El CAMBIO
Ya sabemos el mal y su remedio. Inmediatamente surge
la pregunta ¿quién va a cambiar eso?
¿Quién va a cambiar esa situación injusta que empobrece a la humanidad?
La conciencia universal, la humanidad misma cuando se desarrolle lo suficiente para
percibir de modo global la situación tan injusta del presente modelo económico,
tan igual al viejo modelo esclavista.
Esto no lo
vamos a cambiar ni usted ni yo. La humanidad lo cambiará a su tiempo. Algún
día, los trabajadores y los empresarios comprenderán que es mucho mejor para
todos crear una humanidad en que las riquezas producidas se distribuyan
equitativamente entre todos los productores y no esta exclusión injusta y
oprobiosa.
Cuando esto
suceda, el mundo podrá ser más fraterno, nadie tendrá razón para estar contra
nadie, todos estarán a favor de todos. Todos vivirán bien. Nadie necesitará
robarle nada a nadie. Es claramente perceptible que ser un empresario en un
país rico es más ventajoso, más cómodo, más seguro, que serlo en un país pobre.
Lo ve cualquiera.
Recordemos
ahora que las crisis económicas las producen los especuladores, que no son
trabajadores ni empresarios. ¿Qué son entonces? Oportunistas que se aprovechan
de la situación existente para obtener dinero sin trabajar productivamente.
Esta especie no es necesaria ni útil a la humanidad, deberá extinguirse.
Importancia del
trabajo.
Los trabajadores deberán adquirir la convicción de que
se trata de su participación en los beneficios producidos por su trabajo, y no
se trata de sueldos, ni de ciertas compensaciones, Se trata de que su aporte a
la producción es más importante que cualquier otra cosa, incluso el dinero y la
tecnología, porque sin ellos todo el montaje industrial sería improductivo. La
robótica trata de construir máquinas que puedan sustituir al hombre en muchas
actividades. Sin trabajo humano tampoco ellas funcionarían.
En realidad,
la función del obrero en la producción ha sido privada de su valor, ha sido
despojada de sus legítimos derechos, tan salvajemente ahora como en el sistema
esclavista total. Todavía hoy el empleado no es considerado un socio, no es
considerado como una persona, sino como una mercancía por la que se paga, según
la ley de la demanda y la oferta. Existen sueldos, muy pocos, que son exageradamente
altos, pero no son la mayoría, no llegan ni al 1 % de los trabajadores.
Debemos
tener claro que persiste el mismo defecto en los modelos de economía
existentes, capitalismo y socialismo. En el capitalismo, la ganancia y
propiedad es de los dueños, individuos particulares. En el socialismo, la
propiedad y la ganancia son del Estado. Estamos en el mismo lugar. No existe
alternativa entre ellos, tienen el mismo fundamento básico. Por más que el
socialismo tenga una posibilidad mayor de evolución. Esto está a su favor.
Solución
humanista.
Se trata de ayudar a las personas a que entienda que
participar de las ganancias es un derecho fundamental del trabajador. Esto
significa que también él de alguna manera es dueño. Esto daría a la empresa un
matiz de familia. Todos a favor de la prosperidad, del desarrollo, todos
progresando, todos cooperando, y el mundo más justo, más participativo. Más fraterno,
finalmente.
En la vieja visión esclavista se supone que
ese trabajo ha sido comprado como una materia prima igual que todas las demás
cosas. La vieja visión esclavista era lógica, el esclavo no es una persona, es
un animal de trabajo, sin derecho alguno, una simple mercancía. La visión
vigente sigue considerando que el trabajo humano comprado es parte del
mobiliario, y nada más. Ningún ser humano, consciente de su dignidad, puede
aceptar esa valoración. Nadie consciente puede aceptar ser pieza de un
engranaje. Entonces la única visión que dignifica al hombre que trabaja es
considerarlo como un dueño y hacerlo partícipe de las ganancias producidas por
él.
La
significación del cambio.
La solución en sí es simple, pero de altísimo
significado: significa convertir en humana una situación hasta ahora
deshumanizada, significa convertir un mundo hasta ahora empobrecido y
humillado, en un mundo enriquecido y dignificado. Un mundo en que cada persona
humana recupera finalmente su dignidad.
