martes, 2 de septiembre de 2014

DESPEDIDA


DESPEDIDA


Al ir iba llorando, llevando su semilla.
Al volver, viene cantando trayendo sus gavillas (Salmo 125, 6)

También yo vine llorando, traía mis semillas y me puse a sembrarlas, con mucho llanto. El concepto de Dios de muchos fieles me hacía llorar. Un Dios, arbitrario, injusto, monstruoso, perverso. Un día, en su eternidad, decidió crear los ángeles, impecables, otro día el hombre, materia y espíritu, falible,  con la condición de que quienes murieran habiendo hecho pecados graves, los castigaría con castigos eternos.
      Esta era la idea de Dios Creador. A mí me hacía llorar mucho, pero yo busqué entre las semillas que traía: Dios, Supremo Bien, eterna luz de amor, no haría una cosa así. En el Credo lo llamamos Padre y un padre no engendra hijos para verlos eternamente sufrir. San Agustín dijo: Dios que te creo sin ti, no te salvará sin ti. Mal asunto. El, que me creo sin mí, tiene que salvarme sin mí. Por lo tanto en el plan de Dios no está el infierno, no está la condenación de nadie, sino la salvación de todos, porque todos somos sus hijos amados, bendecidos, llamados a la vida eterna. Entonces, dejé de llorar y pienso que alguno de ustedes también.
    Cuando vine, venía llorando, y mi llanto se acrecentó una tarde, cuando el predicador dijo: “ustedes, personalmente ustedes, cada uno de ustedes, es culpable de la muerte de Cristo: él está colgado de la cruz por culpa de ustedes”. Yo lloré mucho porque era culpable de la muerte del ser que yo más quería en la vida. Pero yo traía mi semilla: él había dicho: “Nadie ama más que el que da la vida por sus amigos”. El no estaba allí por mis culpas, sino por su amor, a mí y a todos. Entonces aprendí que él no estaba allí pagando ninguna deuda a nadie, no estaba redimiendo a nadie porque ningún ser humano fue nunca vendido a nadie sino siempre amado de Dios Padre. Él no estaba allí salvándome porque yo nunca estuve condenado. Él estaba allí diciéndome: mira con cuánto y tan tierno amor te amo. Y me consolé mucho, dejé de llorar; y creo que alguno de ustedes también.
    Yo venía llorando por la creencia de que el Padre Dios quien yo trataba de amar había soltado espíritus perversos para que me arrastraran al mal y así él me condenaría a sufrimientos eternos. Entonces no pude creer más en la existencia de demonios como tampoco en la del infierno, el lugar supuesto de los demonios. Y dejé de llorar: Nadie estaría sufriendo eternamente, torturado por entes perversos. Se iluminó mi fe en Dios Padre y dejé de llorar. Y creo que alguno de ustedes también.
     Yo traía una gran tristeza de Cuba, nacida del e4stado de las familias. Me habían hecho llorar. A poco de llegar acá, fui nombrado Asesor Nacional del Movimiento Familiar Cristiano. Oía  a los padres decir que a los niños había que llevarlos fuerte: sin tres o cuatro golpes no acababan de entender. Y lloré mucho por los niños abusados, maltratados, angustiados, por el trato injusto de sus papás. Y sembré mi semilla y dije: Creo firmemente que aquellos padres que golpean a sus hijos pequeños, después de un juicio sumarísimo, deben ser fusilados. Quizá alguno de ustedes cambió de mente.
      Encontré también la relación desagradable de las parejas. Vi la frialdad con que se trataban y lloré mucho. Y dije: con lo fácil que es hacer un matrimonio feliz, basta un poco de educación, la experiencia simple de que agradar al otro es muy agradable para uno. Y llorando mucho me pregunté: ¿cómo crece la gente en este mundo? Y vi que la familia no era una escuela de amor, sino un lugar de sufrimiento y agresividad. Los jóvenes, ellos y ellas, no han aprendido a ser amables con su familia, sino a ser susceptibles por razón de que el maltrato recibido en su niñez produce inevitablemente esos efectos. Después pude ver como las parejas iban progresando en su relación y haciéndola cada vez más exquisita. Y dejé de llorar. Y creo que alguno de ustedes también.
     Yo llegué llorando. Traía mi semilla, pero llegué llorando. Sentía que la Iglesia Católica, refiriéndome a su más alta jerarquía, no estaba donde tenía que estar y que desarrollaba una piedad infantil, un Evangelio piadoso sin contenido humano. Y lloré mucho. Después vino el Papa
Francisco y dejé de llorar. Y creo que alguno de ustedes también.

Y así creo que me voy muy consolado llevando las gavillas de los afectos de ustedes, de la luz que veo brillar en sus ojos, de la fe nueva con que abrazan a Dios.

