sábado, 1 de marzo de 2008

LA ESENCIA DE NUESTRO SER ES EL AMOR. VIII

Los filósofos de todos los tiempos, y muchos que no lo han sido, han analizado la cuestión de si el ser humano es bueno o malo. En realidad, se pueden aducir razones para las dos afirmaciones: es bueno, es malo. Un viejo filósofo, llamado Boecio, afirmó que el ser humano es bueno y que, incluso lo que los malos hacen, lo hacen por que estiman que es bueno. ¿Te sientes tú ser bueno o malo? Lo que ocurre es que no tenemos conciencia de nuestro ser, sino de nuestro dinamismo psíquico, conocer, querer y obrar.
Muchas personas identifican su ser con lo que piensan, quieren, dicen y hacen. Lo cual es un grave error, no somos ni lo que pensamos, ni lo que queremos, ni lo que sentimos, ni lo que decimos, ni lo que hacemos. ¿Entonces qué somos? No somos “que”, sino “quien”. Quien piensa, quien quiere, quien siente, quien dice y quien hace. Quien se identifique con sus funciones psíquicas, no sabrá nunca quién es. Ahora piensa de una manera, luego de otra; ahora quiere esto y luego lo otro, etc. Cuando alguien se identifica con sus operaciones psíquicas sólo puede verse como un ser inestable, impredecible, a veces con sentimientos hermosos y a veces con sentimientos monstruosos.
No somos los objetos pensados, ni queridos, ni sentidos, ni manifestados, ni hechos; ni tampoco somos las acciones de pensar, querer, sentir, decir y obrar. Somos el sujeto que piensa, quiere, siente, dice y obra, y este sujeto que somos nunca aparece en la conciencia. Permanece oculto y misterioso siendo siempre el mismo. Ese ser sujeto humano es esencialmente amor, luz, bondad, bien total, hermosa imagen de Dios. Dios es amor y nosotros también; Dios es inteligencia, y nosotros también; Dios es felicidad, y nosotros también.
La diferencia radical consiste en que Dios lo es de modo infinito y absoluto, y nosotros de modo limitado y relativo. En nosotros no está querer el mal, no podemos querer el mal, pero sí podemos, horror de horrores, confundir el mal con el bien. El ser humano no es un ser malo, sino frecuentemente herrado, equivocado, confundido. Es muy complejo todo esto. Almacenamos durante años en nuestro subconsciente toda clase de pensamientos, deseos, decisiones, emociones; cuando se activan y entran en el campo de nuestra conciencia pueden aparecer dentro de una gama casi infinita de contradicciones. Pero, gloria a Dios, nosotros no somos eso.
Por eso podemos vivir en referencia a ese ser misterioso que somos y descubrir poco a poco su bondad, su luz, su amor, su paz inalterable. Cuando eso sucede, la certeza de ser excelentes se va acrecentando; comenzamos a sentir hondamente que la esencia de nuestro ser es amor y que el amor es eterno. En la experiencia humana no existe nada superior a esta felicidad.
El camino para lograr estas magníficas experiencias es la práctica cotidiana de acciones amorosas conscientes, por pequeñas que sean. Te encuentras con un familiar que convive contigo y le diriges palabras amables, acompañadas de gestos acogedores. Estás atento a sembrar alegría y acogida a tu alrededor.
Debes, lógicamente, desarrollar un enorme poder de tolerancia. Nada tiene que ser a tu manera, porque la sabiduría te enseña ya que tú tienes la manera de todas las cosas. Todo te viene bien, simplemente porque tú quieres que todo te venga bien. Así vas conociendo que eres amor, paz y luz. Esa es la felicidad cumplida.
Continuará.

2 comentarios:

mj dijo...

Padre te sigo felicitando y admirando..., sigo leyendo todo lo que escribes...
Que bueno: no somos lo que pensamos, ni lo que sentimos, ni lo que hacemos....
Estamos llenos de conceptos, y lo solemos llenar todo de ellos, por eso nos es tan difícil saber quien somos en realidad. Por eso nuestras angustias y ansiedades...+
Un abrazo muy grande
Jose

Frank Vega dijo...

Mi hermano Marciano.
Estoy plenamente de acuerdo con usted. De hecho es un axioma que he tratado de incorporar en mi vida, el hecho de que las personas continuamente cambiamos y que no somos unos frios retratos sino un ser humano con una belleza interior independientemente de lo que creamos, pensemos o sientamos. El ser humano tiene un valor tremendo por el solo simple hecho de ser un ser humano y como tal hay que quererlo y respetarlo. Cuando leo su escrito recuerdo que yo tambien he hecho mal y he sido perdonado. Pero muchas veces no somos capaces de perdonar y querer a las personas que nos rodean y lo peor es que tambien cometemos ese mismo error con nosotros mismos. Gracias por regalarnos este escrito, realmente es un tesoro y aunque sean pocos los que lo lean les sera al menos a estos de mucho bien, como lo es para mi. Saludos. Frank Vega