¿Y los que no
pueden trabajar? La comunidad tendrá recursos para ir en su ayuda. Se crearán
instituciones que atiendan estas situaciones de modo satisfactorio. Si la mitad
del dinero que tienen hoy los empresarios se distribuyera entre los
trabajadores de sus empresas, millones de familias estarían en una posición
económica mucho mejor.
Esta
solución no es una amenaza para los empresarios, sino una garantía: nadie en la
empresa es humillado ni explotado, todos son uno. Sin mengua alguna de sus
riquezas, los empresarios del mundo estarían más seguros, más felices. No
estarían en un mundo aparte, estarían en la compañía de la humanidad toda. Así
la distribución de las riquezas ayudaría a todos a sentirse mejor, el mundo se
haría realmente fraterno. Nadie está contra nadie. Todos a favor de todos.
Actualmente
esta visión de la realidad social está lejos de las mayorías, son muy pocos los
que ahora piensan así. Lograr que esa mayoría reflexione y entienda, es trabajo
de la inteligencia, de la buena voluntad, no de la violencia. Es un paso
adelante de la conciencia humana. Nada será capaz de frenar la evolución de esa
consciencia que honra la dignidad del hombre.
5. Economía o
política
¿Es ésta una cuestión económica o política? Las dos
cosas. Pero, fundamentalmente es una cuestión económica, la base de cualquier
otra dimensión social. La política tiene como finalidad esencial, como meta
imprescindible, establecer el bien común, el bien para todos. Tradicionalmente
se ha definido la política como la ciencia y el arte de gobernar. A lo largo de
los siglos, han sido diversas las formulaciones de los objetivos de la
política. ¿Qué debe hacer la política? Lograr el bien de todo el pueblo. El
encausamiento de este proyecto destinado al bien común se recoge en leyes
fundamentales, en Constituciones, y otros documentos complementarios.
La actividad política se realiza dentro de un
esquema económico con el cual se identifica, y desde el mismo hace sus
proyectos. Si su fundamento económico es excluyente, su acción estará
comprometida con la exclusión. Las políticas actuales vigentes están
comprometidas con una fórmula excluyente y promueven y mantienen la exclusión.
Claramente,
las políticas actuales no están en función del bien de todos, del bien común a
todos, sino del bien propio del capital. Pero, la política en sí está destinada
a establecer el bien común, el bien de todos. Esta actividad es de suprema
importancia para la vida de los seres humanos y por eso debe ser altamente
valorada y cuidada. Es la causa de todo bien o de todo mal.
La práctica
política.
Se llama Estado al conjunto de instituciones
establecidas para estos altos fines. Y aquí ocurre la primera gran perversión
del concepto y de la práctica de la política. La política se pone al servicio
del Estado y no del pueblo. Pronto se le añade otra perversión tremenda: la política
se pone al servicio de los poderosos y no de los ciudadanos.
Los tiranos
se encargaron de dar forma a su dominio implementando un Estado divinizado, por
lo que este Estado se vuelve el dueño absoluto de todo. En tal Estado, la
política tiene dos funciones: describir y crear normas para el funcionamiento
del Estado. Lo mejor para el Estado es tener todos los poderes. Se había
establecido la división de poderes, poder legislativo, hace las leyes, poder
ejecutivo, las lleva a cabo; el poder judicial, que vigila para que todo se
haga dentro de la ley.
La
política, tal como se desarrolla actualmente, tal como la ejercen los
políticos, tiene dos objetivos especiales. Uno explícito y proclamado durante
la campaña electoral, mostrar a los ciudadanos la especial capacidad del
candidato para llevar la cosa pública de la mejor manera para el bien del
pueblo. Objetivo ciertamente noble.
El otro
objetivo es implícito, silenciado, y ejercido ya en el poder, es valerse del
mismo poder para el enriquecimiento personal. A la práctica de esa actividad,
se llama corrupción. Quizá se pueda decir que los sistemas presidenciales son
perfectos para la práctica de la corrupción. Para comprender el dinamismo
político es muy interesante analizar su composición concreta
Plutocracia.
En los altos puestos están los que tienen amplios
recursos económicos. Entonces la verdad es que la política está en manos de los
ricos, muy interesados en no perder sus privilegios, sino más bien protegerlos
y aumentarlos.