     Ustedes me han manifestado desconsuelo porque me voy y también yo estoy desconsolado de irme porque los quiero. Podría decirle a alguno de ustedes, quizá a muchos, que si mi presencia entre ustedes fue buena, den gracias a Dios por ello. Y si para algunos no lo fue, den gracias a Dios también porque, al fin, me voy.

miércoles, 13 de agosto de 2014

TIEMPO DE AUSENCIA





Hola, amigos. Ha sido un largo tiempo de ausencia, pero vuelvo a ustedes con la claridad de saber que nunca he dejado de querer a los hombres y mujeres de la tierra. La felicidad está por fuera y por dentro,  cerca y lejos de nosotros. Yo he tenido que viajar lejos  y profundo para hallarla, pero, al fin, la encontré a mi lado sonriente y gentil.  Yo quería cosas, me iba tras ellas, pero el escenario parecía desierto, solo quedaban algunas sombras. La felicidad no se alimenta de sombras, sino de la realidad. De día no había sol ni luna de noche. Me sentí triste en la oscuridad, nada sobre lo que recostar la cabeza. Solo estaba yo, sin asidero, sin apoyo, abandonado. Era una depresión real, nada de valor, nada de interés. Nada que hacer. Me vi deprimido, abandonado, desolado, me vi una ruina completa, nada quedaba en pie, yo no era, no existía. Y lo acepté tal como lo sentía.
Entonces descubrí asombrado que todo eso que sentía, que parecía tan real, era nada y vi mi ser emerger a la luz de lo absoluto. Vi entonces mi esencia plenamente feliz, despojada de todos los adjetivos, en su desnudez, liberada, más allá de todo pensamiento, de todo deseo, de toda palabra, de toda acción, yo esencial, absoluto, pleno, indeciblemente feliz. Yo sin pensamientos, yo sin deseos, yo sin sentimientos, yo sin palabras, yo sin acciones. Simplemente yo. Un sujeto puro, no comprometido, sino libre. Yo inevitablemente feliz.
Para saberlo, pienso sin compromiso, que hay que pasar por ello. Los pensamientos que pienso no me dan felicidad, pero pueden tomarla de mí y decirla. Mis opciones, mi voluntad, no me dan felicidad alguna, quizá puedan tomar algo de mi esencia y comunicarla. Mis sentimientos no me dan felicidad alguna, quizá puedan beberla de mi esencia y expresarla. Lo que yo diga, por grandioso que sea, no me da felicidad, pero quizás puedan algunas palabras bañarse en la esencia de mi ser y decir felicidad. Mis acciones tampoco constituyen felicidad, pero es posible que la tomen de mi esencia y le den cuerpo.
Del borde interior de mi esencia hacia adentro soy inagotable felicidad. Reconozco que mis estados de conciencia se establecen con información que se da del borde interior hacia afuera, en el universo de lo cambiante, de lo temporal, de lo ocasional, de lo triste, de lo infeliz. Se sale de ese campo en una noche oscura.


jueves, 17 de julio de 2014

PERFECCIÓN Y FELICIDAD







Si el sufrimiento se origina en la propia imperfección, la felicidad supone la superación de la imperfección, ser perfectos. Jesús dice que seamos perfectos cono nuestro Padre del cielo es perfecto.
Ser perfecto como Dios es algo imposible para toda criatura, angélica o humana. En el contexto queda claro el alcance que Jesús le quiso dar a su expresión. El hablaba de cómo Dios hacía salir el sol para todos, buenos y malos. De cómo enviaba la lluvia sobre piadosos e incrédulos. A esto llamaba Jesús ser perfectos como Dios. Parece que hablaba de un amor incondicionado. Querer a las personas desde la propia bondad, no por los méritos de sus acciones. Sería algo así como convertir el propio amor en el motivo del amor a todos y a todo.
El sufrimiento nace de querer que  no sea algo que es y también de querer que sea algo que no es. Es el principio de realidad, tantas veces ya mencionado. Existen cosas que son, pero pueden dejar de ser, y otras que todavía no son, pero podrán ser. Frente a ellas la sabiduría nos dice que si está en nuestro poder hacer que no sean las que son, pero no deben ser, que lo hagamos, e igual con las que no son, pero debieran ser. En las otras situaciones, en las que no hay nada que pueda ser hecho, lo sabio es adaptarse a la situación y seguir amando como si nada sucediera.
La perfección consiste en el poder de hacerlo sin perturbación alguna, y la condición es la aceptación de las cosas. No una aceptación resignada, sino triunfal, todo es gracia. Todo es amor, todo es paz, todo es alegría, porque todo es camino de salvación. Entonces no hay lugar para quejas, no hay tiempo para lamentaciones, no existe ningún lugar para la tristeza. Aleluya, amén.




  

jueves, 3 de julio de 2014

LA VOLUNTAD DE DIOS




No es de voluntad de Dios que el alma se turbe de nada
ni que Padezca trabajos,
que, si los padece en los adversos casos del mundo,
es por la flaqueza de su virtud,
porque el alma del perfecto se goza con lo que se pena la imperfecta,
                                                             (Juan de la Cruz Dichos de luz y amor 57).

Existe en muchas personas religiosas la convicción de que es voluntad de Dios que la persona se turbe y padezca. El santo Doctor de la Iglesia afirma categóricamente que no es voluntad de Dios, sino  efecto de la propia imperfección. Muchas personas todavía hoy creen que nacemos para sufrir, que es inevitable sufrir. Esta creencia se vuelve así ya un sufrimiento. Si estás teniendo una semana feliz, debe venir en camino otra muy infeliz. Yo he visto a una señora muy piadosa consolando a otra diciéndole: la felicidad no es de esta vida, aquí solo tenemos sufrimientos. La convicción de estas personas piadosas se refuerza con la idea de que estamos aquí de prueba, y no pueden faltar. Una serie de pesimismos y fatales determinismos se enreda con la fe de muchas personas, incluso sacerdotes.

