lunes, 23 de febrero de 2009

ESTÉN ALEGRES

“Estén alegres en el Señor, os lo repito, estén alegres” (Fil. 4.4)

La alegría es un contenido esencial de la felicidad. Quien está alegre está feliz y el que está feliz rebosa alegría. “Estén alegres”.¿Cómo se puede mandar a alguien que esté alegre, si eso no depende de él? No, no se le pueda mandar a nadie que esté alegre si no depende de él, pero si dependiera de él se le podría mandar.
La inmensa mayoría de la humanidad piensa que estar alegre depende de las circunstancias ajenas a nuestro propio querer. ¿Cómo va a estar alegre alguien a quien se le ha muerto el ser más querido? Dicen los expertos que para estar alegre en cualquier circunstancia se necesita haber llegado a un acuerdo pacífico con la muerte. La alegría no es un sentimiento negativo, ni banal, es un sentimiento fundado en una visión de la vida en la que la muerte es incluso un acontecimiento feliz. Nacer, crecer, enfermar, sanar, correr riesgos, fracasar, triunfar, tener amigos, perderlos, morir, pueden ser realidades vividas con la misma alegría. No es una aberración estar alegre en esas circunstancias tenidas por negativas, malas, horribles, dolorosas, espantosas, desastrosas,..
Es muy probable que si le quitamos esos adjetivos y les ponemos otros menos trágicos, esas mismas situaciones nos parezcan menos destructoras. No es una cosa trágica morir. Para un cristiano es, por el contario, algo maravilloso: salir de este modo estrecho de vida y entrar en la absoluta plenitud de Dios, nuestro destino final. Nada puede ser más feliz que esto, entrar en la vida eterna. Quien sufre por algo y pierde su alegría, su sufrimiento se debe no a la realidad que enfrenta, sino a una forma defectuosa de enfrentarla. Sí, pero, ¿cómo se puede estar alegre en el velorio de la propia mamá?
Existen dos formas de alegría, una puramente espiritual, y otra sensorial, ruidosa y superficial. Posiblemente en esa circunstancia no se pueda estar con una alegría sensorial, ruidosa y desmedida, pero sí se puede estar con una alegría espiritual, serena y recogida. Lo mejor que le ha sucedido a mi madre es llegar al cielo y entrar para siempre en la gloria de Dios. Nada me debe impedir verla allí, en el gozo eterno de Dios.
Ahora bien, imaginemos que alguien hace esta pregunta, ¿Cómo saber que ha sido llevada al cielo y no lanzada al infierno? Esta incertidumbre sería espantosamente acuciante. Puesto que el más allá nos deja en la incertidumbre, nos volvemos a la tierra en la que solamente hay un cadáver, y aquí no será posible ninguna alegría, porque no hay ninguna esperanza fuertemente enraizada. Escribo ahora para cristianos, y supongo que ellos tienen fe en Dios y esperanza de la salvación y un amor grande a Dios, lo que les da plena confianza. ¿Cómo puede alguien tener certeza de que su ser querido, ahora fallecido, goza de la gloria de Dios? Porque lo ama. Demos por cierto que lo ama, pero eso no es suficiente para tener la certeza de su salvación, podrá decir cualquiera. ¿Mandaría usted a su mamá al infierno, si sólo la quiere un poquito? ¿Verdad que no? Pues bien, Dios la ha querido con infinito y eterno amor, y esto con absoluta independencia de sus comportamientos.
¿Entonces? Entonces lo que nos salva es el eterno amor que Dios nos tiene, no lo que nosotros hayamos hecho. ¿Entonces? Podemos estar siempre alegres. Un día me preguntaron si yo creía en el infierno. Respondí: No lo quiero para mí, ni para nadie. Por lo tanto me sobra. Yo amo a todos los seres humanos que han sido, son y serán, sin excepción de nadie. En la luz de mi amor no hay infierno para nadie. Creo que así he podido estar alegre a todas horas. Recuerdo a un predicador que veía, según contaba con enorme dramatismo, cómo caían las almas en el infierno. Yo no lo he visto nunca. Yo puedo estar alegre. Yo creo en el amor de Dios, es más, creo que Dios es amor. Puedo estar alegre en el Señor.

2 comentarios:

Manuel dijo...

Un fraterno saludo desde Madrid. Que la CUARESMA que empezaremos a vivir nos ayude a seguir recorriendo el camino de la felicidad. Un abrazo: P.Manuel.

Carmen dijo...

Hola Padre Marciano, recibe un abrazo. Es muy grato leer lo que escribes. Trato siempre de estar alegre. A veces me siento un poco cansada pero Dios no quiere que parta todavía. Quiero ser abuela y tantas cosas que sueño. La mayoría son cosas materiales, pero todo viene de Dios. Y mi administradora es la Madre de Dios. También le encargo a los santos mis pequeños proyectos. Ahora les ruego que fortalezcan mi voluntad para hacer la del Padre. Hoy estoy muy agradecida. Y esto me causa alegría. Voy a preparar el desayuno...Bendiciones,

Carmen