Esto
implica una dolorosa, pero necesaria reflexión. De hecho, sin discusión
ninguna, evidente para quien quiera verlo, los que gobiernan son los ricos, los
que se postulan para altos puestos son ricos, los que son elegidos son ricos, y
la consecuencia es inevitable: estos sistemas de gobierno son “Plutocracia”.
Ellos lo llaman democracia, gobierno del pueblo para el pueblo. Se basan
aparentemente en que el pueblo los elige, La alta abstención de votar muestra
que existe hoy mucha gente que no cree en eso. De hecho, el sistema está
controlado por los intereses económicos.
¿Se puede
llamar democracia el sistema en que distintas personas, pertenecientes a
diversos partidos, se presenten como candidatos para ser elegidos? Si esto es
democracia, entonces esta palabra significa muy poco, si es que llega a
significar algo. El resultado final es que si fue elegido Pedro, queda atrapado
en el sistema, igual que si fue elegido Manuel.
Los derechos.
El problema está en que ese ordenamiento legal,
conforme al cual se hacen las cosas, da por legítimo y ampara con su poder el
vigente sistema económico en el cual todos los derechos son de los empresarios,
del capital, de los ricos, y, en cambio, los trabajadores se ven excluidos de
participar en las ganancias, producidas con su propio trabajo.
Ninguna
política que acepte el hecho de que es correcto el sistema económico vigente,
explotador y esclavista, podrá nunca ser válida. Porque mantiene como legítimo
un sistema de explotación del trabajador que lleva forzosamente a dividir la
humanidad en ricos cada vez más ricos, y pobres cada vez más pobre con toda la
secuela de consecuencias catastróficas: hambre, muerte, violencia, crimen,
guerras…
Esta política
no podrá hacer nada importante en beneficio del pueblo, sino de la clase rica y
poderosa. No será jamás una democracia, sino una plutocracia. Dado el hecho de
que los tres poderes están en manos de la clase rica, no hay nadie para hacer
justicia al pobre.
El día que
la humanidad tenga claro esto, se producirán los cambios necesarios y
desaparecerá para siempre la imagen del hombre esclavo, explotado por otro
hombre. Llegará entonces un mundo en que todos de alguna manera son dueños y
progresan juntos en cierta proporción justa.
Estos serán
hechos palpables. La suposición de que tiene que ser así, como es ahora, de que
no existe otra alternativa, es muy tentadora para los que están arriba. Pero,
hay que preguntar: ¿por qué tiene que ser así?
Existe una respuesta primitiva, irreflexiva, cínica, inaceptable: Porque
el hombre es un ser egoísta y lo quiere todo para sí. Esta es la ley
fundamental de la naturaleza de la economía, que unos tengan mucho y otros no.
Esta
respuesta implica una enorme contradicción: si el hombre, todo hombre, es
egoísta, todos los hombres son egoístas, y lo querrán todo para ellos mismos.
El resultado será la guerra de todos contra todos. Entonces, dentro de esa
teoría monstruosa, se llega al pacto social: para poder sobrevivir, unos más
egoístas tendrán más, y otros, menos egoístas, tendrán poco, o casi nada. Este
es el mundo en que vivimos, estas son sus normas. Por extraño que parezca.
El egoísmo como
fundamento.
Se afirma que la economía está regida por sus propias
leyes, que tienen como soporte el hecho del egoísmo humano. Esta argumentación
es una ofensa a la inteligencia humana. El hombre por naturaleza es altruista.
El egoísmo se aprende, se justifica desde el poder. Todo este cuento es una
gran mentira. Niega el concepto de justicia y proclama la fuerza como
fundamento de la conducta. Es puro fascismo. La economía como acción humana
está sometida a la inteligencia y voluntad del hombre. No puede ser una
imposición, sino una opción, un acto libre.
Otros, más
ingenuos, alegan que, si todos son dueños, nadie trabajará. Por el contrario,
todos trabajarán precisamente por eso, porque son dueños, aunque lógicamente en
diversos niveles. El más difícil de todos los roles, es el de dueño principal,
el de presidente de la empresa, tiene las mayores responsabilidades. En las circunstancias
que describo, todos gozan de respeto. La injusticia fundamental ha sido
superada.