La fuente del sufrimiento, la turbación y el padecer, no es Dios, sino ese proceso de inmadurez que por medio de ideas irracionales nos debilita frente a los hechos adversos. Como he repetido muchas veces, la fortaleza frente a lo adverso, se nutre de la convicción de que no tengo ninguna necesidad de perder mi paz interior ante ningún acontecimiento. La paz interior es mi fortaleza. Puedo llegar a la experiencia de que de verdad la voy conservar si así lo decido firmemente, repetidamente, constantemente.

Nadie. Ni Dios, ni yo, ni persona alguna, necesita mi sufrimiento. Pero, Dios, yo y todos los demás nos sentimos en la gloria cuando nos llena la paz, la alegría y el amor.  Si usted está leyendo esto y viene a su mente que yo ignoro el pecado original y sus consecuencias, crea que sí, que lo ignoro. Es un recurso simplista acudir a hechos externos para juzgar situaciones internas. No es ningún pecado original, no es ninguna herida de la naturaleza humana, es la propia imperfección.  Ha sido el aprendizaje cultural, recargado de ideas irracionales, lo que nos debilita; la falta, pues, de virtud, de fortaleza.

Tenemos la bendición de Dios y, sin duda, de toda la humanidad para ser felices. Nadie necesita una lágrima tuya, pero yo sería más feliz si te viera sonreír.


                                                       PUEDES SER FELIZ


jueves, 22 de mayo de 2014

LA PRIMERA MAESTRA


En la primera mitad del siglo XIX, en Cuba, el siervo de Dios, presbítero Feliz Varela y Morales, se lamentaba del prejuicio absurdo que impedía a las mujeres estudiar en las universidades, ya que de todas formas ellas eran las primeras maestras del hombre. No era correcto que la primera maestra fuera una persona ignorante a la fuerza. Es verdad, no debe ser la madre una mujer ignorante, pero quizá se pueda añadir hoy que esa asignatura que enseñe a la mujer la ciencia de ser madre está todavía pendiente.
   
Eric Fromm, en la segunda mitad del siglo XX, afirma categóricamente que la dicha mayor que puede tener un ser humano es haber tenido una madre buena. Nadie lo discute, pero queda la pregunta, ¿y qué es una madre buena? Las teorías pueden ser muchas, pero quien ha tenido una madre buena lo sabe muy bien, así como quien  ha tenido una madre mala también sabe lo que es. Yo sé lo que es una mamá buena, porque yo tuve la dicha de tenerla.

     No tiene que ser una persona perfecta, no necesita un doctorado en pedagogía, Si necesita rebosar ternura, bondad, paciencia, entrega, generosidad, y otras muchas cualidades semejantes a estas. Cuando la madre las vive se vuelven fuente de vida para ella misma y para su bebé. El ejercicio magisterial de la madre comienza incluso antes de nacer su hijo. Desde que ella sabe que está en cinta comienza  a cuidarse y a cuidar a su hijo. Ya nacido, ella le enseña sin palabras la más importante lección, expresada en su cálida sonrisa: siempre que el niño la mira ella está sonriente, feliz, y el bebé aprende que la vida es buena. Va a estar ahí siempre con una presencia benefactora, suceda lo que suceda. La primera lección la da el rostro de la madre. Una mala madre nunca está ahí y si está su presencia es huraña.

     No hay amor más sublime que el amor de la madre, porque no hay amor más desinteresado que el que ella tiene. Se entrega al hijo nacido de sus entrañas con absoluta generosidad, sin reservarse nada, pero sabe que un día él se irá y ella se quedará sola. Por eso la madre es el ser más bendito de la tierra, lo da todo sin esperar nada. El amor del padre es otra cosa, para obtenerlo el hijo sabe que tiene que merecerlo primero. Estos amores reflejan la condición humana, son ellos los que construyen la historia. Los dos son necesarios. Pero lo que hace amable y dulce la vida es la ternura y generosidad de la madre, su incondicionalidad, su gratuidad. Existe algo a lo que nos podemos entregar con los ojos cerrados, la madre buena.   ¡Qué doloroso cuando no es así!

     El niño crece y aprende a hablar y aprende a preguntar y se pasa el día entero preguntando cosas directas, sin vergüenza, sin reservas. Cuando no está la madre para responder y lo hacen otros, el niño archiva las respuestas en el archivo de asuntos dudosos. Cuando la madre es quien responde el niño guarda la respuesta en los archivos de las verdades. Su criterio supremo de verdad es que se lo dijo su mamá. Y las mamás deben darles a sus hijos tales repuestas que, cuando sean adultos, puedan verificar que así es como es. Es mala cosa que el niño descubra que su mamá lo engaña, el déficit de confianza que se le produce, quizá le dure toda la vida. La madre maestra debe saber dos cosas, lo que el niño le pregunta y cómo explicárselo para que lo entienda bien. Cuentos chinos es Lo que no debe hacerle

      El proceso de socialización del niño puede ser muy complejo. Un error a evitar es preocuparse más por el comportamiento del niño que por su persona misma. Si el niño llega a sentirse exigido pero no querido ni aceptado, tiene una gran posibilidad de reaccionar patológicamente y creer que es malo, que no vale nada, y comenzará a creer que como es malo y no vale nada, solo puede obrar mal y hacer cosas malas. Se está gestando un delincuente. Lo primero es el niño, su comportamiento viene después, a larga distancia. Durante la infancia el niño aprende por imitación, hace lo que ve hacer. Sería bueno, muy bueno, que solo viera serenidad, armonía, paz,  alegría y amor en su familia. No basta con que la madre adore al hijo, también debe respetar su unicidad, su individualidad, celebrarle cada gracia, cada ocurrencia feliz que tenga. Una buena madre maestra sabe que los niños no son adultos. No son malos, solo aprenden.  

