien, ¿cómo vamos nosotros a decir ahora que está mal? Simplemente porque es así, porque está mal.