6. Proceso de concienciación.
Entonces, ¿por dónde empezar? ¿Qué hacer? Lo primera
cosa es tomar consciencia de la realidad. Y me permito citar al periodista Xavier
Caño Tamayo, que en breves palabras resume la situación: “Pero el mundo es como es. Y ya hay quien se ocupa de que no cambie. Si
les dejamos, claro”.
Existen ya en el mundo muchas
personas que han visto con claridad la cuestión y entienden que este mundo
injusto, en el que los pobres pagan siempre los disparates que hacen los
poderosos, hay que cambiarlo, porque no es razonable, no es tolerable. Los pueblos
no han autorizado a nadie para que los exploten y mantengan en la miseria,
mientras los ricos arman toda clase de castillos en el aire de sus ambiciones y
falta de honestidad y de humanidad. No
hace falta decir que no todos personalmente, pero sí el sistema económico que
todos practican.
Una nueva conciencia comienza
a despertar ahora más crítica en medio de esta crisis económica mundial que
están pagando los pobres, aunque no fueron ellos quienes la causaron. Los que la
produjeron están aumentando con ella sus muchos millones. Esta crisis deberá
ser un punto de reflexión. Pero no basta una crítica negativa, hay que proponer
una solución positiva y factible. Es necesario que no solo se vea el problema,
sino también su solución.
Estrategias.
La estrategia deberá ser doble. Por un lado, el análisis del nefasto
orden económico y político vigente, causa única y directa de la miseria de
millones y millones de personas, de la delincuencia creciente en el mundo, de
toda clase de corrupción, de los tráficos más repugnantes con los que algunos
pocos se hacen millonarios mientras cometen espantosos crímenes contra la
humanidad. Debe ser analizado este orden y denunciado. Que no quede duda alguna
de su irracionalidad y de su perversidad intrínseca. Dejar en la miseria a 95
personas que produjeron la riqueza, para enriquecer solo a 5 individuos, dueños
del capital, no podrá nunca ser justo.
Pero esto no basta. Hay que
establecer, por otro lado, los fundamentos de una solución viable y eficaz.
Esta solución posible, factible, debe ser explicada de forma que se entienda
que no se trata de cambiar un mundo malo por otro que no se sabe lo que será,
que podría ser peor. No se trata de la destrucción del mundo económico actual,
Se trata de una simple corrección de su sistema. La solución tiene que ser algo
que toda persona pueda comprender como una norma justa y de fuerza constructiva
de la sociedad. Vamos a necesitar una argumentación muy clara, muy convincente,
en el campo teórico.
Volvemos sobre afirmaciones ya
desarrolladas en estas reflexiones. Sin duda alguna se comprueba que, en el
actual orden económico, se acumula la riqueza producida en manos de los dueños
de las diversas empresas. El resultado final es que una parte muy pequeña de la
humanidad se enriquece, y la inmensa mayoría productora se queda pobre y cada
vez, más pobre. Aquí está la causa de todos los males. Esto debe ser cambiado.
¿Cómo puede ser cambiado?
Haciendo que los trabajadores
participen de alguna manera justa en las ganancias de las expresas. Eso no se
debe entender que es un regalo de nadie, es el legítimo derecho del trabajador
que produce con su trabajo esa ganancia.
Miles de años de práctica
esclavista y explotadora hacen increíble esta solución. La separación entre
capital y trabajo ha sido abismal: el empresario ha sido visto como una persona
respetable, honorable, y el trabajador como un esclavo, un ser inferior, una
mercancía. Esto debe ser superado ya. Se trata solo de hacer armoniosa la
relación de ambos en la economía: si se comparte todos ganan y nadie pierde.
La ley fundamental que reconocemos
es que los trabajadores tienen derecho a participar de una forma efectiva en
las ganancias de las empresas en que trabajan.
Tienen este derecho por la
razón clara y manifiesta de que ellos las producen con su trabajo. Sin ese
trabajo no existiría empresa alguna. El trabajador es parte de la empresa, la
más importante, absolutamente necesaria. Por su condición de ser humano se
exige que sea valorado como una persona que produce con sus esfuerzos
ganancias, que debe compartir de alguna manera.
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