   Lo más grande, hermoso, bello, sublime, lo más importante para la humanidad, lo que nadie más puede hacer, lo hace la madre. Por eso, y por mucho más, yo deseo que todas las madres sean felices.

jueves, 8 de mayo de 2014

VERDAD Y FELICIDAD


LA VERDAD ES FELICIDAD
 
La verdad los hará libres.
                  S.Juan 8,32


Para ser feliz no se necesita ninguna condición, sólo la decisión de permanecer en las verdad. La felicidad habita en la verdad.

El ego vive en el engaño y la falsedad. El ego siempre es infeliz.

El yo espiritual vive en la verdad, no en las apariencias. No puedes ser feliz en la mentira. Hay que tener cuidado para no alejarse de las verdad. Se aleja de la verdad quien presume, crea fachadas, imagina futuros vacíos, exagera los hechos, busca sólo el beneficio propio, hace trampas, imagina peligros, se engaña a sabiendas. Así no se puede ser feliz.

El yo espiritual no desea apartarse de la verdad, quien necesita apartarse de la verdad es el ego. ¿Para qué necesita el ego la mentira? Para darse importancia, para asegurar su existencia, para evitar el temor, para aliviar su sensación de carecer de valor, para permanecer en la incertidumbre.
Se llama ego a la falsa imagen que uno se hace de sí mismo, una entidad vacía, carente de valor.
Quien hace caso a su ego, es atrapado por la mentira, no puede estar feliz.

¿Para qué sirve vivir en la verdad?

Para llegar a una vida más profunda y rica. Para librarse del miedo. Para liberarse del ego. Para fortalecer la mente. Para servir al prójimo con lealtad. Para ser libres. Para unirse uno con Dios. Para ser feliz.

Estas tres cosas, verdad, paz y felicidad, se implican, se acompañan, nunca una puede estar sin la otra. La verdad te hace libre, la libertad te llena de paz, la felicidad le da todo el sentido a la vida. Hemos nacido para ser felices, llenos de paz, en la vivencia de la libertad, que se fundamenta en la verdad. Verdad es lo que la cosas son, y valen y exigen.




jueves, 1 de mayo de 2014

VOY A SER FELIZ



Cada ser humano, uno por uno, vive dentro de la totalidad de la humanidad y participa de sus condiciones generales. También yo y… también tú. No podemos respirar otro aire distinto del que rodea la tierra y ese está por desgracia muy contaminado. Tengo la osadía, o la desfachatez, de decir: no importa, yo voy a ser feliz. Pido que se me perdone. La cuestión es otra, la de si podré serlo en medio de este mundo triste, inconforme, lleno de quejas y protestas.

San Pablo nos dejó escrito que es bueno llorar con los que lloran y reír con los que ríen. No quiero ser causa de llanto para nadie y lo sería en el caso de que alguien me encontrara llorando. Pero si estoy riendo seré motivo para que el otro ría conmigo. Mi don a la humanidad, lo que yo quiero ser para los demás, es hacerme una invitación a reír, no a llorar.

De hecho me encuentro frecuentemente con gente que llora. ¿Qué podré yo decirle al que está afligido llorando? Le diré simplemente: no llores. No quiero que llores, no hay ningún motivo para llorar. No te lo digo por mí, es que no hay ninguna razón para llorar. Y cuando me diga, ¿acaso este aire tan contaminado que rodea la tierra no es un motivo suficiente para llorar? No, diré. Cuando tu lágrima se evapora solo queda sal y se aumenta la contaminación. Si amas al mundo, por favor, no sigas llorando.

Creo que esta humanidad está muy necesitada de felicidad, de risas y canciones. Por otro lado, está sobrada de llantos y lamentaciones. Yo elijo mi puesto, en esta humanidad yo decido estar de parte de la risa y no del llanto, de la alegría y no de la tristeza. Es mi decisión, voy a ser feliz.



Cada ser humano, uno por uno, vive dentro de la totalidad de la humanidad y participa de sus condiciones generales. También yo y… también tú. No podemos respirar otro aire distinto del que rodea la tierra y ese está por desgracia muy contaminado. Tengo la osadía, o la desfachatez, de decir: no importa, yo voy a ser feliz. Pido que se me perdone. La cuestión es otra, la de si podré serlo en medio de este mundo triste, inconforme, lleno de quejas y protestas.

San Pablo nos dejó escrito que es bueno llorar con los que lloran y reír con los que ríen. No quiero ser causa de llanto para nadie y lo sería en el caso de que alguien me encontrara llorando. Pero si estoy riendo seré motivo para que el otro ría conmigo. Mi don a la humanidad, lo que yo quiero ser para los demás, es hacerme una invitación a reír, no a llorar.

