jueves, 5 de abril de 2012

Ante el Cristo crucificado

- Cuando yo sea levantado atraeré a todos hacia mí. Ya te veo levantado en la cruz, Cristo mío. Perdóname, pero no veo cómo podrás atraerme, cuando te veo así, tan rígido, tan doloroso, tan muerto. ¿Cómo podrás atraerme? - Solo piensa que trato de mostrarte un amor más fuerte que la muerte. No pienses que estoy aquí crucificado por algún pecado tuyo, no lo pienses. Aquí estoy únicamente por mi amor a ti, porque no hay amor más grande que dar la vida. Piensa que yo he dado la vida por ti. No mires mi ,muerte, Mira mi amor. Pero no tenías que hacer eso para mostrarme tu amor, yo nunca te pediría tanto, ahora me das miedo, no sé cómo mirarte y verme atraído por ti. Verte crucificado es muy fuerte para mí. Me haces sentir culpable. - Mirándome así, a pesar de todo, puedes ver la verdad. Yo vine para llevarte a la gloria y mira si te amaba, que cuando ellos no lo entendieron y me crucificaron, yo bajé a lo más hondo de tu miseria, la muerte. Tuvo que ser así, también en la muerte, en la más absoluta ignominia, para que comprendas que mi amor llega tan lejos, tan hondo, tan inmenso, que ni la muerte puede ser barrera entre tú y yo. Pero no sé, Cristo de amor, cómo me puedes atraer a mí con ese incomprensible gesto, si yo no sé amar, si no daría la vida por nadie: a mí, que sólo busco mi bienestar, mi comodidad, que tengo tanto miedo al dolor, ¿cómo podrás atraerme estando tú tan alto y yo tan bajo? - Sí, estoy alto, elevado en este estandarte, para decirte: no temas, hoy estarás conmigo en el paraíso.

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