De hecho me encuentro frecuentemente con gente que llora. ¿Qué podré yo decirle al que está afligido llorando? Le diré simplemente: no llores. No quiero que llores, no hay ningún motivo para llorar. No te lo digo por mí, es que no hay ninguna razón para llorar. Y cuando me diga, ¿acaso este aire tan contaminado que rodea la tierra no es un motivo suficiente para llorar? No, diré. Cuando tu lágrima se evapora solo queda sal y se aumenta la contaminación. Si amas al mundo, por favor, no sigas llorando.

Creo que esta humanidad está muy necesitada de felicidad, de risas y canciones. Por otro lado, está sobrada de llantos y lamentaciones. Yo elijo mi puesto, en esta humanidad yo decido estar de parte de la risa y no del llanto, de la alegría y no de la tristeza. Es mi decisión, voy a ser feliz.



sábado, 19 de abril de 2014

FELIZ PASCUA



Cuando fueron a detener a Jesús en el Huerto de los Olivos, él preguntó ¿a quién buscan? Ellos contestaron A Jesús de Nazaret
 y el él se identificó: yo soy. A mí me pueden detener, pero hay algo que ustedes no me pueden hacer.
Lo detuvieron y lo llevaron a las autoridades judía y lo interrogaron. Y él dijo: me pueden interrogar, me pueden golpear, pero hay algo que no me pueden hacer.
Y lo condenaron a muerte, y les dijo me pueden condenar a muerte, pero hay algo que no pueden hacer conmigo.
Lo llevaron ante la autoridad civil, y les dijo: me pueden entregar a Pilato, pero existe algo que no pueden hacer conmigo.
Pilato le dijo: yo te puedo salvar o condenar y Jesús le dijo: Sí, pero hay algo que tú no puedes hacer conmigo.
Y Pilato mandó que lo azotaran y Jesús dijo: me pueden azotar, pero una cosa hay que no pueden hacer conmigo.
Y los soldados le pusieron una corona de espinas, y él les dijo: pueden herir mi cabeza con una corona de espinas, pero hay algo que no me pueden hacer.
Y lo golpearon y lo escupieron y se burlaron de él. Pero Jesús les dijo: todo esto lo pueden hacer, pero hay algo que ustedes no pueden hacerme.
Pilato propuso al pueblo que escogieran entre Jesús y Barrabás y el pueblo escogió a Barrabás y Jesús dijo al pueblo: me pueden condenar, me pueden rechazar, pero hay algo que no me pueden hacer.
Y lo sacaron a crucificar, cargó con la cruz y dijo: me pueden llevar a crucificar, pero existe algo que no me pueden hacer de ningún modo.
Y lo clavaron en la cruz, y Jesús dijo: me pueden clavar en la cruz, pero existe algo que no me pueden hacer.
Y le dieron a beber vinagre en su sed mortal, y él les dijo: esto lo pueden hacer, pero hay algo que no pueden hacer.
Y lo que no pueden hacer de ninguna manera, lo que nadie ni nada me puede hacer, es que:

                                   yo los deje de amar y de perdonar.

Entonces, hermanos, feliz Pascua.


sábado, 12 de abril de 2014

OJOS FELICES



Quizás alguien esté pensando que yo he andado tan feliz que me he olvidado de escribir algo para esta  página. Quizás haya sido todo lo contrario. Sea feliz, sin importar las circunstancias en que se encuentra, se dice fácilmente, pero realizarlo, de verdad, no es lo mismo. ¿Cómo ser alegremente feliz en un mundo lleno de dolor, de violencia, de hambre, de crueldad? No estoy diciendo que mire para otra parte y sea feliz. No podría serlo.
Existe una emoción llamada tristeza que se manifiesta ante la pérdida de algún bien apreciado. Se vive como dolor psíquico depresivo, más o menos intenso. Es un abatimiento, una pérdida de vitalidad, una especie de muerte. ¿Cómo ser feliz en un mundo tan lleno de sufrimiento, de catástrofes? Cuando la desgracia está lejos, no afecta ni a uno ni a los seres queridos, parece que podemos no tenerla en cuenta; pero si está cerca, entonces sentimos la necesidad de hacernos parte de la situación y darle su lugar a la tristeza. Muchas personas se sienten obligadas moralmente a sentir tristeza en esas circunstancias.
Existe una emoción, una actitud, llamada compasión que se motiva también con los males propios o ajenos. Y cuya esencia consiste en una comprensión de la situación que permite valorar el mal y brindar a le persona todo tipo de apoyo, mientras se conserva la paz interior. La tristeza es perturbadora, asfixiante, paralizante. La compasión es dinámica, consoladora, abierta a la esperanza. No implica sufrimiento, sino realización humanitaria de la persona. Ennoblece.
La felicidad es una emoción racionalizada, que toma diversas formas de ser. Existe una felicidad festiva, llena de motivaciones alegres, que se vive en forma de alegría, gozo, júbilo. Es la felicidad popular. No siempre es posible. Existe otra felicidad, la llamo austera, que consiste en la experiencia de paz y amor, posible frente al sufrimiento, que se realiza en la compasión. Cuando le brindamos nuestro apoyo a la persona que sufre y estamos a su lado, es obvio que las risas no sean lo recomendado, pero sí la serenidad, la ternura quizás.

Existe una felicidad superior, trascendente, que tiene como motivo válido la certeza de que Dios nos ama, nos acompaña y nos salva, nos llevará a vivir con él en su gloria eterna, no por merecimientos nuestros, sino porque ese es su designio, su voluntad omnipotente. Esta felicidad ser funda en la fe, se abre en esperanza y fructifica en amor. Quien ponga en su corazón esta verdad de la salvación universal puede mirar todos los acontecimientos con ojos compasivos y felices.

viernes, 21 de marzo de 2014

PRIMAVERA




No importa la enfermedad.
La respuesta es siempre el amor.

Escribirlo, decirlo, oírlo, es fácil, vivirlo implica mucho más. En este día de primavera, de un poco de mejoría, queridos amigos, no quiero dejarlos sin mi saludo, sin compartir con ustedes algunos sentimientos que me acompañan hoy. En estas setentainueve primaveras cumplidas, muchas cosas han pasado por donde yo estaba, cosas marchitas de invierno, cosas fogosas de verano, cosas lánguidas de otoño y cosas nuevas de primavera. Acepté la idea de que podía ser feliz con todas ellas. ¿Lo he sido? ¿Lo soy?
Sin duda alguna, me ha sido más fácil en primavera, por eso me asaltaron estos versos que les dejo:

He soñado un lugar dichoso
donde siempre es primavera.
La misma luz te acaricia,
escuchas el mismo cantar,
como si fuera por primera vez.
Allá donde lo mismo es nuevo,
donde el tiempo se queda
en primavera siempre.

Y es que la primavera la llevamos dentro también en otoño. Hoy los invito a ser felices en primavera.


  

miércoles, 5 de marzo de 2014

MÁS ALLÁ DEL TIEMPO




Reflexión para este tiempo.

Mi tiempo comenzó el día que nací. Antes había compartido un tiempo con mi madre. Abrí los ojos a este mundo, vi sus colores, oí sus ruidos, probé sus sabores, sentí sus olores. Hice mi mundo.
Mi tiempo terminará el día de mi muerte, cerrarán mis ojos que ya no verán¸ y así mi iré del mundo que construí.
Yo creo en la resurrección de los muertos, yo espero la vida del mundo futuro. Según mi creencia, entraré en la eternidad cuando salga del tiempo. Dejaré lo transitorio para entrar en lo definitivo.
Esta entrada en lo eterno, en Dios, la imagino como el encuentro del hijo con el Padre amoroso, sumo bien, llama viva de amor, el abrazo de la felicidad sin nombre, la gloria propia del inmortal, donde se canta para siempre el himno a la vida.
Esta estancia en el tiempo quisiera pasarla como un preludio de eternidad. Ahora vivo donde todo se pasa, por eso estoy de paso, pero de paso hacia donde nada se muda. Más allá del tiempo.
Salí de la nada por la acción de la bondad y la gracia y vuelvo a la gracia y a la bondad. Y eso encontraré, infinita gracia, infinita bondad, sin juicios ni acusaciones, ni condenaciones.

Mi fe cristiana, liberada de arrastres ajenos, en su verdad y pureza, es la fuente de felicidad más grande que puedo pensar.  El Amor eterno me llamó al tiempo y ese mismo eterno Amor me llama a la eternidad con la única voz que tiene, la dulcí
sima voz del Amor.

viernes, 21 de febrero de 2014

AGRADAR





Estaba de visita en casa de una pareja y observaba la forma tan gentil con que el señor jugaba con su perro. Cuando la esposa se acercaba, él cambiaba de expresión, endurecía su rostro y hablaba con tono de voz áspero. Ella se alejaba y él volvía a su anterior modo de comportamiento.
    Es posible que los niños aprendan de sus padres a ser amables con los animales de casa, más por imitación que por enseñanza. Las referencias que yo tengo archivadas de cientos o miles de parejas son de que él la trate mal a ella o ella lo trata mal a él. Que ambos se traten amablemente es más escaso.
     En una ocasión tuve la necesidad de hacer diversas gestiones en una misma mañana para lo cual tenía que relacionarme con diversas personas. Una detrás de la otra me dieron un trato indiferente y hostil. Me sentí mal, no era mi día. Quedaba una última gestión, y fue extrañamente compensador. La persona que me atendió lo hizo con tanta amabilidad, cordialidad y simpatía, que los malos tratos anteriores se desaparecieron totalmente.
    A mí, sin que quepa la menor duda, me gusta que me traten bien. Me siento feliz cuando recibo un buen trato. ¿Usted no? Sin embargo, después de sopesarlo bien, he descubiertto que me siento más feliz aún cuando yo logro tratar bien a una persona, cuando puedo expresarle un noble sentimiento mío hacia ella.
    He descubierto que a mí me gusta que me quieran. Aún más, he descubierto que a todo el mundo le gusta que lo quieran. Digo que he descubierto, no digo que he leído. Leer, saber, y lo demás, es una cosa y descubrir uno por sí mismo es otra. Me explico, no se trata de que la otra persona se sienta agradada, eso dependerá de ella; se trata de que yo tome una actitud amable, agradable, hacia ella.

    Quiero confesar que estos descubrimientos son muy recientes. Hay una finísima felicidad en tratar bien a los demás. Y esto está en nuestro poder. Lamento resignadamente no haber tenido mejores maestros en el decurso de mi vida. No se puede decir cuán feliz sea estar en la disposición de tratar siempre bien a los demás.

domingo, 9 de febrero de 2014

UN POCO DE ESPERANZA






La posibilidad de ser heridos, rechazados, maltratados física y moralmente, es real. Mi cuerpo puede ser literalmente aplastado, mi presencia aborrecida. Ello es objetivamente posible y puede llegar a ser real. Tengo miedo de que eso sea un hecho concreto en mi vida. Este miedo me mantiene alerta, me exige tomar precauciones. Me obligo a estar en estado de tensión.
Nadie podrá evitar que tenga miedo y, por lo mismo, que esté tenso, esperando lo malo. Es justificado, es ser realista. Nadie podrá tampoco hacer que viva con paz, sin temor, sin preocupación. Pero sentirse feliz es exactamente eso, estar en paz, sin tensión alguna.
       El problema parece insoluble. No es posible gozar de una plena paz en esta vida, sin paz no es posible la felicidad. Este razonamiento, común a todas las culturas, es una falacia, es falso. Su falsedad aparece cuando se analiza que la posibilidad de que algo sea implica también la posibilidad de que no sea. Este es un problema que gira alrededor del tiempo. El tiempo lineal, pasado, presente y futuro, indica donde está la realidad. La realidad está en el presente, los otros dos tiempos contienen la posibilidad.
       Yo existo en el presente con un pasado que ya no es y un futuro que no es todavía. Todo mi poder está en el presente, frente al futuro no tengo poder y respecto del pasado aún menos. Mi hogar está en el presente, aquí tengo todo el poder. No volveré al pasado a lamentar nada, no iré al futuro para controlarlo. En el presente no necesito lamentaciones ni controles.
       Existe una actitud maravillosa que me permite morar en el presente sin angustia alguna por el futuro. Se llama esperanza, es la convicción de que todo irá bien. Es un ser celestial que habita dentro de nosotros, allí nos asegura que todo irá bien. Yo la amo y la prefiero. La espera, esa alerta esperando ver lo que pasa, no me gusta nada. Ella no sabe cómo irán  las cosas.
       Lleno de la confianza de que todo irá bien, vivo en el presente lleno de paz, sin tensiones, ni angustia alguna. Soy feliz. Si ahora se diera el caso de estar afectado por cualquier motivo, miraré esa realidad como si en el mundo no fuera. Tengo bien claro el principio de realidad, lo real que está ante mí forma parte de mi felicidad ahora. Tengo ese poder sobre lo presente. Los mártires son un ejemplo de ello.
      Aquel sereno que tenía por vecino un trompetista, un día, desesperado porque no le dejaba dormir, fue y lo mató. Pudo también aprender a dormir con los aullidos de la trompeta. Con una disciplina mental adecuada se puede vivir feliz aún en el quinto infierno. Ahora que no sucede nada desagradable tengamos esta confianza.




viernes, 31 de enero de 2014

NO HAY QUE HACER NADA



La felicidad es gratis. Al contrario, la infelicidad es sumamente costosa. Lo triste del caso es que la inmensa mayoría de la humanidad vive pagando un alto precio por su infelicidad.

Como este tema es demasiado delicado, es preciso aclarar algunos conceptos. Existe una gama grande de dolores físicos, no hablamos aquí de ellos, como existe un gran número de enfermedades, tampoco hablamos aquí de ellas. Aquí hablamos solamente de la infelicidad psíquica, del sufrimiento en cuanto tal, como fenómeno psíquico.

Esta infelicidad psíquica nace de lo que se piensa, se quiere y se siente.

Muchas personas se aferran a ideas, pensamientos, que solo producen sufrimiento. Ejemplo: una niña de once años expone así su problema: “Yo sufro mucho porque mis amiguitas me dicen cosas que a mí no me gustan, y, naturalmente, yo no me puedo quedar como si nada”.  La idea es que hay que sufrir si alguien nos dice algo que no nos gusta. Absolutamente falso, no hay que sufrir por lo que otro diga. Así se lo expresé.
El rostro de la niña, muy expresivo por cierto, manifestó una serie de reacciones: alivio, qué bueno: duda, entonces no se siente; de resignación, veré qué puedo hacer. Una persona adulta muy probablemente se condene a sufrir durante toda su vida, pero no cambiará de idea.

Las culturas han establecido las formas de reacción ante la acción de los otros y de nosotros mismos. Muchas de ellas son dolorosas, veamos así las cosas. Frente a cierta acciones debes reaccionar con cólera, rabia o ira; frente a otras menos graves, quizás baste expresar disgusto, enfado, malhumor, tristeza; frente a otras, más pequeñas se cumple con un poco de malestar. Y todo esto “naturalmente”.

Pregunta a la novia: ¿promete que no se molestará por nada que haga o diga su futuro esposo?
Pregunta al novio: ¿Promete que no se molestará por nada que diga o haga su futura esposa?

Prometer sería relativamente fácil, cumplir, para la inmensa mayoría, no es posible. Así millones de parejas que se aman, llevadas de ese falso principio de que hay que molestarse por lo que el otro diga o haga, se hunden en el dolor, en la tristeza de ver morir su amor que era tan bello.
¡Y lo fácil que es decidir no sufrir por lo que otros digan o hagan!.


Es completamente gratis. Por su infelicidad tiene que pagar altísimos precios, por su felicidad solamente usar su inteligencia correctamente, cosa que también es muy feliz.

domingo, 26 de enero de 2014

Siempre la felicidad.





Sí, es verdad, yo lo compruebo, los seres humanos desean ser felices. Yo el primero. Una pregunta simple: ¿Soy yo una persona feliz? En algunos breves fragmentos de tiempo, no lo he sido. Otra pregunta, no tan sencilla, ¿cómo lo he sido en el resto del tiempo feliz? Es importante responder esta pregunta con exactitud, me daría la clave para responder a la pregunta esencial: ¿Qué hacer para lograr la felicidad?

Después de reflexionar cuidadosamente sobre qué hacía cuando era feliz, después de examinar las diversas teorías sobre la felicidad, llegué a una conclusión que primero me pareció desconcertante. Cuando he sido feliz no estaba haciendo ninguna cosa para ser feliz. Simplemente era feliz. Me pareció que estar feliz es el modo natural de ser la persona. No hay que hacer nada para ser feliz. Se es naturalmente feliz.

Es un hecho irrecusable que existen muchas personas infelices. ¿Qué sucede entonces?  Para tener alguna idea de lo que sucede será oportuno un breve análisis de la fenomenología de la felicidad. La experiencia de felicidad engloba tres emociones esenciales: paz, alegría y amor. Quien goza de paz interior, alegría y amor está feliz. Estas tres emociones son naturales a la persona, se pierden si el sujeto se ve sometido a alguna violencia.

Una persona puede encontrarse en dos posibles situaciones, de normalidad o de perturbación. Bajo las acciones perturbadoras, el sujeto se siente afectado de modo que pierde su estado de normalidad, de naturalidad, se queda sin paz, alegría, y amor. No es ni puede ser feliz. Lo que sucede es que es las sociedades desarrolladas son realmente perturbadoras. Dada su indescifrable complejidad, es casi imposible estar algún tiempo sin ser afectado por algo desagradable.

La conclusión es evidente: Nada te turbe,
                                         Nada te espante,
                                         Todo se pasa.
Y cuando nada te turbe ni espante, quizás puedas guardar tu paz, tu alegría, tu amor y ser feliz.


miércoles, 15 de enero de 2014

S E R M Á S





Los viejos filósofos pensaron que los seres en general pueden llegar a ser más de lo que son. Se da así el hecho de que algo sea más o menos, existe un ser más y un ser menos. Cuando un ser humano es mucho menos de lo que puede ser, su manera de sentirse es la frustración, la tristeza, la depresión. Y estas experiencias sordas y oscuras le producen una rabia muy peligrosa no solo para los demás, sino también para el mismo.
     Un ser humano adulto normal tiene una cantidad enorme de diversas posibilidades, las cuales puede estar desarrollando y entonces es más, o lamentablemente tenerlas apagadas, ignoradas, perdidas, y entonces es menos.
     Una persona puede tener su inteligencia y su sensibilidad cultivadas, vive consciente del mundo en que existe. Conoce la realidad y reacciona ante ella de modo adecuado. Cultiva la ciencia y también las artes y los deportes. Así desarrolla sus capacidades y llega a ser más. Su mente disfruta de la verdad, su sensibilidad goza con el bien y la belleza, y ello lleva a esta persona a sentirse bien, a estar feliz.
     Podemos decir que existe una cualidad humana, una forma muy especial de relación con uno mismo y con los demás. También esta cualidad puede estar en menos o en más. Existen de hecho personas que se relacionan consigo mismas y con los demás de una manera desagradable.
     En este universo de humanidad, la forma de relación consigo y con los otros es de máxima importancia, lo llamamos comunicación. ¿Cómo me digo yo las cosas que me tengo que decir? Ser más sería perdonarme lo mal hecho y celebrar lo hecho bien. Mi comunicación conmigo sería positiva.
    ¿Cómo digo a los otros las cosas que tengo que decirles? Si lo hago de la peor manera, estaré siendo menos, me sentiré mal. Puedo hacerlo de la mejor manera, buscando las más nobles palabras y los más amables gestos. Esntonces seré más humano y me sentiré mejor.
  
   Como no podía ser de otro modo, la felicidad es el fruto de ser más

lunes, 6 de enero de 2014

¿POR QUÉ PUEDO SER FELIZ





Puedo ser feliz porque sé de dónde vengo, a dónde voy, y lo que tengo que hacer. Sé que vengo de Dios Creador por medio de un largo proceso que dura ya trece mil setecientos millones de años. Vengo del Sumo Bien, de la Llama viva de amor.
    Y voy al encuentro para siempre con ese mismo Sumo Bien y esa misma Llama viva de amor..
   Para saber con exactitud lo que tengo que hacer debo distinguir cuidadosamente  entre obligación y gusto. Puesto que vengo del Sumo Bien y la Llama viva de amor, estoy constituido para amar el bien, para desearlo, quererlo y disfrutarlo. Hacerlo es un sumo gusto, no una obligación, es una profunda satisfacción.
    Entonces ¿qué tengo que hacer? La respuesta correcta es: no tengo que hacer nada. No estoy en el mundo con obligaciones impuestas, estoy en el mundo con la capacidad de escoger, entre sus diversos bienes, aquellos que me gusten. Por dos razones los escojo, porque son bienes y porque me gustan.
     Estar en el mundo de Dios camino de Dios, no es una obligación, es una experiencia casi inefable. No estoy en el mundo como esclavo de Dios, sino como hijo heredero, con la posibilidad de disfrutar de todos los bienes. Por eso puedo ser feliz.

Puedo ser feliz porque sé de dónde vengo,
a dónde voy 
y lo que tengo que hacer.
                                                                                               Feliz 2014